En enero de 2020, tres años después de denunciar a su padre biológico por abusar sexualmente de ella durante su niñez y adolescencia, Sathya Aldana, una joven cordobesa decidió poner punto final al sufrimiento y terminó con su vida. En vez de asistirla y contenerla, la Justicia la revictimizó cada vez que pudo obligándola a declarar los mismo hechos en reiteradas oportunidades, al tiempo que su padre se había expuesto una sola vez ante los magistrados.

 

“Mamá, si cada vez que tengo que venir me van a hacer contar y recordar todo otra vez, es una tortura para mí”, dijo la última vez, según el testimonio de su madre que reveló que “estuvo medicada e internada cuatro veces” y que “tuvo cuatro intentos de suicidio”.

 

“No la podíamos sacar de ese estado, estaba cada vez peor”, se lamentó entre lágrimas. “Mi hija se quitó la vida porque la llevaron a eso”, agregó dando cuenta de la indiferencia del sistema judicial que la sometió a recordar los aberrantes hechos por pura burocracia.

 

A dos meses de su triste final,  Sathya hizo público su calvario con un posteo en Facebook. “Tenía 8 años cuando mi papá empezó a abusar de mí. ¿Será que el guardapolvo no era lo suficientemente largo y lo provoqué? Abusó desde los 8 hasta los 14“.

 

Este miércoles, Walter Manuel Insaurralde, el presunto violador se presentará ante la Justicia en audiencia. Fue detenido recién la semana pasada, a un año de la muerte de su hija y a diez de los hechos denunciados por los que de ser hallado culpable será sentenciado por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante continuado agravado por el vínculo en concurso real con abuso sexual con acceso carnal.

 

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