Por Jorge Cicuttin

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional era un objetivo clave para el Gobierno. El lograrlo, una semana atrás, desató situaciones de las más variadas, algunas inesperadas y que plantean fuertes interrogantes hacia el futuro.

Lo crucial será cómo el Gobierno hará para que el ajuste en los subsidios, la suba del dólar y el aumento de las tasas de interés no terminen impactando en la inflación y en el deterioro de los salarios. ¿Se podrá cumplir con lo acordado con el Fondo y mantener el crecimiento de la producción? ¿Habrá o no ajuste, o como quieran llamarlo? Eso es lo crucial y todavía no está claro cómo se desarrollará.

Pero en lo claramente político, el acuerdo con el Fondo trajo para el gobierno de Alberto Fernández una situación tan sorpresiva como fuerte. La renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista abre numerosos interrogantes sobre el futuro del Frente de Todos y, en especial, del kirchnerismo como espacio electoral.

Máximo dejó en claro con su ruptura que cree que el acuerdo será una carga insoportable para los argentinos y que no solamente detendrá la recuperación económica sino que adelanta el fracaso del espacio en las elecciones del 2023. Y por eso se corre.

Aunque la coalición de gobierno no se rompa en lo formal, lo cierto es que con la renuncia de Máximo se constituye un sector kirchnerista duro que se verá cómo juega políticamente de cara a las próximas elecciones.

Así como en Juntos por el Cambio está la disputa entre los halcones y las palomas, que pone en discusión la ya cantada postulación de Horacio Rodríguez Larreta a candidato presidencial por el mayor espacio opositor, ahora en el Frente de Todos se muestra con hechos y cartas una división que va más allá de un acuerdo con el Fondo.

El planteo de Máximo pone en tela de juicio cómo será la segunda parte del mandato de Alberto y no solo las posibilidades de reelección para el espacio sino la existencia misma del frente. Con esta ruptura, Máximo y varios de los legisladores y funcionarios que le responden creen representar acertadamente el disconformismo de los votos propios que se fueron en las legislativas del año pasado.

Tapa de La Opinión Austral del 29 de enero del 2022.

Esta situación se vive con mayor gravedad por el silencio de la vicepresidenta de la Nación y, claro, madre de Máximo. Según explicó el mismo día de la renuncia Alberto Fernández, Cristina no estuvo de acuerdo con la ruptura de Máximo, más allá de que coincide con varias de las críticas al acuerdo con el Fondo. Ni Cristina ni Máximo salieron a desmentir lo que dijo el Presidente.

El silencio pone a Cristina en un punto de equilibrio para mantener el Gobierno y no provocar una crisis institucional, y al mismo tiempo preservar su rol de líder de un espacio político –con gran potencial de votantes-, que no acuerda con los ajustes dictaminados por la cúpula del Fondo y Estados Unidos.

En este marco, el Presidente regresa esta semana al país después de una –cuestionada por la oposición- gira por China y Rusia en la que el gobierno muestra como exitosa por el acuerdo para incorporar a la Argentina a la llamada Ruta de la Seda, iniciativa china para estimular el flujo del comercio y las inversiones, y lograr promesas de financiamiento de inversiones por más de 23 mil millones de dólares. Esta gira tuvo lugar tras el acuerdo con el Fondo que, más allá de la guerra comercial entre Washington y Beijing, fue pedido por el gobierno chino.

Alberto hizo, tanto en Moscú como en Beijing, un llamado al multilateralismo y a no depender de lo que nos pida –o exija- Estados Unidos y el FMI. En este punto no hay desacuerdo con el kirchnerismo más duro.

Alberto en reunión con Xi Jinping en China.

Volviendo al tema de la ruptura de Máximo y el silencio de Cristina, la oposición no ha reaccionado aún de una manera homogénea y clara, prefieren mantenerse a un costado y convertirse en relatores de la crisis interna del Frente de Todos.

Pero esta posición tiene un límite que es el tratamiento del proyecto del acuerdo del FMI en el Congreso. Allí la oposición deberá definirse. En este punto, los halcones de Juntos por el Cambio le pasan la pelota al oficialismo y si bien no pueden oponerse a pagarle al Fondo, optarían por abstenerse si los legisladores del Frente votan divididos y no le alcanzan los votos para aprobarlo.

Como ha ocurrido en otras oportunidades, apareció la voz discordante de Lilita Carrió, con una advertencia a la tropa propia. La fundadora de la Coalición Cívica encolumnó a los dirigentes de su partido para aprobar el acuerdo y apuntó a sus aliados de Juntos por el Cambio que sostienen “la teoría del “cuanto peor, mejor” y que “no quieren pagar costos” en la discusión, ante la insinuación de algunos dirigentes opositores de no votar a favor a raíz de las diferencias en el Frente de Todos.

Carrió sintetizó la postura que llevarán adelante los diputados de la Coalición Cívica en un plenario federal realizado el sábado. “Se deben honrar las deudas porque es lo que corresponde. No acordar sería la bancarrota. Sabemos que este gobierno no tiene política económica, pero tenemos que apoyar la intención de alcanzar un arreglo por la deuda”, expuso durante la reunión partidaria.

“Debemos cumplir con los mandatos constitucionales. La teoría de que ‘cuanto peor, mejor’, solo le sirve a unos pocos oportunistas y castiga a los sectores medios y bajos”, explicó Carrió, con un mensaje dirigido a los halcones de la alianza opositora.

Cuando parecía que el acuerdo con el Fondo iba a calmar las aguas, las diferencias en el oficialismo y en la oposición lograron volver a agitarlas. En la Casa Rosada deberán afrontar la tormenta con una estrategia clara. El país necesita aguas calmas.

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