“Antón, Antón,

Antón pirulero.

Cada cual, cada cual,

que atienda a su juego

y el que no, el que no,

una prenda tendrá.”

 

Canción infantil

 

 

“Lo dejo a tu criterio”

Karina Jelinek, modelo contemporánea

 

 

Esperamos mucho de ellos. Por algo se presentaron y lucharon para llegar a ese lugar. Por algo los elegimos y tienen que asumir su responsabilidad. Y esperamos que nos den soluciones, o al menos que no nos sumen problemas a nuestra vida cotidiana.

 

 

Quienes llegan al gobierno tienen la gran responsabilidad de los que llegan al poder, de aquellos que pueden decidir el rumbo que toma un país y la vida de sus ciudadanos. Y en esta situación, muchos dejan de lado sus responsabilidades individuales –como ciudadano, trabajador, empresario-, para caer en la fácil: todo es culpa del gobierno.

 

 

En esta situación inédita en la historia mundial que es la pandemia de coronavirus, la relación entre gobierno y ciudadanos, oficialismo y oposición, empresario y trabajador, se ha vuelto mucho más compleja. Con un virus de comportamiento cambiante y que ha desembocado en la muerte de cientos de miles, las relaciones humanas se han vuelto más complejas y, en muchos casos, ha sacado lo peor de cada persona. Ocupe el lugar que ocupe en la sociedad.

 

 

La complejidad de gobernar en pandemia, así como la de “simplemente vivir” mientras campea el coronavirus, se muestra claramente en los vaivenes de las últimas medidas tomadas para frenar el rebrote y la segunda ola del virus.

 

 

“Lo dejo a tu criterio”, fue la frase que acuñó la modelo Karina Jelinek. Y así, después de mucho diálogo, amagues e idas y vueltas, el gobierno de Alberto Fernández decidió dejar a criterio de cada gobernador e intendente qué medidas restrictivas tomar para luchar frente a la irresponsabilidad de muchos que violan abiertamente los protocolos e impulsan los contagios. El acento está puesto en los lugares turísticos, pero el cansancio y la rebeldía también se expande a otros aspectos de la vida cotidiana.

 

 

Frente a la pandemia –y en algunos otros casos también-, el gobierno parece indeciso por momentos. Toma un camino y luego da marcha atrás, a veces por una oposición salvaje y otras por sus propios errores y por diferencias internas. Esto suma más complejidad a un momento histórico de por sí difícil e inédito.

 

 

¿Hizo bien Alberto en delegar la responsabilidad o tendría que haber asumido los costos y definir desde el gobierno central las medidas a tomar? ¿Podría haberlo hecho, cuando ya de antemano muchos le hicieron saber que no iban a hacer caso? Por otra parte, ¿es lo mismo Pinamar y sus juntadas clandestinas y desaforadas que la tranquilidad de la pampeana Santa Rosa? ¿Aguanta una economía deteriorada un nuevo encierro?

 

 

Se gobierna lo desconocido. Esto lo admitió el propio Fernández. Y esta situación inédita y cambiante genera desafíos para mantener la autoridad. Este drama no lo vive solo el mandatario argentino, sus colegas de Alemania, Gran Bretaña, España, Uruguay, entre muchos otros, pasan por lo mismo. Nadie sabe bien qué hacer. Todos están agotados, desde los presidentes a los ciudadanos comunes.

 

 

Se hace muy difícil manejar los matices entre preservar la salud a toda costa o proteger la economía y la producción sin importar las pérdidas de vidas. En fin, como dijo Jair Bolsonaro, todos nos vamos a morir.

 

 

Y arrancamos un año electoral, así que la oposición atiende su juego, como en la canción infantil “Antón pirulero”. Cada uno hace lo suyo, más allá de las dificultades y de las hipocresías.

 

 

Si Mar del Plata se ve desbordada de casos y se pierde parte de la temporada veraniega porque el intendente del Pro, Guillermo Montenegro, no quiere tomar medidas restrictivas ¿La culpa se la trasladarán a él o al gobierno de Kicillof o al de Fernández? La hipocresía política no dará respiro.

 

 

Cada cual atenderá su juego. Cada mandatario provincial ha pasado a ser el responsable de cómo controlar el aumento de contagios en sus distritos. Y tendrán que hacerse cargo de gobernar en pandemia y pagar los costos. El gobierno nacional también, pues si los casos se desbocan y colapsa el sistema de salud tendrá que responder por no haber sido más duro y haber tomado medidas de alcance nacional.

 

 

La vacunación, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, marcha a un ritmo más lento que lo pensado. Esto hace que este año 2021 todavía sea una incógnita respecto de la lucha contra la pandemia.

 

 

¿Alcanzará con que cada uno atienda su juego y se maneje a su criterio? Es muy probable que no. Y entonces llegará el tiempo de tomar decisiones muy fuertes. Y se pagará el costo que haga falta.

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