El tribunal oral encontró penalmente responsable de una causa de abuso a Aguilar, un inspector de obras de la Municipalidad de Río Gallegos, que estaba acusado de ultrajar a su hijastra cuando ella tenía sólo 12 años de edad.

Pese a la carátula de “abuso sexual gravemente ultrajante y por la convivencia” que pesaba sobre Aguilar, en primera instancia se encontraba en libertad, pero finalmente, por el dictamen de la Justicia, fue puesto tras las rejas en la jornada del viernes.

Aguilar enfrentaba una pena de entre 8 y 20 años en caso de ser encontrado culpable y, luego del debate oral, podía ser sentenciado de 8 a 12, teniendo en cuenta el pedido del Ministerio Público Fiscal.

El hecho se remite al año 2013 cuando la hijastra del ahora sentenciado se quebró en la escuela y comentó el infierno que Aguilar le hacía vivir: él la tocaba y hacía que ella también lo tocara a él cuando su mamá no se encontraba en la casa. Desde la escuela se activó el protocolo correspondiente y el defensor de Menores, Jorge Godoy, había acompañado a la nena desde la denuncia en la Oficina de Violencia de Género y todo el proceso correspondiente.

Como dato de relevancia para la causa, desde la exposición del caso, la sobreviviente se fue a vivir con una tía mientras que la mamá continuó viviendo con Aguilar, hasta incluso hoy tienen un hijo de 3 años de edad, información que se conoció durante el debate de la semana pasada.

La condena

El viernes se dio a conocer la pena para Aguilar. Una decena de allegados estuvo desde minutos antes en las inmediaciones esperando una buena noticia para su ser querido. Uno de ellos fue muy escueto cuando fue consultado por La Opinión Austral y sólo dijo: “Está complicado”, mientras que otra familiar dijo: “Solamente vinimos a ver qué va a pasar con él”.

Luego de unos minutos se conoció la sentencia: nueve años de cárcel y la inscripción en el “Registro permanente de los agresores contra la integridad sexual”. Inmediatamente, tras la rúbrica, Aguilar fue esposado y escoltado por agentes penitenciarios hasta la puerta trasera del recinto de la calle Malaspina. Allí lo esperaba una traffic del SPP que finalmente lo trasladó a la UP N° 2.

 

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