El hockey es un deporte que le ha permitido al ABC contar con figuras representativas por su tenacidad, compromiso y constante búsqueda de superación. Valentina Graves y Mateo Morel son dos de ellas.

Valentina llegó desde Buenos Aires siendo muy pequeña. Ya tenía conocimientos sobre el juego y encontró en Boxing el lugar para continuar con la práctica y apuntar a la alta competencia. “Tenía 6 años (2009) cuando vinimos a vivir a Río Gallegos”, recuerda “Valen”, como todos la conocen. Su primera entrenadora dejó una huella. “Fue María Marta (Dreidemie), con ella aprendí un millón de cosas”. Y aseguró: “La vida de hockey la tuve gracias a ella, por su enseñanza pude quedar en convocatorias de selecciones de Santa Cruz”. Con la partida de María, llegaron Gabriela Cabrera y Nadia Saade como entrenadoras.

2016 fue el primer año de selección. “Valen” fue convocada para integrar el equipo Patagonia Sur, con jugadoras de Santa Cruz y Tierra del Fuego, para ir al CeNARD. “Estaban buscando jugadoras para los Juegos Olímpicos. Salimos últimos, pero la pasamos bien”.

Ya en Sub 18, pasó a entrenar con Claudio Donoso y disputó su primer partido en Primera, en 2017. “Salimos campeonas” del Torneo Austral, organizado por Boxing, derrotando al rival de siempre del Albiverde: Hispano.

Cumpliendo etapas, Valentina vivió con intensa emoción el año 2019. Era (supuestamente) su último año en la ciudad, previo al comienzo de su vida universitaria. “Lo disfruté mucho”, recuerda, buscando jugar lo más posible. “Quería viajar, competir, pero más que nada compartir”. Terminó el ciclo celebrando el bicampeonato de la liga santacruceña, “coronadas en el Hispano”.

Un aviso de último momento le regaló una experiencia única. Fue convocada a una preselección de jugadoras a cargo del cuerpo técnico de la selección nacional de cara al Panamericano de Lancaster, a jugarse en marzo de este año. “No me tenía mucha fe”, confiesa Valentina, sin embargo, llegó la convocatoria al CenARD. “Fue lo mejor que me pasó en la vida como jugadora. Lo disfruté a mil y en el club me apoyaron”.

Orgullo y pasión

Aunque con menor cantidad de jugadores, el hockey masculino supo armarse y completar un equipo que fue pasando etapas. De iniciales a intermedia, para llegar a ser competitivo. En la región sur no existen muchos clubes que cuenten con varones interesados, pero los que hay son muy buenos y Mateo Morel es uno de ellos.

El hockey masculino llegó más tarde al club. Se completó un equipo que fue pasando etapas hasta transformarse en competitivo. Mateo Morel se interesó en el deporte a los 9 años y sus entrenadores supieron llenarlo de entusiasmo. Hoy, con 17 años, recuerda a su primer mentor: Sergio Saade.

La Asociación Santacruceña de Hockey conformó la liga masculina para todas las categorías, con equipos de El Chaltén, El Calafate y Río Gallegos. A esta propuesta se sumaron las de los clubes que organizan sus propias competencias y el volumen de juego creció exponencialmente.

“Mi primer profesor fue Sergio (El Pelado)”, recuerda Mateo sobre sus primeros pasos. “A los 11 años fue mi primera fecha de liga en El Calafate”. La emoción por viajar, pensar en un primer rival desconocido, otro espacio, fueron motivadores.

 

Mateo y Valentina. Dos promesas surgidas del semillero albiverde.

 

“Participé en torneos nacionales, locales y torneos de selecciones en los cuales salí goleador y jugador destacado en la mayoría de ellos”, contó, sin detallar más de su rica historia deportiva. Pero, sin dudas, el gusto por la competencia despertó en él en el año 2019: “Fui convocado para la preselección Argentina de hockey pista y en este momento estoy jugando para la Sub 18 y Primera”, comentó como al pasar.

¿El mejor viaje? “El que hicimos a Bariloche. Los rivales eran nuevos para nosotros, siempre habíamos jugado con los de El Calafate y El Chaltén”, recuerda el deportista.

“Fue el primer nacional de clubes que compartía. Llegamos a la final con esfuerzo y muchos nervios, el rival era San Jorge de Caleta Olivia. Salimos campeones. La alegría fue grande no sólo por ganar y ocupar el primer puesto, sino porque salí goleador y me destacaron como mejor jugador”, destaca Mateo.

El joven hoy está cursando el último año del secundario y, cuando la situación lo permita, se irá a estudiar a Buenos Aires, lugar donde ya hizo contactos para integrarse a un equipo de competencia. Está claro que continuar jugando está dentro de sus planes y se aventura aún más: “Me gustaría llegar a ser entrenador y árbitro”.

La huella albiverde

“En el club se hacen amistades. Es lo que brinda. No sólo con jugadores y jugadoras de hockey, sino de otras disciplinas. Cómo no estar agradecida con un club que me abrió puertas a esas oportunidades impensadas”, afirma Valentina.

A lo que Mateo agrega “ser albiverde es un orgullo y pasión”. Destacando que en él quedan “los mejores recuerdos, los viajes compartidos y los profesores”, agradeciendo en especial a sus técnicos, “Gabi, Claudio y Nadia, que me apoyaron en todo momento”.

Leé más notas de La Opinión Austral