El 15 de septiembre, el ex jefe de la Policía del Chubut y ex diputado provincial, Juan Luis Ale, fue condenado a ocho años de prisión por abuso sexual de dos menores, ocurridos entre 1998 y 2001. Las víctimas son las dos hijas de quien fuera su pareja.

Este miércoles, habló por primera vez Fernanda Murúa, una de las víctimas, hoy activista a favor de los derechos de los niños y contra los delitos de abuso sexual. “El activismo me está ayudando a sanar esta herida tan grande, ayudar al otro, escucharlo y poder tender una mano cuando lo necesita. Desde mi lugar de sobreviviente puedo ayudar a alguien”, aseguró.

Desde el 24 de septiembre, Murúa espera que la justicia decida quién debe intervenir para definir la prisión preventiva de su abusador, Juan Ale, quien permanece libre pese a haber sido condenado a ocho años de cárcel. “Esto viene para largo, vamos a tener tiempo de sometimiento nuevamente para ver primero quien resuelve y veremos después si la defensa va a impugnar esto”, dijo a FM Cadena Tiempo.

“Juan Luis Ale, quien abusó de mí en la infancia, sigue en libertad teniendo que cumplir una pena, teniendo que estar ya en la cárcel. Seguimos teniendo un depredador suelto, que a entender de quienes tomaron la decisión no tiene peligro de fuga”. Además, cuestionó que “no sé cómo determinan eso porque persona se puede fugar en cualquier momento, en dos horas ya puede estar en otro país. Hay un depredador suelto, que cometió uno de los delitos más aberrantes que puede sufrir una persona en su infancia, es desanimador esto”.

La mujer también se refirió a la revictimización que siguen sufriendo durante todo este proceso, junto a su hermana, otra de las víctimas de abuso sexual de Ale. “Hoy tenemos esta pena y estamos todavía en la insistencia, con ese sabor amargo que no esté preso, que pueda llegar a estar en contacto con otros niñes, esto duele y es una nueva herida que hay que sanar”, indicó.

Por último, señaló que “esto ya es demasiado para mi hermana y para mí, esto es una cachetada nuevamente para toda la familia y todas las familias, porque demuestra lo desprotegidos que estamos. Es un pozo difícil de salir y es difícil caminar, cuesta mucho pero se puede”.

Leé más notas de La Opinión Austral