La boxeadora Nazarena Romero nació en Catamarca, actualmente está radicada en Córdoba, ya le ganó a Laura Griffa por decisión unánime el 28 de diciembre de 2019, en Zárate, estando en juego los títulos argentino y sudamericano de la categoría, que estaban vacantes.

La campeona, de 26 años y un palmarés de 11 victorias (5 ko) sin empates ni derrotas, obtuvo la corona el 5 de diciembre de 2020, noqueando en dos rounds a la jujeña Julieta Cardozo, en La Calera.

Griffa, de 35 años y un record de 18 triunfos (1 ko) y 5 derrotas, no combate desde su derrotas ante Rome

 

 

Una historia de supervivencia

 

Hasta que el boxeo se le cruzó, se podría decir que vivió en el mismísimo infierno. Desde un padre alcohólico, amigos abusadores, novio golpeador, pobreza, maternidad adolescente y hasta el consumo de drogas, la apodada “Capricho” pasó por todas.

Ni bien se bajó de la cuna, su vida fue una cuesta empinada, con un progenitor obnubilado por la bebida que armaba parrandas en su humilde casa para que sus amigos, tanto o más beodos que él, abusaran de Nazarena y su hermana.

En ese marco, no fue extraño que con apenas 9 años ella comenzara a experimentar con las drogas como una ventana para evadirse de sus tribulaciones. Primero marihuana, después cocaína, después de todo.

 

A sus 12 años se puso de novia con Carlos, un chico de la ciudad con sus mismas carencias, con el cual tuvo dos hijas. Julieta, la primera, nació cuando Naza contaba con apenas 15 abriles. La violencia era el común denominador de la pareja: Carlos nunca dejó de golpearla.

 

A los 17 años, en un rapto de lucidez en medio del horror, Nazarena decidió cambiar de vida y dejar Catamarca para buscar en Córdoba otros horizontes. El viaje entre los dos territorios marcaba la pauta de que no iba a ser fácil para ella dejar atrás las penurias: Nazarena viajó a dedo, casi con lo puesto, y con su nena en brazos.

La joven mamá llegó a la villa El Fachinal, de Estación Juárez Celman, Córdoba, y comenzó a peregrinar en busca de trabajo. Con changas en un taller de autos y en una fábrica de golosinas, más el apoyo de algunos vecinos del barrio Guiñazú, fue rebuscándoselas.

Pero las malas juntas volvieron a hacer de las suyas y Nazarena que nunca supo de otra cosa más que sufrir, volvió a caer en las drogas. Además, en Córdoba se reencontró con el papá de su hija, quien como suele suceder con los golpeadores, le juró que había cambiado y que incluso tenía un buen trabajo. Nazarena volvió con él y tuvo a su segunda hija: Maia.

 

La persona indicada en el momento justo

Cierto día, Nazarena fue a hacer compras a Casa Fioretti, cuyo dueño, Oscar, es fan del deporte además de organizador de veladas junto al promotor Carlos Tello (h). En el negocio vio muchas fotos de peleas y de distintos púgiles y le dijo a Oscar: “Oiga, Don, yo quiero ser boxeadora”. Publicó el sitio elroundfinal.com

Fioretti la recomendó y la mandó al Centro de Participación Comunal (CPC) Rancagua, en cuyo gimnasio la recibió Manuel Albarracín, entrenador. Comenzaba otra historia.

Aplicada en los entrenamientos y con el apodo “La Capricho” que le pusieron en el gimnasio porque ella se empeñaba en entrenar doble turno como los boxeadores experimentados, Nazarena comenzó a sentir que el ring era su lugar en el mundo. Ganó sus cuatro primeras peleas, realizadas en un mes. Todo parecía acomodarse. Pero como se ha señalado líneas arriba, nada fue fácil en su historia, y la vida truculenta que parecía haber quedado atrás, dio un último coletazo, que pudo ser fatal.

Fue luego de un festival en Unión Eléctrica, luego de su cuarta pelea. Con “La Capricho” contenta por sentir el apoyo de sus compañeros del gimnasio (“yo nunca había tenido amigos”, recuerda), su pareja le hizo notar todo el tiempo su enojo. Incluso luego de una fiesta de 15 a la que ambos asistieron, sin que Nazarena sepa qué le pasaba a su novio.

 

Luego de la fiesta, Carlos, que había ido a comprar droga, sin mediar explicación, le aplicó a Naza un golpe devastador en la cara y luego comenzó a pegarle con un palo.

Ya inconsciente y con el palo quebrado de tanto pegarle, al violento no se le ocurrió otra cosa que seguir flagelando a su pareja con las astillas del elemento. Nazarena se salvó de milagro ya que, increíblemente, en medio de la golpiza pudo arrastrarse hasta la casa de una vecina, quien la socorrió.

Por suerte, en el ambiente boxístico cordobés, Nazarena encontró el apoyo que necesitaba para levantarse de semejante momento.

Fioretti le dio un empleo, Tello siempre estuvo más allá de ser el promotor de toda su campaña, el vínculo con Sampson Lewcowicz para el despegue definitivo y, por sobre todas las cosas, el ferviente deseo de Romero para llegar a lo más alto, son el combustible para que el penoso pasado quede bien lejos, a caballo del boxeo, que vuelve a dar un claro ejemplo de la función social que cumple.

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