Por Irene Stur

La transición energética supone, en su desarrollo, la desaparición de miles de puestos de trabajo pero, a su vez, la generación de muchos miles más. En esa proporción estimó la Agencia Internacional de Energía (IEA) cuando publicó, en su momento, su primera radiografía del empleo en el sector energético, sobre el último trimestre del 2022.

Recuperados los niveles pre-pandemia, se estima que la generación de energía emplea a 11,3 millones de personas en todo el mundo y más del 50% de ellas (6,8 millones) trabajan en el sector renovable. Aunque se podría pensar que la energía eólica encabeza la empleabilidad, lo cierto es que es la energía solar la de mayor generación de trabajo a nivel mundial, por encima del carbón y la hidroeléctrica.
Idéntica proporción en la distribución del empleo, en razón del tipo de energía, se evidenció tanto en Europa como en Sudamérica. Sólo en África, Medio Oriente y Eurasia, son los hidrocarburos los que primerean en el mercado laboral.

Argentina apuesta al hidrógeno como elemento primordial para la transición, ya sea verde (que viene de energías renovables) o azul (a partir del uso del gas). Esta apuesta, es una de las anunciadas por la provincia de Santa Cruz.

De acuerdo al informe de IEA, tanto el sector del gas como el del petróleo mostraron un repunte del empleo, a partir del incentivo hacia la transición, como así también en la búsqueda de la licuaficación del gas. Esto último lidera la generación de trabajo en este sub-sector.
Distintos estudios abordan la situación de la demanda laboral en relación a la transición energética en los sectores involucrados. La mayoría arroja un balance positivo en la ecuación destrucción-generación de de empleo convencional.

Capacitar es vital para encontrar -en la transición- otra oportunidad de empleo

La IEA analizó que el camino más rentable para lograr el cero neto de emisión de CO2 en 2050 (compromiso de París) podría dar lugar a un aumento de 14 millones de puestos de trabajo en el sector energético y se prevé que esto ocurra hacia 2030, de la mano de la inversión de energías limpias. Y una disminución en el sector hidrocarburífero de unos 5 millones de empleos. La ecuación arroja una cifra contundente a favor de la demanda.

En tanto, otro estudio del Foro Económico Mundial coincide con la IEA en el balance positivo en la empleabilidad que generará el desarrollo de las energías renovables, aunque con cifras más cautas. Estima la generación de unos 10,3 millones de nuevos puestos de trabajo contra una pérdida de 2,7 millones de empleos hacia el 2030. Igual, el resultado a favor es arrollador.

La tensión necesaria

Aunque aún tienen mucho para dar y en eso no hay discusión, los hidrocarburos y un sector de la minería irán suprimiendo, con el paso del tiempo, su fuerza laboral. Pero en la actualidad luchan por atraer personal calificado, mientras en el sector de las energías renovables ocurre lo contrario.

El sector de las energías limpias atrae a una amplia base de talentos calificados para trabajar en eficiencia eléctrica, generación de energía y vehículos eléctricos, por ejemplo. Mientras tanto, las empresas tradicionales de combustibles fósiles tienen un abanico mucho más reducido de posibles contrataciones.

El sector de las energías renovables está contratando a cinco veces más personas que los sectores tradicionales del petróleo y el gas”, afirmó Ryan Carroll, director regional en Australia y Nueva Zelanda de Airswift, empresa global de contratación en el área energética.
Airswift, en su informe 2022 Global Energy Talent Index (GETI), que encuestó a 10.000 profesionales de la energía de todo el mundo, muestra que “la preocupación por el cambio climático” está detrás de la decisión del 80% de los trabajadores de incorporarse o abandonar una empresa energética.

Escasean los profesionales orientados a la minería o hidrocarburos.

No sólo pasa porque estas empresas contratan cada vez más científicos, ingenieros y expertos, sino que ofrecen entornos de trabajo más amigables y diversos. Algo que es menos frecuente en las empresas tradicionales de petróleo y gas o minería.

Otro ejemplo de este cambio se puede ver en Australia, primer exportador global de hierro y el segundo en cuanto a carbón. Aunque son los mejores pagos del país, cada vez son menos los profesionales egresados para dicho sector. Pero suben los que se preparan para el desarrollo de energías limpias.

Hacia 2030 las energías limpias generarán unos 14 millones de empleo a nivel global

Según la ministra australiana de Recursos Naturales, Madeleine King, una de las razones para que eso ocurra es “la opinión que muchos jóvenes australianos tienen sobre el cuidado del planeta” y eso incluye a la minería, pese a que se sabe que se requerirán muchos profesionales y mineros calificados para acceder a las “tierras raras” necesarias para una transición energética verde.
De ahí que la minería, en forma global remarca sus credenciales ecológicas. Y la necesidad de la extracción sustentable, marcando que elementos como el cobre y el litio, son esenciales para la transición.

Reconversión

Por otra parte, aunque la balanza laboral es positiva, la reconversion de la mano de obra convencional se presenta como imprescindible para que no quede nadie en el camino.
Por ello será fundamental la capacitación a los trabajadores del sector “convencional” para que éstos puedan encontrar en la transición otra oportunidad de empleo.

“Aprovechar esta oportunidad requiere de trabajadores calificados. Por ello, gobiernos, empresas, gremios y educación deben unirse para desarrollar los programas y acreditaciones necesarias para cultivar esta fuerza laboral y garantizar que los trabajos creados sean de calidad”, sostuvo Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA.
Y ese es el desafío. Transformar las dificultades de hoy en oportunidades de mañana.

EN ESTA NOTA empleo Energía Hidrógeno

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