Desde la música, la militancia peronista y el emprendimiento, la vida de Antonio estuvo plagada de anécdotas, contaron sus nietos a La Opinión Austral.

Antonio Godoy estaba internado en el Hospital Regional desde el 23 de septiembre, cuando dio positivo por coronavirus. Falleció el sábado y se convirtió en la víctima número 59.

Durante esos días, su familia había iniciado una campaña masiva para instar a recuperados del virus a donar plasma, un tratamiento experimental y paliativo en pacientes que transitan la enfermedad.

 

Entre familiares y amigos acompañaron la despedida con música y globos hasta el cementerio de Río Gallegos.

La familia de Antonio y amigos de toda la vida expresaron su enorme pesar por la partida de quien, señalaron, era “el maestro”.

A las 11:30 de la mañana emprendió la caravana desde el hospital, donde se reunieron sus allegados, hasta el cementerio de Río Gallegos.

“Entre globos y música, le dieron el “último adiós como él quería”, contaron. Es que con 81 años y entre oficios, supo ganarse el cariño de todos.

 

“Mi abuelo era una gran persona, un letrista amante de la música con un corazón admirable”, dijo Martín Godoy, uno de sus nietos, a La Opinión Austral.

“El Maestro” o “El Tata”, otro de sus apodos, organizó los primeros bailes en Río Gallegos, contó Belén, otra de sus nietas. Eran competencias donde bailaban parejas durante 36 horas, sin parar, en los años 84-85.

Él y sus compañeros formaron la primera banda de cumbia, que se llamaba “Los del Trópico”, canción que sonó durante la caravana al cementerio.

 

“Su vida está llena de anécdotas hermosas, como las de su grupo o fiestas que denominaban Isidorito y su ahijado. Fue un militante político peronista toda su vida, pero lo era porque siempre le gustaba ayudar, por más cachetazos que recibiera, describió en su relato Martín.

Apasionado por la militancia, decía: Un día antes de que me muera me voy a hacer radical, para que se muera una radical y no un peronista, recordó Belén sobre su abuelo.

Antonio era jubilado de Vialidad Provincial, pero con su energía y voluntad se levantaba a trabajar para hacer pasacalles o publicidad con su auto rojo, que compró “con mucho esfuerzo”, recordó el nieto.
Había abierto su local propio, donde pintaba pasacalles y hacía carteles, pero también hacía publicidad en su vehículo con parlantes en el techo.

 

En la calle Buenos Aires al 570 atendía Antonio “El Maestro”, emprendimiento que llevaba su nombre. Era bastante común ver su auto rojo girando por toda la ciudad.

“Por su casa pasaron miles de personas, desde los tiempos en que se hacía la colimba a los que dormían en la plaza San Martín. A cualquiera que encontraba vagando en la calle, lo llevaba a su casa a vivir y lo ayudaba por un tiempo”, agregó su nieto.

Así fue que muchas veces le robaron o lo traicionaron, pero él, fiel a su corazón enorme, lo volvía a hacer, recordó.

“El Maestro” ayudaba en la parroquia Sagrado Corazón y era fiel creyente de San Expedito. El Tata amaba a cada uno de los seres que integraban nuestra inmensa familia y sonreía cuando todos nos juntábamos los domingos, agregó Martín.

De la misma manera, ayudaba y hacía cosas para la Escuela Especial N° 1 a la que iba su hijo, Carlitos, hijo de la también reconocida vecina Teresa Ponce, referente de la Fundación Garrahan en la provincia.
Puedo estar así, diciéndote millones de cosas, pero lo más importante es que era hombre, un vecino, un abuelo, un padre, un bisabuelo, era El Maestro, cerró Martín emocionado.

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