La llegada de la pandemia de coronavirus a la Argentina y las rápidas –y exitosas- medidas tomadas por el gobierno nacional para evitar muertes y que no se desborde el sistema sanitario pareció enterrar la grieta política que nos dividía hasta ese momento. Peronistas, radicales, kirchneristas y macristas comenzaron a trabajar codo a codo en favor de la salud de los ciudadanos, dejando de lado las diferencias ideológicas en la búsqueda de una administración responsable de la dura crisis mundial que también ancló en el país.

 

Excepciones siempre las hay, sobre todo entre quienes tienen responsabilidad de gestión y aquellos que pueden tirar piedras desde la tribuna. Pero se entendió que era una cuestión de vida o muerte, y se priorizó la salud, sabiendo lo obvio: una cuarentena afecta, y mucho, la economía y el sistema productivo tanto del país como en lo individual.

 

Alberto, junto a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, anunció la cuarentena hasta el 7 de junio inclusive.

El presidente Alberto Fernández marcó una línea: de unos puntos menos del PBI se puede volver, de la muerte no. Y en principio la aceptaron gobernadores, legisladores y la mayor parte de la ciudadanía. Eso no quita que se discuta cada día cómo ir saliendo del aislamiento.

 

La vieja grieta, por cierto, nunca se fue del todo. Pero en los últimos días renació con otro formato: la aparición de los “anticuarentena”. Políticos, economistas, empresarios y periodistas y medios opositores al gobierno comenzaron una por momentos feroz campaña en contra de las medidas sanitarias de aislamiento.

 

Hablan de la “angustia insoportable”, de una economía destruida, de la gente que “ya no aguanta más”, incluso intentan instalar mentiras como que la Argentina ingresó en la cuarentena más larga del mundo.

 

Algunos, con una ingenuidad forzada, se preguntan “¿qué, no se puede discutir cómo hacer la cuarentena?”. Lo hacen como se fuera una discusión aséptica, de laboratorio, que no oculta posiciones ideológicas e intereses económicos y políticos.

 

En Chile se dio marcha atrás a la apertura de la cuarentena por el aumento de casos.

Si se discute la existencia de Dios, incluso si la Tierra es esférica o plana, ¿cómo no se va a poder discutir el formato de una medida de protección sanitaria? Por supuesto que sí, pero sin ocultar qué se juega en cada postura, argumentando y permitiendo desenmascarar informes engañosos como el de “la Argentina campeón mundial de la cuarentena”.

 

Veamos esto último. Comenzó con un informe amañado y engañoso del diario La Nación, que luego tomaron y repitieron otros medios opositores. Y los datos muestran su falsedad, porque, por ejemplo, Perú mantiene la cuarentena hasta el 30 de junio, España continúa con su “período de emergencia”, Chile volvió a aplicar una cuarentena estricta en Santiago ante el colapso de su sistema sanitario.

 

Es falso porque en varias provincias y ciudades de la Argentina existe una salida de la cuarentena igual a la de otras regiones del mundo. En lugares de la Argentina hay bares, restaurantes, incluso gimnasios y peluquerías abiertos, se permiten las reuniones familiares, salidas y paseos, hasta hay provincias que se ofrecen para retomar el torneo de fútbol. Se reabren fábricas.

 

En Corea volvió el fútbol, pero con muñecas inflables en las tribunas.

Los “anticuarentena” hablan de la continuidad de esta medida con una mirada porteña y no federal. El Conurbano bonaerense y la Ciudad Autónoma (CABA) conforman un conjunto especial, el epicentro de la pandemia, donde no se puede romper el aislamiento. Como ocurre en Madrid y Barcelona, donde recién hoy se reabren bares y restaurantes, pero sin atención dentro de los locales.

 

Hay una tendencia unitaria en la mirada periodística que se acentuó con la pandemia.

 

Porque además existe otra discusión de fondo, y que apunta a preguntarse ¿Qué es salir de la cuarentena? ¿Qué pasó a ser la normalidad? En Corea volvió el fútbol, sí, pero con muñecas inflables en las tribunas. En Francia volvieron los más pequeños a las aulas, pero limitados en sus movimientos con marcas hechas con tiza en las baldosas. En ningún país hay funciones teatrales, recitales, eventos y fiestas multitudinarias. ¿No significa esto que las cuarentenas continúan con distintos formatos?

 

La cuarentena va a durar lo que tenga que durar, para que estemos todos sanos”, sentenció este sábado el presidente, intentando ponerle un punto a una discusión y grieta que va a marcar el futuro.

 

Que no nos ganen los ansiosos. Dejen de sembrar angustia”, dijo, con un tono en el que se notaba su molestia. No dejó espacio para duda alguna sobre cuál es la directriz de su administración de la crisis actual: “Estamos en una pandemia que mata gente, ¿lo entendemos? Quédense en sus casas y cuídense.”

 

Alberto Fernández: “La cuarentena va a durar lo que tenga que durar, para que estemos todos sanos”.

Pero la grieta está instalada y estos pasos hacia atrás, como se está haciendo con el aumento de controles en el área metropolitana, va a potenciarla.

 

Están quienes insisten con mirar la realidad política y económica con ojos “pre-pandemia”. Y es un error porque todo cambió. Incluso la renegociación de la deuda externa y la extensión del plazo para llegar a un acuerdo con los bonistas privados más duros no se entendería sin la existencia del coronavirus.

 

Porque el mundo vive una etapa de recesión, desempleo, crisis de bancos -se disparan los niveles de incobrabilidad-, con familias y gobiernos híper endeudados. Se reavivó la pelea entre las dos potencias económicas globales, Estados Unidos y China, que además enfrentan serios problemas económicos internos. El intercambio comercial global bajó a niveles del siglo pasado.

 

Todo eso está en la cabeza del gobierno argentino y de los bonistas privados a la hora de discutir la deuda y el verdadero valor de los bonos en tiempos del Covid-19.

 

Cementerio de San Pablo, en Brasil, prepara las fosas para los fallecidos por coronavirus.

El cubano Pablo Milanés escribió y canta que “el tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó”. Y sí, tanto tiempo de cuarentena nos va dejando huellas duras. Y seguramente saldremos más pobres.

 

Pero el valor de las vidas que está salvando la cuarentena es pasado por alto por muchos periodistas. Algunos de ellos que hoy se dan “el lujo” de entrevistar a un mozo que cuenta lo mal que la está pasando porque el bar está cerrado. Si no existiera la cuarentena que tanto critican, podrían –como en Brasil-, entrevistar a un sepulturero que cava fosas comunes en el cementerio.

 

La cuarentena no es buena. Pero peor sería contar mil muertos por día. Aunque no todos piensen igual.

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