Todos estaban pendientes de La Juana. Desde el comisario hasta los cabos y todos los agentes le prestaban atención a esta perrita mientras se preparaban para iniciar la caminata hacia La Visera, donde brindaron seguridad en el partido entre Cipolletti y Círculo Deportivo Otamendi, en una nueva fecha del torneo Federal A.
La Juana se encontraba decidida y firme frente a unos 40 efectivos que formaban en doble fila en la calle Roca al 550, frente a la sede de la Comisaría Cuarta. En ese momento, no se escuchaba ni el zumbido de una mosca, lo cual demuestra el cariño y el respeto que se ganó gracias a su lealtad y compañerismo. La imagen de los uniformados posando junto a ella en plena calle demuestra el cariño que le profesan.
La fama de esta perra trasciende las puertas de la comisaría, ya que se convirtió en una figura icónica en los operativos de seguridad de los partidos de fútbol de Cipolletti. Con su chaleco que dice “no me lo saques que tengo frío”, se suma al equipo de aproximadamente 60 efectivos de todas las fuerzas que cubren los eventos deportivos en la zona.
“Los que se fueron con La Juana son los que van a hacer la tarea específica del cacheo, de la boletería y a eso se le suman allá fuerzas especiales, como la Brigada Motorizada, etc”, comentó a LMCipolletti el titular de esa dependencia policial, José González.
La dedicación y responsabilidad de La Juana en cada tarea asignada le valieron el respeto y la admiración de sus compañeros. Lejos de ser una perra, en términos futboleros, ella es decididamente crack.

“La Juana”: La Perrita Guardiana de la Comisaría Cuarta de Cipolletti
Cipolletti fue testigo de una historia singular que cautivó a sus habitantes. Desde 2019, una perrita flaca y hambrienta apareció de repente en la Comisaría Cuarta de la ciudad, ganándose el corazón de los uniformados y convirtiéndose en la mascota más querida y guardiana de todo el lugar. Se trata nada más ni nada menos que de La Juana.
Cuando llegó a la comisaría, no había nadie que la reclamara como su dueño. Con su carisma y picardía, logró conquistar a los policías con tan solo unas tiernas y compradoras miradas.
A esta perrita mestiza, estimada en unos 10 años de edad, se le puede ver caminando junto a los policías en sus patrullajes por las congestionadas calles de la ciudad. También es habitual hallarla sentada al lado de alguno de ellos durante operativos de tránsito o pacientemente esperando a las puertas de los bancos mientras los efectivos finalizan sus trámites.
Hay anécdotas famosas de sus travesuras. “Es algo bastante pintoresco en la Comisaría, la queremos mucho aunque a veces ‘se las manda’… Recuerdo que cuando se inauguró el césped de la cancha de Cipolletti, empezó a hacer pozos, no paraba de excabar y no quedó otra que llevarla de nuevo a la comisaría”, relató el comisario José González a LMCipolletti.
La Juana se convirtió en parte integral de la Comisaría Cuarta. Por las mañanas, decide por sí misma con qué dupla de policías se irá al control peatonal, y a partir de ahí no los abandona. Cuando llega el cambio de guardia, se acopla al nuevo grupo y continúa su rutina.
También tiene un lugar especial cerca de los calabozos, donde siempre hay un oficial cuidando a los detenidos. Cuando se escuchan sus ladridos o se la ve merodeando inquietamente, es una señal de que hay movimiento interno. Aunque tiene un colchón en su espacio, La Juana deambula libremente por los pasillos, vigilante y alerta.
Aunque respetuosa, también muestra ciertos celos en su comportamiento. “Es muy divertida, obedece las ordenes que se le imparten, no cruza la calle sola, no se atraviesa a los vehículos. No hay otro animal aquí, se han acercado pero no se quedan, sospechamos que la perra cuida su espacio, no quiere que lo ocupe otro. Por eso no hay otras mascotas”, explicó el comisario.
Si bien intentaron llevarla a otras sedes, siempre regresa al mismo lugar. Su lealtad y amor por la Comisaría Cuarta son inquebrantables.
La Juana no solo es cuidada y alimentada adecuadamente, sino que también tiene algunos “permitidos”. Y, según afirman los policías, es golosa y selectiva. A veces se presenta en el Juzgado de Familia para pedir galletitas, pero solo acepta las dulces.
Es difícil de creer, pero afirman que ella distingue entre situaciones tensas o conflictivas y procedimientos rutinarios. “Conocedora de los momentos, tiene una vida arraigada con el personal policial. Un sentido de pertenencia. Y los policías, pese a cómo nos ve cierta parte de la sociedad, somos seres humanos y nos encariñamos con ella”, aseguró González.
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