La semana que pasó nos dejó dos datos políticos que marcan comportamientos claves hacia el futuro. Uno es el pedido casi unánime de los mandatarios provinciales para suspender las primarias abiertas y obligatorias (PASO) en el 2021, y el otro, más grave aún la medición de la Universidad Católica Argentina (UCA), que muestra que casi la mitad de los argentinos –y más, si son niños y jóvenes- son pobres.

 

 

En un caso se muestra un nuevo fracaso del sistema político argentino y en el otro la cara más dura de la realidad social agravada por la pandemia. En uno se pone en evidencia la pobreza de la política nacional, en el otro, más grave aún, se demuestra un problema estructural de la sociedad argentina que una crisis –como el coronavirus-, termina por poner al borde del abismo el futuro de millones de personas.

 

 

“Estamos convencidos de que la elección no sucedió y estamos con toda la energía para ir al ballotage”, dijo Mauricio Macri un año atrás tras la caída por 16 puntos frente a la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en las internas presidenciales. “Lamentablemente, las PASO generaron una disrupción económica y alteraron todo el proceso”, sostuvo Macri, quien insistió que “este proceso electoral” fue el que “dañó” a los argentinos y no su administración.

 

Muchas voces políticas –y muchas de Juntos por el Cambio-, venían criticando las PASO, ya que, sostenían, se han convertido en la práctica en una costosa encuesta nacional y obligatoria, puesto que la abrumadora mayoría de los partidos llegaban con candidatos únicos.

 

Así, se echan por tierra las razones que llevaron a crearlas: democratizar los partidos, evitar acuerdos de cúpulas que dejen de lado a la mayoría de los ciudadanos y generar un debate interno en la que queden en claro las diferentes propuestas. Razones que sonaban entonces muy interesantes, pero que la práctica fue derrumbando con los años.

 

 

Ya nadie las quiere, incluso quienes exhiben razones económicas ocultan argumentos de especulaciones electorales.

 

Todos los gobernadores peronistas, los de las fuerzas provinciales y dos radicales reclamaron la suspensión por “única vez” de las PASO para las legislativas de 2021, con el argumento de la necesidad de centrar esfuerzos y recursos económicos en la lucha contra la pandemia. No firmaron el gobernador mendocino Rodolfo Suárez y el porteño Horacio Rodríguez Larreta.

 

El proyecto se presentaría en los próximos días en el Congreso, que es quien debe decidir. El Gobierno quiere un fuerte consenso, pero ahora Juntos por el Cambio se opone, aunque en las últimas elecciones criticaron abiertamente las PASO. Otra muestra de la pobreza política.

 

Contando “los porotos” legislativos, lo más probable es que el proyecto se convierta en ley y el próximo año no haya PASO.

 

La pobreza más dura

Para la tormenta perfecta se juntaron dos elementos, uno propio y otro compartido con el resto del mundo. La Argentina sufre desde hace décadas una pobreza estructural que lastima, un nivel que no se puede bajar del 25 por ciento de la población y que afecta fundamentalmente –y para peor- a niñas, niños y jóvenes.

 

 

Una pobreza que, bien medida, no tiene que ver solamente con el nivel de ingresos, sino con las posibilidades de educarse, de tener una atención sanitaria respetable y una vivienda digna. Una desigualdad que abruma.

 

 

La pobreza va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles. Es un problema de derechos humanos.

 

 

Y llegó el coronavirus. Una pandemia que aumentó el desempleo y la pobreza a niveles récord en la historia en todo el mundo. La Argentina, por supuesto, no quedó al margen. Pero la recuperación de una crisis de estas características no se produce de la misma manera en nuestro país que en Alemania o Estados Unidos. Aquí todo nos cuesta más.

 

 

La pobreza subió al 44,2% de la población por la pandemia y no fue mayor por las políticas de ayuda del Gobierno. Los números surgen de un informe del Observatorio Social de la UCA, que señaló las consecuencias de la pandemia y la consecuente paralización de la actividad económica. Los datos son peores en el caso de niñas, niños y adolescentes.

 

 

El 34,9% de los hogares y el 44,2% de las personas se encuentran por debajo de la línea de la pobreza al cierre del tercer trimestre del año, por encima del 32,1% y 40,8% registrado en igual período de 2019, en un contexto en el que resultó determinante la pandemia de coronavirus.

 

 

El director del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia, dijo que “sin la AUH, el IFE, la Tarjeta Alimentar y el resto de los subsidios, la indigencia hubiera sido el doble y la pobreza hubiese trepado al 53%”. Y completó: “Es necesario un crecimiento económico y un pacto económico-social para crear empleo porque si no, no hay posibilidad de salir de la pobreza”.

 

 

Un pacto económico-social propone Salvia. ¿Estamos en condiciones de llevarlo adelante? Suena difícil.

 

 

La controversia por las PASO marca un paso atrás en la calidad democrática. El aumento de la pobreza son varios saltos hacia atrás en el futuro del país.

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