En todo lugar, los cuerpos de bomberos, sean de voluntarios o rentados, merecen la estima y el respeto de todos los ciudadanos, y en nuestra ciudad no fue ni es distinto. Pero para remontarnos a los orígenes de esa institución nos tenemos que ir hasta 1926, cuando un grupo de vecinos advirtió la necesidad de la comunidad de entonces.

Las construcciones habituales, realizadas en madera y chapa, eran presa fácil del fuego y para batallar con ello era necesario un cuerpo de bomberos, por lo que no fue sorpresa para nadie que el mismo surgiera desde el seno del Atlético Boxing Club. Fue el primero de Río Gallegos, pero también de toda la Patagonia Sur.

Para quienes se pregunten qué tenía que hacer una entidad netamente deportiva como la que concebimos en nuestro tiempo, dedicada a brindar un servicio imprescindible para cualquier comunidad organizada… La respuesta es simple, es que aquel club, cuya actividad principal era la práctica del fútbol, era parte de la esencia misma de esa sociedad necesitada.

El nacimiento

Y así, el 19 de febrero de 1926, se conformó el primer Cuerpo de Bomberos. El club era presidido en aquel entonces por Manuel Vázquez, secundado por Milton Roberts. Encarada la iniciativa, había más voluntad que recursos, por lo que hubo que adquirir los elementos indispensables para su funcionamiento. Lograron conseguir una bomba de propulsión a mano que podía ser adaptada a pozos de agua, los capotes, baldes y hachas. Y lo fundamental: la primera autobomba.

Desde Buenos Aires, donados por el Cuerpo de Bomberos de Capital Federal, llegarían los uniformes, polainas y ¡una autobomba! La particularidad es que todo ese material regalado ¡databa de 1898!

Los entusiastas brigadistas debían entrenarse para la futura tarea. Lo hicieron bajo la comandancia de Lucas Nicolich y Oscar Ritchie como segundo. El 15 de noviembre de ese año ya estaba todo listo para entrar en acción, si así fuera necesario.

El momento llegó exactamente diez meses después de su creación. La fecha coincide con el aniversario de la ciudad, aunque en aquel momento aún no se celebraba. Ese 19 de diciembre, el temple y la garra de los boxinguistas bomberos se pusieron a prueba y no fue un hecho menor.

 

A punto de desfilar. Orgullosos, los bomberos posan con su autobomba de 1898.

 

Prueba superada

En la noche de ese día se produjo el incendio más dantesco que se recuerde de esa época. El fuego comenzó en una de las manzanas ubicadas en el corazón de la ciudad, en lo que sería hoy la intersección de las calles Kirchner y San Martín.

Allí, en lo que era el bar La Armonía, aparecieron las primeras llamas. Para que el lector se ubique, sería en la misma esquina donde hoy está el Correo Argentino. Al lado del bar estaba la sastrería Salerni, le seguía el estudio del doctor López Muñiz y luego, ya por donde hoy se encuentran las oficinas de Turismo de la provincia, se encontraba la sede de Hispano Americano, institución que había nacido el año anterior (1925), y luego se ubicaba el restaurante Argentino.

Toda la población se despertó por los tiros, redobles de campanas y voces de alarma. De inmediato llegaron los bomberos voluntarios. La tarea demandó largas horas. Primero buscaron detener el fuego, que iba avanzando de edificio en edificio en la compacta manzana. Fue una lucha denodada para evitar que se extendiera.

 

Pavoroso incendio. Ocurrió en el centro y fue el debut del flamante cuerpo.

 

Las crónicas de la época dan cuenta de lo que fue ese combate, para el cual se utilizó el pozo de agua de la residencia de Fernando Bandini. Un dato curioso fue tratar de salvar la sede de su rival, Hispano Americano, el que tuvo que seguir funcionando por un tiempo en la vereda de enfrente, en la propiedad de la Asociación Española de Socorros Mutuos, donde hoy se erige la Casa España.

La comunidad expresó su admiración por la labor desarrollada. El bautismo de fuego había sido superado de forma brillante. Pero el cuerpo seguiría por muchos años más. Tomás Villanustre y José Álvarez Muñiz asumirían las capitanías y luego la comandancia pasaría a manos de Oscar Ritchie, quien estuvo a cargo de la misma “por varios lustros”.

En los años cuarenta se hizo cargo Urcesino Fernández, en esa década, quizás el momento más difícil que les tocó vivir a los integrantes del Cuerpo de Bomberos de entonces fue tener que concurrir a apagar el incendio que se desató en su propia sede, pero ese será tema de una futura entrega…
(Fuentes: Centenario LOA – ABC C. Zapico)

 

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