Por Mariano Tagliotti

 

Celine Foissac es una martilllera pública de 50 años, que actualmente reside en Río Gallegos. Se trata de una mujer que desde hace años lucha por justicia para su hija, Jessica Dumont, protagonista de un hecho trágico en su provincia, Tucumán, que en 2009 llegó a los medios.

Jessica se suicidó el 12 de julio de ese año, después de que su papá le diera una paliza. La noche anterior, la joven de 17 años había ido a una fiesta, y su padre, seguro de que había tenido relaciones sexuales, la llevó de los pelos a una Comisaría y pidió que la sometieran a una revisación genital y a un test de drogas. Todo eso pasó enfrente de un buen número de personas que Jessica conocía, y que luego fueron claves en el expediente donde aportaron sus testimonios.

De la Comisaría, Jessica se fue a la casa de su abuela, donde se dio un disparo con un arma calibre 22. Entonces, su madre, Celine denunció a su marido y padre de la joven, Roberto Marcelo Dumont, por incitación al suicidio.

 

Jéssica tenía 17 y era campeona sudamericana de Taekwondo.

Más tarde se conocería, por personas cercanas a Jessica, que ella había contado que había sido víctima de abuso por parte de su papá. Sin embargo, eso no se pudo probar.

Celine pasó todos estos años reclamando justicia, pero su voz parecía demasiado débil como para penetrar los claustros de un sistema machista, base y resabio de una sociedad patriarcal y conservadora como la del Norte argentino. Llegó a encadenarse en la plaza Independencia de la capital tucumana para que se revoque el sobreseimiento de Dumont y así poder llegar a un Juicio Oral. Hoy, el señalado como el instigador del suicidio de la joven campeona sudamericana de taekwondo se encuentra imputado, pero en libertad.

El 2020 encuentra a Celine en la capital de Santa Cruz, y su voz asoma fuerte y sincera para contarnos por qué vino hasta el confín del continente en busca del aire sureño, y de cómo ayudando a los demás puede renacer cada día.

Camina las calles y los barrios de Gallegos con la frente en alto. Espera y busca una oportunidad para rehacer su vida, siendo parte activa de una sociedad que necesita de estos gestos empáticos y solidarios quizá más que nunca en su larga historia.

Voluntaria

“Vine para encontrar un remanso para mi alma. Han sido años de luchar y luchar, teniendo a cuestas un dolor terrible, y necesitaba escapar un poco a ese infierno. Yo no soy una delincuente, soy una madre que perdió a su hija de la manera más dolorosa. Mi exmarido, quien hizo que mi hija se mate, porque abusó de ella, es la persona que desintegró nuestras vidas, y de esos pedazos trato de levantarme y seguir”, cuenta Celine.

Con su actual pareja, “primero fuimos a Ushuaia, y después a Río Galllegos porque él consiguió trabajo acá. Yo estoy desempleada y eso me causa angustia, y preocupación. Me niego a volver a Tucumán, sólo volveré cuando sea el juicio oral, acá encontré la paz, voy a la ría los domingos y respiro el aire y me siento en paz”, relata.

Me niego a volver a Tucumán, sólo volveré cuando sea el juicio oral

Celine se anotó en el voluntariado del Plan DetectAr porque, por su experiencia de vida, sabe lo que es perder un ser querido. “Y esto de lo que se trata es de prevenir, cuando uno previene en estos temas de salud es para poder evitar sufrir una desgracia. Yo sé lo que es el sufrimiento de una persona cuando pierde un ser querido. Lo hago por mi hija también, que no pude prevenir lo que pasó, pero en este caso sí, a tiempo se puede”, asegura.

La mujer siente vocación por el voluntariado en la capital de Santa Cruz. “Ojalá podamos concientizar especialmente a los jóvenes, que no toman medidas para cuidarse y cuidar porque por su juventud se creen invencibles, y no caen en que pueden ser motor de transmisión”, opina.

 

En sus tareas habituales, imbuida en un traje blanco que la preserva de cualquier contagio, Celine hace el puerta a puerta en busca de personas con síntomas de Covid-19. El día de la entrevista anda por el barrio Juan Pablo Segundo junto a más de cien personas con un móvil hisopador. Al día siguiente la esperan en el 400 Viviendas.

“Mi tarea es golpear la puerta de las casas y hablar con la gente, específicamente informando para prevenir. Uno les explica que se tienen que aislar un poco, no hacer fiestas, cuidar la distancia, usar barbijo y respetar las recomendaciones. Lo hacemos para que entiendan que si no tomamos conciencia vamos a saturar el sistema de salud”, advierte.

Quiero quedarme en Santa Cruz, y seguir trabajando por los demás, sea desde el lugar del cual me convoquen. Tristemente y en una vida signada por la violencia de género y los abusos que ejerció mi exmarido sobre mí y toda mi familia, y a través de todos estos años de mover la causa judicial, he podido aprender bastante de bullyng, grooming y muchas de las problemáticas que aquejan a la sociedad actual. En lo que se pueda ayudar y contener, quiero que cuenten conmigo, tenemos que pasar por este mundo para hacer el bien”.

EN ESTA NOTA Celine Foissac

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