Horacio Lutzky es abogado, escritor y periodista. Fue director del periódico judío progresista Nueva Sión, asesor de Nilda Garré en la elaboración de un dictamen acusatorio contra la Corte Suprema de Justicia por su mal desempeño en la investigación del atentado contra la Embajada de Israel. Es autor de “Brindando sobre los escombros” (2012), “La explosión” (2017) y “Iosi, el espía arrepentido”, escrito junto a Miriam Lewin.

Los tres textos reconstruyen el contexto geopolítico que se vivía en la década del ’90, las consecuencias de las relaciones carnales de Carlos Menem con los Estados Unidos, el encubrimiento local y el rol de los servicios de servicios de inteligencia que están en el centro de la escena de la voladura y el encubrimiento.

Para Lutzky, lo que ocurrió en los últimos 26 años con la causa AMIA, atentado que se cobró la vida de 85 personas, fue la puesta a prueba del Lawfare en el país, que bien supo utilizar el macrismo para llegar a la Presidencia.

Traiciones en el contexto geopolítico

Aquella mañana del 18 de julio de 1994, Lutzky estaba en la redacción de Nueva Sión, sobre la calle Sarmiento en el barrio de Almagro, Capital Federal por entonces. De repente, sintió temblar el edificio vidriado y automáticamente una bandada de pájaros y palomas empezaron a orbitar sobre la Plaza ubicada a media cuadra. Un presentimiento espantoso lo surcó, confirmado segundos después cuando alguien llamó a la redacción y avisó del atentado. Junto a un compañero, bajaron a la calle, tomaron un taxi y llegaron lo más cerca que pudieron. Una vez en el epicentro del espanto, de camino hacia Pasteur al 600, Lutsky comprobó algo que sería premonitorio.

“No me preguntes por qué, pero tuve una impresión que luego pude confirmar con el tiempo: las fuerzas de seguridad habían despejado el área. Con el paso del tiempo supe que hubo zona liberada en ambos atentados.”

LOA: ¿Dónde nació el atentado a la AMIA?

HL: El atentado tiene más de una motivación. Por un lado, debemos ubicarnos en la Guerra de Medio Oriente. La repercusión local de este conflicto tiene que ver con un contexto en el cual el entonces presidente (Carlos) Menem, irresponsablemente, introdujo a nuestro país en esa disputa. Después tenemos que hablar de la política de relaciones carnales con Norteamérica cuando Menem, en su campaña electoral, había acudido a la ayuda política y económica de países árabes que estaban en guerra con Israel.

De modo que él traicionó una cantidad de compromisos que iban desde transferencia de tecnología nuclear, la promesa del misil Cóndor, hasta promesas de alineamiento con Siria, el país de sus ancestros. Personalmente, tejió una relación con Kadafi que incluso mandó representantes al acto de asunción de Menem. Es decir, era el hijo dilecto que llegaba a la Presidencia para alinearse pero lo hizo en sentido contrario.

Menem introdujo a nuestro país en la disputa por Medio Oriente

LOA: ¿Cómo fueron esos primeros gestos de traición de Menen hacia el mundo árabe?

HL: Lo primero fue la suspensión del envío del misil Cóndor, comunicado incluso por ATC. A esto hay que sumarle que Menem comandó, por esos años, un vasto operativo internacional, secreto, de contrabando de armas hacia los Balcanes, propiciado directamente por Bush (padre). En los papeles, Estados Unidos era garante del embargo de las armas para esa zona pero en el fondo necesitaba que llegaran, entonces encontró en Menem un aliado fenomenal.

Este escenario también era explosivo. Entre las facciones enfrentadas estaban por un lado los serbios con los restos de la Unión Soviética y por el otro lado, Yugoslavia con sus repúblicas luchando por independizarse. Estas últimas eran apoyadas por Estados Unidos, Alemania e incluso por el Vaticano que respaldaba firmemente a Croacia.

 

Tres libros claves: “Brindando sobre los escombros”, “La explosión” y “Iosi, el espía arrepentido”. FOTO: MIRTA VELÁSQUEZ

LOA: ¿Quiénes fueron los intermediarios en ese tráfico de armas?

HL: En este enjuague de tráfico de armas, algunos de los principales intermediarios eran sirios e iraníes que estuvieron por Buenos Aires en esa misma época. De modo que sectores del Gobierno, de Inteligencia, Fuerzas Militares y de Seguridad, acompañaron ese tipo de prácticas ilegales con intermediarios que tenían un grueso prontuario criminal, como Monzer Al Kasaar (hoy preso en los Estados Unidos), que también por esos días entraba muy libre de cuerpo a la Casa Rosada, y se le expendieron “papeles” para que fuera intermediario en esa venta.

La presencia de Al Kasaar trató de ser disimulada pero lo cierto es que las relaciones no sólo eran comerciales sino familiares, oriundos de Yabrud, en Siria. En ese pequeño pueblo se conocían todos. En migraciones, Menem había puesto como Jefe a un oficial de inteligencia Sirio, Ibrahim al Ibrhahim casado con Amira Yoma- que no hablaba una cuota de castellano. En el aeropuerto aparece otro personaje de ascendencia siria, como Yabrán, que dominaba los depósitos fiscales.

En determinado momento, Estados Unidos le hizo saber que debía cortar con ciertos avances de suministro de tecnología a los países árabes; Menem obedeció ese mensaje y paró abruptamente un barco con destino a Teherán. Esto fue antes del atentado a la Embajada de Israel. Hay que comprender que los tres atentados, el de la Embajada (1992), AMIA (1994) y Río Tercero (voladura de Fabricaciones Militares, 1995) están relacionados.

El inicio del encubrimiento

LOA: Germán Moldes, uno de los fiscales que defendió la acusación de Alberto Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner, ¿fue clave para permitir el ingreso del traficante de armas Al Kassar?

HL: Fue clave porque era autoridad de la Secretaría de Población y Migraciones y soslayó alevosamente el inmenso prontuario criminal de Al Kassar. Y además hubo denunciantes, días después del atentado a la AMIA, que lo ubicaban a Moldes acompañando personalmente a Al Kassar y algunos de sus familiares para sacarlo del país. Esas actuaciones las encontré en el expediente de la causa por la voladura de la Embajada de Israel, que duerme en la Corte Suprema de Justicia.

LOA: ¿Dónde nació el encubrimiento?

HL: Nació de la necesidad de seguir manteniendo en las sombras esas redes de tráfico clandestino de armas que viene desde los ´70 y que incluye a personajes impresentables, a veces vinculados al terrorismo internacional o simplemente mercaderes. Esas redes se mantuvieron en las sombras porque a lo largo de las décadas se activaron más de una vez desde el escándalo Irán Contras; en ese esquema de armas hacia Irán durante la guerra que tuvo con Irak por más de diez años, intervinieron funcionarios de la CIA, agentes israelíes y militares argentinos.

 

18 de julio de 1994. Atentado a la AMIA en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Menem firmó decretos falsos por la exportación de armas hacia destinos que no iban. ¿Quién era secretario legal y técnico que avalaba esos decretos? Carlos Corach. ¿Quién era secretario de Corach? (Claudio) Bonadío (N.d.R.: el fallecido juez tuvo a su cargo la causa por encubrimiento del atentado pero fue recusado por haber dormido el expediente).

¿Quién era el encargado en el Congreso con todo lo vinculado a la Seguridad y Relaciones Exteriores? Miguel Ángel Toma, que después fue titular de la SIDE. Producido el atentado, encontramos que hay un nutrido puñado de funcionarios que fueron instalados en juzgados federales, fiscalías y en la SIDE, lugares donde se podía mantener bajo control la dirección de la causa. Sumado a que las instituciones judías la propia AMIA y DAIA- con su proverbial seguidismo de las instrucciones de la Embajada de Israel decidieron sostener a Menem .

Habría que insistir con el encubrimiento, sobre todo la trama local

LOA: ¿Por qué esa mañana del 18 de julio tuviste la sospecha de que había una zona liberada?

HL: Entre los dos atentados hubo una docena de efectivos de la Federal que estuvieron donde no debían estar. En 2002 fui asesor de Nilda Garré y revisé el expediente del atentado a la Embajada, y ahí se veía cómo un grupo de policías no estaban en su lugar asignado; las excusas que daban eran de las más inverosímiles. Lo que también se veía de manera palpable es que no hubo el menor interés por citarlos a declarar. Cuando se produce el atentado a la AMIA, observé el mismo patrón.

Ahora, si a eso le sumas que hubo advertencias previas, concretas y que fueron desoídas; y si le agregás que había una observación cercana y permanente, por un lado de la AMIA a través de la Policía Federal y también había un seguimiento previo a los acusados del atentado, es fácil concluir que había conocimiento de que algo así ocurriría.

Hubo material de seguimientos que desapareció de la ex SIDE. Y como si todo esto fuera poco, en la madrugada anterior a la demolición del edificio de la AMIA (N.d.R.: la palabra demolición es clave, habla de la posible implosión sin la intervención de ninguna traffic) un helicóptero se suspendió sobre su techo, confirmado por varios testigos. Nadie hizo nada para conservar las constancias sobre ese vuelo.

El modelo de los servicios de Inteligencia de aquellos años no ha cambiado

LOA: El testimonio del espía arrepentido Iosi, ¿pudo incorporarse en la causa?

HL: Esta es una muestra más de las prioridades desviadas que tuvo la investigación. Yo personalmente lo llevé a Iosi a la fiscalía de Nisman, después de haber pasado sin éxito por el juzgado de Canicoba Corral. Nisman no se encontraba, entonces sus secretarios le tomaron una declaración. Esto fue en julio de 2014. Automáticamente pasó a la órbita del programa de protección de testigos. En los seis meses que pasaron entre que fuimos a la fiscalía y el suicidio de Nisman, no lo llegó a conocer. No hubo ninguna otra declaración formal de Iosi en ninguna de las instancias judiciales.

 

Los usos del macrismo

LOA: ¿Hubo una manipulación de la causa AMIA por parte de Mauricio Macri?

HL: Absolutamente. Considero que la causa AMIA fue la pista de prueba del lawfare en la Argentina. En esta causa comenzó la compra de testimonios, el apriete de testigos; el Fino Palacios el policía predilecto de Macri le dio a una abogada de la DAIA un dispositivo para hacer escuchas ilegales. El huevo de la serpiente de lo que pasó en la Justicia Federal está en la causa AMIA, y el macrismo encontró los aliados perfectos por motivos ideológicos, funcionales, de amistad.

En las audiencias del verdadero juicio por encubrimiento, fue palpable la sensación de satisfacción en los imputados cuando Macri ganó las elecciones. El ex presidente puso de secretario de DDHH a quien fuera mano derecha de (Rubén) Beraja, puso a Garavano como ministro de Justicia con lazos de amistad y laborales con los fiscales acusados de encubrimiento, Muller y Barbaccia. Esta línea se confirmó cuando Macri embistió contra la Unidad AMIA a cargo de Mario Cimadevilla. Cuando Garavano y Macri desactivaron esa Unidad, mandaron a un abogado Fridman que trabajó en el estudio de Martas Nercellas, la abogada de Beraja y la DAIA. Básicamente, los defensores de los acusados por encubrimiento.

LOA: ¿Encontrás puntos en común entre el rol de los servicios de inteligencia con el uso que hizo el macrismo de los espías?

HL: Demuestra la existencia de una matriz patética que evidencia una absoluta incapacidad para cumplir con los verdaderos objetivos de un servicio de inteligencia, que es prevenir actos de terrorismo o definir hipótesis reales de conflicto. Por el contrario, se dedicaron a operar con actos de sabotaje, inventar pistas y eso se vio a lo largo de los años. Creo que el modelo no ha cambiado.

EN ESTA NOTA amia horacio-lutzky

Leé más notas de Sebastián Premici