Daniel es vecino de Río Gallegos y se encuentra en un momento crítico en lo económico y familiar. Se quedó sin trabajo hace un año y, en plena pandemia, debe costear estudios clínicos de su hija Estefanía, de 23 años.

Graciela, su mujer, tampoco tiene trabajo, y tienen otros tres hijos que mantener. Gisela, la más grande, tiene 24 años e incapacidad intelectual; Sebastián de 22 tiene una discapacidad motriz, y luego está el más chico, Martín, de 18 años. Todos ellos asisten a la Escuela Laboral.

Con la falta de la fuente laboral, la familia lucha por llegar día a día. Previo a la pandemia, Daniel alquilaba castillos inflables, pero la crisis y la cuarentena pararon toda actividad posible.

Hace unos años, Daniel tuvo tuberculosis y la enfermedad afectó su motricidad, por lo que trabajar se complicó aún más. Unos meses antes de la pandemia, Estefanía empezó con problemas para poder respirar.

Desde ese momento, todo fue haciéndose aún más complejo: “Mi hija está bien, pero tiene problemas para respirar. Actualmente se está tratando con una neumonóloga, pero los estudios salen muy caros”, contó el papá a La Opinión Austral.

Las arterias de Estefanía están “inflamadas” y “todo eso se está complicando”, agregó Daniel. Uno de los estudios les costó un poco más de tres mil pesos y, sin trabajo, costearlos es “imposible”.

“El año pasado Estefanía tuvo muchos problemas, tuvimos una mala racha”, recordó el padre de la familia antes de que su hija comenzara con la infección. La madre de los chicos se dedicó toda la vida a la crianza.

Antes Daniel alquilaba juegos inflables, pero la pandemia paralizó toda actividad posible

Daniel trabajó en diferentes oficios, hasta que su salud se complicó y cualquier esfuerzo le genera dolencias. “Tengo afectados los huesos, músculos, quedé muy débil”, indicó.

Hasta septiembre del 2019, el vecino contó que trabajó en una distribuidora de bebidas que hizo un recorte de personal y perdió ese empleo.

Con un panorama atravesado por los problemas de salud, se suma el difícil momento que viven con la mamá de Daniel, quien está internada en el Hospital Regional con coronavirus.

Para él, “con la pandemia está muy complicado conseguir trabajo. Yo alquilaba juegos inflables, pero con el virus me da miedo contagiar a mi familia”.

Es como que toqué fondo y me salió pedir ayuda desde el corazón

Angustiado por la situación que están viviendo, Daniel recordó que nunca pidió ayuda: “Siempre humilde ganaba mi plata. Todo lo que hice lo gané trabajando, nunca llegué a esta instancia, pero estoy tocando fondo”.

Con un escenario desesperante para cualquier grupo familiar, el vecino remarcó que no quiere complicar a sus hijos, “pero tampoco quiero poner a mi hija delante de esto, es la única opción que me quedó”.

Sin obra social y en plena pandemia, están preocupados por la salud de sus hijos y el futuro. “Ahora estamos levantándola un poquito con mucho hierro, nos recomendó la neumonóloga”, explicó acongojado.

Cada consulta con la profesional tiene un costo de unos mil pesos, estimó. “No podíamos llevarla al hospital con el COVID dando vueltas, y los tratamientos son muy caros, aparte”, remarcó Daniel.

Para colaborar con la familia, pueden llamar al teléfono de Daniel (2966) – 676704.

Contó también que mucha gente conoció su historia, lo está ayudando a sobrellevar el problema y está muy agradecido, pero necesita de la solidaridad: “Es como que pisé fondo y me salió pedir ayuda, desde el corazón”.

 

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