El Concejo Deliberante aprobó por unanimidad la medida que obliga a los riogalleguenses al uso de barbijos o tapabocas. La norma comenzó a regir ayer y, en su primer día y en términos generales, los vecinos respondieron de forma positiva.

Son, a grandes rasgos, pocas las personas que no implementaron el uso el barbijo en las calles. Si bien muchos ya venían utilizándolo con antelación y la mayoría de los comercios también pedía a los vecinos que ingresaran con tapabocas, la medida del Concejo obliga a todos por igual.

La Opinión Austral dialogó con algunos transeúntes que, en horas tempranas, salieron a recorrer la ciudad para realizar trámites, compras o dirigirse a sus puestos de trabajo.

Todos ellos, con barbijos. Algunos optan por los de tela, decorados, clásicos o transparentes, y otros por máscaras faciales, de plástico o acrílico. En todas sus variantes, parecieran ir acostumbrándose a su uso.

 

En el primer día de obligatoriedad, se vieron pocas personas sin barbijo en la ciudad. FOTO: JOSÉ SILVA

Lidia es una vecina que trabaja de lunes a viernes en un comercio céntrico de la ciudad. “Ya usábamos barbijo cuando se habilitaron algunos rubros para atención al público, para trabajar, en realidad como medida de protección. Al principio era raro o incómodo, pero nos acostumbramos rápido”, contó.

No sale de su casa sin él y, con la obligatoriedad vigente, “menos que menos”. La vecina contó que consiguió barbijos por una amiga emprendedora que los hacía en su casa. “Le pedí para mí y para mis dos hijos y los usamos regularmente”, explicó.

Alberto, en paralelo, es un trabajador del Estado y se encontraba en la cola del banco con barbijo. “Mi mujer me lo compró en la farmacia hace poco, la verdad es que es bastante incómodo, pero bueno, hay que acostumbrarse nomás”, relató.

 

 

Sobre la medida, señaló que le parece “bien” que se haya aprobado. “Yo soy grande, no formo parte del grupo de riesgo, pero soy mayor. Entonces creo que está bien que nos cuidemos entre todos, no es la cura de nada, pero si sirve para prevenir está muy bien”, explicó.

Sebastián es empleado de una farmacia céntrica y detalló al medio que, como trabajador, usa el tapabocas desde los primeros días de pandemia.

Contó que, de la misma manera, los clientes se acostumbraron y no ingresan al loca local sin barbijo. “Nos pasó que algunos entraban y se lo sacaban, así que tuvimos que poner un cartel para que no se lo quiten, pero la gente lo entiende”, explicó.

Los que “reniegan”

Nicolás tiene 34 años y, pese a que usa el barbijo para trabajar o salir de su casa, no está de acuerdo con la cuarentena ni con el distanciamiento social. “El barbijo no está mal, no me parece tan grave, pero la verdad no creo en la distancia social”, señaló.

 

FOTOS: JOSÉ SILVA

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