En Río Gallegos, el caso de JP, el bailarín acusado de haber abusado de una joven de 19 años cuando ella dormía en una juntada con amigos, sumó un nuevo capítulo en las últimas horas, cuando una familiar de él expuso que a ella le había pasado lo mismo.

Se trata de su sobrina, la hija de la hermana de JP, que -por temor a represalias pidió que sea nombrada como Sofía.

Ella tiene 19 años, está estudiando Psicología en una provincia al norte de la Patagonia y, recién en noviembre del año pasado, juntó el coraje para contarle a su madre lo que había vivido durante años, cuando se quedaba sola con el bailarín.

A la luz de los acontecimientos que tuvieron lugar en la mañana del sábado en la casa ubicada en Sarmiento al 100 de Río Gallegos, donde JP fue linchado por sus amigos tras el testimonio de una joven, Sofía decidió romper el silencio y hablar con La Opinión Austral, para hacer conocida su historia y explicar porqué evalúa denunciar formalmente a su tío, pese a descreer en la Justicia.

 

Así quedó JP tras la golpiza que sufrió en la mañana del sábado.

“A mí me pasó desde que tenía más o menos tres o cuatro años hasta los quince, y terminaron cuando él se fue a Río Gallegos”, comenzó diciendo Sofía, quien agregó que los abusos finalizaron una vez que el llegó a nuestra ciudad capital para comenzar a dar clases de baile.

 

Los abusos contra Sofía duraron alrededor de once años ,hasta que JP vino a Río Gallegos

Según explicó la joven, los abusos fueron desde que JP tenía once años y se extendieron hasta que él cumplió veintidós.

Los mismos se registraron en la casa de la abuela de Sofía, la madre del bailarín, ubicada en el barrio 118 Viviendas de Comandante Luis Piedra Buena.

“Pasaba cuando estábamos solos. Mi abuela se iba a trabajar como empleada doméstica y él abusaba de mi”.

“En su momento, lo naturalicé por así decirlo, como acostumbrada, hoy me arrepiento de no haberlo contado en su momento”, dijo Sofía sobre las circunstancias en las que JP la sometía sexualmente y el porqué de no haber expuesto su situación.

 

 

En noviembre del año pasado, finalmente Sofía juntó coraje y pudo expulsar lo que tenía guardado desde hace años. “Fue por un discusión familiar, se lo conté a mi mamá. Yo estaba viviendo con mi abuela y ella estaba terminando su carrera en el norte de la Patagonia”.

Consultada sobre la postura que tiene su abuela -madre de JP- por las denuncias de abuso, la joven indicó: “Ella desconoce todo, está del lado de él y lo apaña. Dice que están inventando cosas sobre su hijo. Quiero contar mi caso para que sepa qué clase de hijo tiene”, indicó.

 

Mi abuela está del lado de JP y lo apaña, dice que son mentiras

Por estas horas, Sofía evalúa hacer la denuncia formal en una Fiscalía de la provincia del norte de la Patagonia.

“Igual, quiero la condena social porque ya sabemos que la Justicia deja libre a los violadores. Cuando me enteré que lo dejaron libre después de haber abusado a la otra chica, no me sorprendió para nada. Me da bronca y lástima por las chicas, yo a ellas les creo”, indicó además por la denuncia que pesa sobre JP radicada en Córdoba.

 

En su momento lo naturalicé, por así decirlo, hoy me arrepiento

Más allá de la presentación formal en la Justicia, ella utilizó las redes sociales para dar a conocer lo que sucedió.

A través de Twitter, en un mensaje que fue retuiteado casi 300 veces, Sofía expresó: “Este es JP, mi tío y mi abusador durante muchos años, jamás le conté a nadie hasta hace muy poco”.

“Tampoco quiero denunciarlo por obvias razones que muchxs ya conocen. Porque a los violadores los liberan, que se encargue la justicia social por mí y por todas sus víctimas”, expuso en la red social del pajarito.

 

¿Cómo sigue la causa?

Aunque JP continúe en libertad, hay una investigación judicial en su contra caratulada, en principio, como “investigación sobre presunto abuso”.

La Justicia ya ordenó secuestrar las prendas de vestir que él y la última víctima, utilizaban al momento del ataque sexual, fueron elevadas al laboratorio forense para ser sometidas a las pericias correspondientes en busca de elementos que podrían llegar incriminar al bailarín o no.

Lo cierto es que hay testimonios de los jóvenes que estaban en la fiesta que lo ubican en la habitación en cierta hora de la mañana del dos de enero, dato fundamental para la investigación.

 

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