La historia del “caníbal de Daireaux”, conmocionó a toda la población de esa localidad en el oeste de la provincia de Buenos Aires en  el invierno del 2008. En ese entonces, Raúl Piñel tenía 33 años y acababa de salir de prisión donde estuvo varios meses por robo fallido. Según cuentan sus conocidos, allí el hombre cambió completamente y se convirtió en otra persona y aseguran que “hizo un pacto con el diablo“.

Al salir de la cárcel Raúl no tenía trabajo y no tenía donde vivir por lo que se mudo a la casa de sus padres.

El atroz crimen ocurrió un domingo hace 14 años atrás, cuando Raúl invitó a su padre de 57 años a cenar. Por motivos que se desconocen, padre e hijo empezaron a pelear y Raúl lo golpeó muy fuerte provocándole la muerte.

Tras el crimen, el joven lo degolló y descuartizó con un cuchillo Tramontina. Después, picó el corazón y los riñones del hombre y se preparó un guiso a la provenzal.

El macabro asesinato salió a la luz al día siguiente, cuando un vecino desprevenido pasó por la casa con la intención de tomar unos mates con el dueño de la casa. Se sorprendió cuando en lugar de su amigo fue el hijo de éste quien le abrió la puerta y se horrorizó cuando advirtió que había sangre en el piso. Además, lo golpeó el olor nauseabundo que provenía de la estufa.

Rápidamente dio aviso a la policía, quienes en minutos estaban llegando al hogar y descubrieron la terrible escena. El joven asesino no se resistió a que lo llevaran detenido, pero le pidió a los oficiales que le dieran un ratito más”. “Ya curé y salvé a mi padre. Ahora me queda hacer lo mismo con mi madre”, argumentó serio.

La principal hipótesis sobre la cual trabajó en un principio el fiscal que tuvo a cargo la causa, Omar Flores, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de Trenque Lauquen, conectaba el parricidio con algún tipo de ritual vinculado a una secta.

Al ser considerado una persona peligrosa, Piñel pasó un tiempo alojado en el neuropsiquiátrico que funciona en la Unidad 34 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en la cárcel de Melchor Romero, en el partido de La Plata. A los tres años del crimen, la Justicia lo consideró inimputable.

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