Por Alejandra Gallo

 

Desde las entidades empresarias y la CGT decidieron tomar la posta y buscan ganarle de mano a los tiempos de la política. Tal vez el puntapié inicial lo visibilizó el encuentro de AEA con la CGT, el martes, pero no fue el único y vendrán muchos otros en las próximas semanas. Las demoras debido a las circunstancias de la pandemia pero, sin dudas también debido a las diferentes miradas (por ser suave) dentro del Gobierno, hacen crecer las ansiedades en torno al denominado plan económico del Presidente. Nadie pide a esta altura de la crisis, letra chica y anexos; a lo mejor la dirigencia se conformaría con un lineamiento general de objetivos políticos.

Se vendrán en los próximos días un tercer encuentro del Foro de Convergencia Empresarial con la CGT y no se descarta un documento conjunto de empresarios y sindicalistas, un hecho inédito que sólo la magnitud de la pandemia mundial y la profundidad de la crisis pueden explicar.

Las ansiedades también recrudecen por las estadísticas que se van conociendo sobre el impacto en la economía de la pandemia mundial: por ejemplo el INDEC acaba de difundir que la actividad económica cayó 20,6% en mayo y acumuló una caída del 13,2% en los primeros cinco meses del año.

Eso tendrá un correlato en el nivel de empleo y en la cantidad de empresas que sobrevivirán. En entidades como AEA, el Foro de Convergencia Empresarial, el Grupo de los Seis, IDEA, creen que la recuperación del país post pandemia vendrá de la mano de la inversión privada y no de la obra pública. A lo mejor ese es el primer matiz grueso de distancia en las visiones de uno y otro.

No obstante hay un hecho interesante y es que la propia CGT coincide en este diagnóstico cuando mira el horizonte futuro, en especial a la hora de –sostienen los conductores de la central Azopardo- recuperar a los integrantes de la clase media que se aceran luego de la crisis y a los niños que hoy, antes de este tsunami mundial, ya representaban en el país a la mitad de los infantes de entre 0 y 24 años.

Los números de la pobreza

Un número que sacude a cualquiera, sobre todo porque se estima que para fines de año la pobreza general orillará el 50% de la población. ¿Podrá el otro 50% seguir sosteniendo el sistema asistencial actual y el que se requerirá en los próximos años? Sostener la estructura sólo con emisión no lograría éxito en el mediano plazo sin poner en riesgo la macroeconomía.

Lo sorprendente es justamente eso que haya consenso en el diagnóstico. En el comunicado del encuentro virtual entre AEA, conducida por Jaime Campos y la CGT, timoneada por Héctor Daer es que se rescata un acuerdo por bajar la presión impositiva, la más alta en relación al PBI en toda América Latina.

En el comunicado de prensa que se difundió tras el zoom del martes se destacó, entre otros puntos, “la necesidad de reducir gradualmente la presión tributaria sobre el sector formal de la economía, atendiendo a su vez a la necesidad de equilibrar las cuentas fiscales”. Un informe de la Cámara de Comercio reveló que en mayo, por ejemplo, el 42,5% de los comercios no pudieron pagar totalidad de sus impuestos.

Esta semana se conocerán los resultados de la encuesta de expectativas que realiza habitualmente IDEA y entre las principales conclusiones figurarían justamente la dificultad de mantener la actual estructura tributaria y la imposibilidad de afrontar las cargas impositivas no ya para las pymes sino para las grandes compañías.

La carga impositiva dificulta la generación de empleo en blanco en el sector privado y también complica la continuidad del pago de impuestos por parte de los trabajadores en relación de dependencia, mucho más complejo aún para los profesionales independientes que, de acuerdo con estimaciones de consultoras privadas en lo que va de la cuarentena ya habrían dado de baja o dejado de pagar cerca de 70.000 y eso incluye sólo los que están en blanco.

Lo que viene en los próximos días es un nuevo encuentro de la CGT con el Foro de Convergencia Empresarial, que sería en dos semanas. Por estas horas hay contactos permanentes entre ambos lados para definir la metodología de trabajo y cuántos equipos técnicos destinará cada uno para avanzar en un primer borrador. Hay consenso en tres ejes: generar condiciones para promover la inversión privada, el empleo formal y una salida sostenida de la pobreza. En esa mesa podrían sumarse algunas organizaciones sociales, de acuerdo con la propuesta de la central sindical.

En la misma dirección busca trabajar el Grupo de los Seis, que aglutina a la Unión Industrial, (que ya presentó su propio documento), la Cámara de Comercio, la Cámara de la Construcción, la Sociedad Rural, los bancos y la Bolsa. La idea en un principio fue sumarse al documento de la UIA pero dentro de este frente empresarial hay diferencias sustanciales en torno a la concepción económica de lo que debe venir por eso se discutiría la posibilidad de motorizar acuerdos más parciales similares a los que, en su momento, lograron (no sin críticas de otros sectores) los industriales y la CGT para reducir salarios manteniendo los puestos de trabajo durante la pandemia. Por eso tampoco se descarta un posible encuentro virtual entre la CGT y el G6, que estaría impulsando la sede fabril.

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