Por Jorge Cicuttin

Este enero de los 46 grados de temperatura, de cortes de luz y del pico de la tercera ola de Covid, tiene como contracara una explosión del turismo –con movimientos que están entre los más altos de la última década-, y cifras de reactivación económica en el consumo, la industria y la construcción.

Y todas estas situaciones en medio de una inflación que no tiene freno, de un dólar “blue” que sigue subiendo y una deuda externa que sigue sin encontrar una renegociación viable para el país.

Difícil comienzo de año. El gobierno está presionado por la falta de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ineludible para comenzar a reafirmar la recuperación incipiente y trazar un futuro con mayores certezas en lo económico y político.

Son muchas las presiones sobre la administración de Alberto Fernández. Y debe enfrentarlas en cuestión de días. El tiempo no le juega a favor al gobierno.

Lo presiona la inflación. Los acuerdos de precios no están dando los resultados esperados y están al caer los aumentos programados de las tarifas de los servicios públicos. El primer trimestre del año no aparece fácil, más teniendo en cuenta el 50,9% que resultó en el 2021.

Presiona el valor del dólar: el “blue” cerró a $219 el último viernes y la brecha cambiaria con el oficial es más del doble. El mercado financiero está haciendo su juego y ve la presión sobre las reservas del Banco Central. Éstas vuelven a estar en el centro del debate porque su nivel es bajo y se vienen vencimientos con el FMI. Esta semana que se inicia hay vencimientos por U$S 1.100 millones y en marzo estarán cerca de los U$S2.900 millones.

Parece urgente llegar antes a un acuerdo con el FMI, pero éste presiona para que el gobierno realice un fuerte ajuste fiscal.

No importan los datos de crecimiento económico, la presión del FMI por un ajuste fiscal –lo que apoyo gran parte de la oposición-, tensa y alarga las negociaciones para arreglar la impagable deuda que dejó la administración macrista.

Aquí se advierte un choque entre el comportamiento de la economía real y las variables financieras y cambiarias, que no paran de agravarse. El gobierno está presionado y tiene apuro por llegar a un acuerdo que no frene esta recuperación.

Otros apuros se registran en la principal fuerza opositora. Tienen apuro por cerrar filas y establecer acuerdos básicos pensando en las presidenciales de 2023. Y allí presionan las disputas entre Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y sus halcones, y los radicales que sienten que éste es el momento para plantarse.

Estos últimos días todas las miradas se dirigieron al sur. Más precisamente en el exclusivísimo country Cumelén, a orillas del lago Nahuel Huapi, en Villa La Angostura. Allí transcurre sus vacaciones el ex presidente Macri y allí se reunió este sábado con Rodríguez Larreta. Un encuentro entre el fundador del Pro y quien desea sucederlo como figura principal del espacio político amarillo.

En ese encuentro quedó en claro que Macri no está dispuesto a resignar su rol protagónico dentro de la alianza opositora y que desea protagonismo en el armado electoral de 2023, aunque no sea candidato.

Larreta dejó en claro que se ve como el principal candidato a presidente para 2023 y que ya está diseñando el equipo que impulsará su candidatura. El jefe de gobierno porteño ya se encontró con el bonaerense Emilio Monzó, para sumarlo al armado junto al diputado Diego Santilli.

El ala dura del espacio, liderada por Patricia Bullrich, quien aparece dispuesta a pelearle a Larreta en una interna la candidatura para llegar a la Casa Rosada, por ahora está evitando confrontar públicamente y no tensionar la interna, mientras se junta con el libertario Javier Milei para sumar “por derecha”.

Antes del encuentro con Larreta, Macri recibió en Villa La Angostura a un grupo de legisladores del PRO para evaluar la estrategia legislativa de este 2022 y tantear el clima que se vive en el sector opositor en los distintos distritos del país.

Está bueno que muchos curas quieran ser papas, pero sepan que tienen que competir y la gente va a elegir quién conduce y quién acompaña”, había lanzado a fines del año pasado Macri en un encuentro en la provincia de Córdoba. Y esto se lo volvió a repetir a los legisladores amarillos.

En la vereda opositora, otros que están apurados y presionan son los radicales. Con un Facundo Manes que no da muchas señales en el último mes, apareció con fuerza la figura del gobernador jujeño Gerardo Morales. Dialogó con Alberto Fernández para acordar el encuentro entre gobernadores opositores y el ministro Martín Guzmán para hablar sobre las negociaciones con el FMI –que finalmente se frustró- y se encontró con Larreta para diagramar la estrategia de Juntos por el Cambio frente a ese tema.

Morales se apura para dejar en claro que también se anota en la carrera para el 2023. Y le mete presión a los radicales para qué definan cómo se piensan parar en una interna que se adelanta.

Presiones y apuros que llegan de distintos puntos y que marcan un comienzo de año difícil. Las lluvias aplacaron la ola de calor que azotó gran parte del país. Por el momento no hay agua que apague las dificultades políticas y financieras que nos apremian.

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