Después de un cuarto intermedio, a las 15:45 las siete denunciantes del ex líder de la banda «El Otro Yo», Cristian Aldana, los abogados, periodistas y miembros de asociaciones feministas ingresaron a la sala del Tribunal Oral en lo Criminal número 25 de la Ciudad para escuchar la lectura del veredicto. El músico no estuvo presente cuando se lo sentenció a 22 de años de cárcel por «abuso sexual gravemente agravante» y corrupción de menores.
«Yo no soy culpable: no soy violador, ni abusador ni violento; es mentira», había aseverado antes el cantante ante el Tribunal, en una exposición en la que se definió como «un hombre de bien» que quiere «estar en paz», afirmó que su voz no fue «ni respetada ni escuchada» y que, en el proceso en su contra, «se violaron todas las garantías constitucionales».
«Estoy convencido de que antes de que comenzara el juicio ya estaba condenado porque soy un condenado mediático«, dijo en sus palabras finales. Como en todo el juicio, de traje negro, zapatillas y camisa blanca, Aldana sostuvo su cartel de «Sin defensa no hay juicio» y dijo: «soy un trofeo de guerra, ser un músico del rock independiente con una clara solidaridad política con la música y las bandas me convierte en un trofeo de guerra».
Las situaciones aberrantes que las siete mujeres denunciaron haber vivido con el cantante datan de entre 1999 y 2010, cuando ellas tenían entre 13 y 18 años, y todas corresponden a un mismo patrón de conducta: carecían de experiencia sexoafectiva con un varón, eran muy fans de la banda, atravesaban alguna situación crítica en su familia, y tenían el deseo de ser músicas.