Desde temprano este jueves, bajo el rigor de las bajas temperaturas patagónicas, vecinos, referentes sociales, y miembros de toda la comunidad educativa dieron cita para rubricar su compromiso en pos del financiamiento universitario.
Cerca de las cuatro de la tarde, vecinos de la capital de Santa Cruz, se reunieron junto a destacados referentes de la izquierda, pasando por docentes de ADOSAC y trabajadores del rectorado de la Universidad de la Patagonia Austral (UNPA) . Esta movilización, que involucró a todos los actores de la comunidad universitaria, desde docentes y no docentes hasta estudiantes, se gestó como un trabajo conjunto entre todas las universidades nacionales, fue presentado por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y cuenta con la participación activa del Frente Sindical. Es un claro mensaje: la universidad está de pie y exige un presupuesto digno.


La situación actual de las universidades nacionales es, por decirlo suave, alarmante. Si bien el año pasado ya se había dado una primera gran marcha en defensa de la educación pública, y las instituciones tuvieron que “acomodarse” a un presupuesto con severos recortes, la realidad es que esta no es la forma ideal de funcionamiento para un sistema que ha aportado tanto al desarrollo del país. La inflación, esa que en la calle se siente mucho más allá de los números “oficiales” que pueda brindar el INDEC, ha carcomido el poder adquisitivo de los salarios, ha diezmado las becas y ha golpeado duramente al sistema científico y tecnológico.
Uno de los puntos más críticos y dolorosos de esta crisis es el impacto directo en los bolsillos de quienes día a día sostienen la universidad. Los sueldos de los trabajadores docentes y no docentes están “bajísimos, bajísimo”. Las pautas salariales, cuando existen, son irrisorias, con incrementos de apenas el 1% frente a una inflación que, de mínima, triplica esa cifra. En el sector no docente, por ejemplo, se ha hablado de una pérdida del poder adquisitivo que ronda el 50%. La sensación de “no llegar a fin de mes“, que hoy aqueja a gran parte de la sociedad argentina, es una realidad palpable para los compañeros universitarios tal como indicó Leandro Cabezuelo, uno de los trabajadores universitarios que estuvo presente en la marcha y habló con La Opinión Austral.
Pagarle mal a un docente universitario es, en esencia, un mensaje de que la universidad no importa. Esta desvalorización del trabajo y la preparación universitaria remite, con preocupante similitud, a la tristemente célebre “fuga de cerebros” que Argentina sufrió en la década de los 2000, expresó Cabezuelo.
La lucha actual es, entonces, un llamado a la acción. Miguel del Pla, referente de ADOSAC, sindicato que ha protagonizado paros masivos con una adhesión cercana al 100%, habló con La Opinión Austral y destacó la importancia vital del presupuesto universitario.
Para él, la educación pública es “una sola”, que abarca desde los más chicos hasta los universitarios. Es un mensaje contundente que el gobierno nacional debe escuchar: las universidades existen, son el futuro de nuestra juventud y hay que “poner plata ahí porque solamente con la educación se va a progresar en la Argentina“.
A pesar de que existe la percepción de un “bloqueo” por parte de centrales sindicales como la CGT, que no están impulsando el reclamo con la misma fuerza que en otros momentos, la comunidad universitaria y algunos sindicatos como ADOSAC no bajan los brazos. La unidad en la lucha es clave, y el objetivo es claro: recuperar un salario digno que cubra una canasta familiar básica. “Necesitamos que esa plata aparezca“, sentenciaron los referentes, advirtiendo que si la política sigue priorizando “todo para la deuda externa”, “indudablemente no hay futuro para nadie”.
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