Isolda Benítez fue el primer caso positivo de coronavirus en Río Gallegos. Contrajo el virus trabajando en Las Horquetas y logró el alta en abril, luego de 13 días en terapia con respirador.

Su historia es particular porque, años atrás, también superó un cáncer. “La pasé muy mal. En ese momento era muy poca información la que teníamos. Era prueba y error”, dijo a La Opinión Austral a seis meses de la pandemia.

solda junto a Vicente Bull, su marido. Logró el alta en abril.

Describió que tiene más miedo ahora que en marzo. No ve consciencia ni responsabilidad en gran parte de la población y reflexiona mucho sobre el comportamiento individual.

“Cada vez que fallece alguien pienso yo también podría ser un número de esos, porque no son números de cosas, son personas. Somos personas, somos humanos y la vida se nos va”, describió Isolda, plenamente consciente del impacto del virus.

Isolda no sale de su sorpresa luego de todo lo vivido y dejó una reflexión para todos: “Cuídense, no es tanto, yo tampoco veo a mi familia y hoy no tengo trabajo. Es la primera vez que me pasa algo así, estamos muy mal económicamente y nunca pensé pasar por esto a esta edad, pero es lo que me tocó”.

En contraposición al caso de Isolda, paciente de riesgo y adulta mayor, se encuentra el de Ana Chettolini, de 33 años, que tuvo graves consecuencias del virus.
“A mí todos me dicen que estoy viva gracias a Dios, que fue muy grave lo que me pasó”, contó Ana a La Opinión Austral.

Se contagió en julio, logró el alta, pero todavía sufre algunos de los síntomas. El virus le provocó una trombosis y pelea todos los días contra el dolor.

“En el momento que tomé mates con mi prima, no tomé conciencia de lo que estaba pasando”, dijo Ana, que supone que fue porque, en ese momento, Río Gallegos todavía no pasaba por el brote de casos positivos.

Hoy Ana tiene las defensas bajas y teme contagiarse de nuevo. Pasaron dos meses, pero todavía sufre fuertes dolores de cabeza. En sus análisis de sangre sigue con una inflamación producto del COVID.

Con este panorama y a sus 33 años, apuntó en su mensaje a los más jóvenes: “Si yo sufrí tanto, no me imagino los adultos mayores y grupos de riesgo, ellos la deben pasar mucho peor”.

 

De Francia a El Calafate

En marzo, los primeros casos que tuvo Santa Cruz se dieron en El Calafate, con la llegada de un grupo de turistas franceses que venía a visitar la provincia en plena temporada alta.

Todo se frustró cuando mostraron síntomas ni bien llegaron a la villa turística. El chofer que los trasladaba es Juan Carlos Cantero.

Juan Carlos, el chofer que se contagió con turistas en Calafate

Pese al mínimo contacto que mantuvo con el contingente de franceses, el 14 de marzo se contagió igual. Hoy, ya recuperado, adhirió a las palabras de Isolda y explicó que, mientras atravesaba la enfermedad, desde el punto de vista médico todo era “prueba y error” y seguían el camino “sobre lo que acertaban”.

A seis meses de la pandemia que cambió todo, Juan Carlos destaca haber podido disfrutar a la familia. Sin embargo, el fallecimiento de un adulto de 70 años en El Calafate que se dio el viernes lo “golpeó” emocionalmente.

“Cuando mirás al costado hay que pensar en la gente que se va. Una vida vale demasiado”, deslizó con angustia.

 

El bebé más luchador

La medicina y la experiencia avanzaron desde marzo y desde los casos de Isolda y Juan Carlos. Así se encontró frente al virus Lionel, bebé de dos meses que se contagió hace una semana en Río Gallegos.

Laura Álvarez, su mamá, contó a LOA que habiendo logrado el alta, siente que la pandemia cambió absolutamente todo.

El contagio de la familia se dio a través del papá de Lionel, empleado del mayorista Diarco. Sin notarlo, llevó el virus a su casa. Sus tres hijos y su mujer también contrajeron coronavirus. El más chico debió ser internado de forma preventiva y luego logró el alta.

“Cuando empezó todo en marzo me dijeron que no fuera a trabajar, lo tomé como ya va a pasar. Sentíamos que eran unas vacaciones, después de julio la cosa se tornó inaguantable”, mencionó Laura.

Laura atravesó el COVID junto a Lionel, su bebé de dos meses.

Como un aspecto positivo, la mamá de Lionel no titubeó y afirmó que nunca disfrutó tanto estar con sus hijos. Con su primer hijo retomó el trabajo a los tres meses de parir, y con Lionel espera poder seguir cerca suyo.

Sin embargo, recordó su vida previa a la cuarentena y exclamó: “Lo que daría por volver a la vida de antes”.

 

“Como un bicho raro”

Paola Mendieta fue la primera santacruceña contagiada el 25 de marzo. Se trata de la trabajadora de Cerro Vanguardia que superó la enfermedad en la localidad de Puerto San Julián.

En los meses de marzo y abril, todavía no se realizaban testeos en Santa Cruz. Los hisopados se enviaban al Instituto Malbrán de Buenos Aires.
Cuando el caso de Mendieta fue confirmado como positivo por el Instituto, algunos vecinos de Puerto San Julián estallaron con críticas, agresiones y falsas noticias a través de las redes.

“Mis hijos me preguntaron si me voy a morir”, contó en ese entonces, y dijo con profundo dolor: “En San Julián me trataron como si fuera un bicho raro”.

Paola, desde San Julián, superó el virus y ya retomó el trabajo.

Hoy el virus tiene transmisión comunitaria en Río Gallegos y en El Calafate y pasaron miles de casos por la provincia.

Paola logró el alta médica el 8 de abril y, tiempo después, retomó su labor en la empresa. Al igual que Laura, la mamá de Lionel, Paola pudo disfrutar a sus hijos en casa. Dijo que fue “muy agradable” volver a caminar por su querida ciudad.

 

Horlando, “el número 51”

Horlando fue el último paciente con coronavirus en Río Gallegos previo al brote del 14 de julio. Hasta ese entonces, la provincia acumulaba 51 casos, todos dados de alta.

La última fue la suya y su historia fue conmovedora. Su fe en la religión lo ayudó a procesar todo, contó.

“Al comienzo es algo extraño que vos ves de afuera y no te dice nada, pero una vez que te tocó y te transmiten que lo tenés, es una incógnita”, apuntó tiempo atrás.
Su contagio se dio en las mismas circunstancias que el caso de Isolda, en Las Horquetas. Él, recibió su alta el 19 de mayo.

Horlando cuando estaba internado acompañado de “Wilson”

“Siempre hablé de la fe, entonces en ningún momento me sentí con miedo, sino todo lo contrario, con mucha fuerza. Después de superarlo te da una alegría inmensa y volvés a nacer de nuevo, ves la vida de otra manera. Tuve una segunda oportunidad, así que lo vivo de una manera muy intensa, tratando de disfrutar cada día”, relató.

Cuando consiguió el alta, pidió a todos que tomen consciencia, un pedido que al día de hoy sigue vigente. “El cuidado que hay que tener no se acata al 100%. Puedo asegurar que no sabés si al otro día vas a estar vivo, pero lo estoy y lo puedo contar”, dijo en una frase que impacta e invita a repensarnos como sociedad.

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