Por Hugo Ferrer

La calle Juan José Paso al 181, en Colón, Entre Ríos, pasará a ser un emblema patriótico. A la hora 16 del jueves 2 de septiembre, en el día de su cumpleaños 59, una placa recordará al soldado Elbio Eduardo Araujo Penón, caído en combate durante la guerra de Malvinas. Ubicada en la entrada de la casa familiar, se podrá leer:  “Aquí fue concebido un héroe que vivió los mejores años antes de partir a dar vida en nuestras amadas Islas Malvinas. Ese héroe fue su hijo.  Elbio Eduardo Araujo Penón. Héroe de Malvinas”. La placa también dice: “Estás frente a la casa de María del Carmen Penón, una Madre de la Patria”.

Al homenaje lo encabeza la hermana del soldado, Fernanda Araujo, a su vez presidenta de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Durante el  acto  actuará  la Banda del Batallón de Ingenieros Blindados II de Concepción del Uruguay. Cuando interpreten el himno nacional y la marcha de Malvinas habrá lágrimas, miradas al cielo, latidos más rápidos, emoción y barbijos humedecidos.

María del Carmen y Fernanda, la madre y hermana del soldado Elbio Eduardo Araujo, con el cuadro cuando estaba haciendo el servicio militar. FOTO: GENTILEZA RUBEN COMAN/ ELENTRERIOS.COM

También participarán familiares de  caídos de distintos lugares del país (Corrientes, Bahía Blanca, Formosa, Jujuy y  Gualeguaychú, Bahía Blanca, entre otros). Muchos de ellos llegarán desde el Regimiento Patricios de Capital Federal. Para eso, tuvieron el apoyo del   Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Por la noche, como refleja elentrerios.com, se espera con gran expectativa la cena en la casa del ex combatiente Mario Vaucher, responsable del Museo Islas Malvinas de Colón,  donde permanece la imagen de la Virgen de Luján que acompañó a los familiares de los caídos en los dos viajes humanitarios realizados al cementerio argentino de Darwin. Y la historia :  “La Basílica de Luján nos donó una imagen de la virgen que mide más de un 1,50 y antes de llevarla a Malvinas la llevamos a recorrer el país, desde La Quiaca hasta la Antártida, pasando por Colón. De cada lugar volvía con rosarios desde los más humildes hasta de plata y oro. Una pareja nos dejó sus alianzas, dibujos, cartas. Fue una peregrinación maravillosa llevando y trayendo bendiciones. Eso es Malvinas: amor. El acto de amor más grande es dar lo más sagrado que tenemos: la vida. Jesús dio la vida por nosotros y ellos estuvieron a la altura de Jesús. Todo lo que hacemos desde la comisión es para ellos, pero es tanto lo que dieron, que siempre sentimos que lo que hacemos es poco.”

El 2 de abril del 2020, en plena pandemia, el presidente Alberto Fernández destacó: “Como cada 2 abril, reivindicamos nuestra soberanía”. Y en su  cuenta personal de Twitter  acompañó el mensaje con un video de un minuto y medio, con imágenes de soldados caídos durante la guerra de 1982. Y entre ellos, estaba Elbio. Y mientras se ven fotos, se escucha en off la voz de su madre:  Mi hijo Elbio Eduardo Araujo era un hermoso muchacho. Él tenía su luz propia”.

 

Fernanda Araujo no claudica en su lucha para que reconozcan a nuestros héroes. Y también los héroes del General Belgrano.

Así, le  recuerda a Crónica cómo fue el proceso de identificación de los soldados sepultados como “NN” en Darwin.  “Fue con grandes sorpresas. Para mi mamá fue conmovedor. Me dijo:  ‘Saber cuál era la tumba de mi hijo Elbio fue volver a parirlo y llegar al cementerio fue como un milagro’”.

El 26 de marzo de 2018 los familiares se reencontraron por primera vez con el lugar exacto donde están sus  seres queridos. Ella, como hermana, es contundente: El cementerio de Darwin es tierra santa, es nuestro pedacito de cielo donde la mayoría decidimos que los héroes se van a quedar”. 

Elbio Eduardo hizo el servicio militar obligatorio en 1981. El 20 de junio juró “defender a la Patria y la Bandera hasta dar la vida”, y en marzo del ’82 le dieron la baja. Cuando convocaron a la guerra de Malvinas, él dijo:  “Me tengo que presentar”. Según Fernanda, su papá “siempre nos inculcó el valor de la palabra. Él sintió el llamado de la Patria y dos días después le llegó la notificación; estaba feliz. Ingresó al regimiento el 9 de abril, un Viernes Santo.”

Y así fue como llegó el domingo 11 de abril de 1982. Para María del Carmen, está intacto ese día: “Lo despedimos en la plaza de armas y Eduardo me dice: ‘Mamá, me voy a poner el birrete así le hago el saludo militar al himno’. Y todo el tiempo hizo ese saludo… Cada vez que suena el himno, tengo esa imagen…

Además de las fotos, a María del Carmen y Fernanda le quedan las tres  cartas y dos telegramas “que enviaba después de cada ataque grande”. Hay  detalles tan simples como conmovedores: “Disculpen la letra, les escribo a la luz de los fósforos pues la situación así lo impone”. El héroe estaba en su pozo de trinchera, en Monte Longdon. “Quédense todos tranquilos que el Soldado Araujo monta guardia por la Argentina, la de todos, próspera y soberana y que le es fiel a su juramento”.

Y el tema del hambre y la escasez de comida también lo pudo describir: había camaradería, amor al compañero: rompieron una galletita en cinco pedazos para comer los cinco integrantes del pozo…

Después del final de la guerra, fue desesperante el peregrinar por el hospital de Campo de Mayo. Llegaron muchos heridos y hasta compañero de Elbio Eduardo.

María del Carmen y Fernanda  fueron testigos cuando algunos soldados salían  corriendo por la galería y mientras gritaban “¡¡¡Mamá, acá estoy, mamá!!!”,  se abrazaban hasta estrujarse con los familiares..

Elbio Eduardo nunca apareció.

A los héroes hay que tenerlos presentes, siempre.

Es oportuno recordar lo que destacamos a menudo: Crónica es Malvinas.

Hubo una época en que escuchar la marcha  en la escuela primaria producía algo especial: uno se sentía un súper héroe, se le hinchaba el cuerpo, volaba. Imaginaba situaciones mientras “sonaba” cada palabra del texto que creó el poeta Carlos Obligado.

La frase “tras su manto de neblinas, no las hemos de olvidar”, es anterior a la guerra de 1982. Para muchos, Malvinas “empezó” aquel 2 de abril. No, Malvinas es desde siempre. Como le pasa a Crónica, “jamás las hemos de olvidar”. Forma parte de su adn, de su historia, de su vida. A través de las tapas y de sus páginas, Malvinas siempre estuvo y está presente. Y lo mismo pasó y pasa en el canal. Las historias mejor contadas, la vida y proezas de sus héroes tienen su lugar en Crónica, como el caso del soldado Elbio Eduardo Araujo, y como lo recordamos a Jorge Altieri cuando recuperó su casco, y como tantos otros héroes que enorgullecen al país.

La bandera que flamea, los rostros de sus soldados, el dolor, la muerte y la música que conmueve, también forman parte de la misma historia.

Han pasado películas, cuentos, relatos, lo que uno imagine, sobre las islas. Cada uno es protagonista de esa pertenencia.

Sin ideologías, sólo con el sentimiento y el amor a su país, a su patria, Malvinas aglutina a todos, los agrupa mágicamente.

Con sólo recordar las veces que hemos dibujado o “calcado” las islas es suficiente para tener la dimensión de que nacimos con Malvinas.

“¿Quién nos habla aquí de olvido…?” dice otra parte de la canción. Por eso, es importante que día a día se construya, se informe sobre Malvinas, de su existencia, de lo que pasó y, sobre todo, de sus héroes. Ellos la han hecho más grande e inolvidable.

La placa que se descubre en Colón, Entre Ríos,  donde la madre y la  hermana de Elbio Eduardo Araujo son las herederas directas de ese espíritu patrio, no hace más que reforzar que no nos olvidamos ni de Malvinas ni de sus héroes.

Pero hubo otros símbolos que impactaron en María del Carmen. A Crónica le dio detalles de  cuando encontró en una de las oficinas del Archivo Nacional de la Memoria las pertenencias de su hijo que estuvieron  dentro de una fosa durante 35 años. “Había caído una bomba de pleno en su trinchera por lo que siempre pensamos que no había quedado nada de él”. Así, rescató  una estampita con la imagen de la virgen de la Merced, una pulsera de soga y plata, páginas de una biblia (rota y ya amarilla), una libreta del Ejército, una cédula de conducir y un comprobante del pago de la cuota de una escuela. “Darle valor a las cosas no por lo que valen, sino por lo que significan”, destaca. “Recuperarlas me hizo pensar que lo tuve de nuevo, volvió a nacer conmigo”.

Y ella vive de emociones fuertes. Eduardo Berhendt, vicepresidente de la Comisión de Familiares, le mostró con orgullo a Crónica un video conmovedor: María del Carmen pudo ver antes la placa que inaugurarán. Desmontada, sobre una mesada, pasó su mano derecha por el relieve de cada palabra escrita. Antes, la besó. “Bueno, qué linda!” Con el corazón hinchado, emocionada, se animó a decir: “Costó sangre, pero llegó.  Ahora está en las manos de ustedes seguir, no descansar hasta llegar a Malvinas.

Después de un suspiro, miró de nuevo a la placa y le habló a su hijo, como hablan las madres desde el dolor y el amor: “¡Eduardo!”

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