El anuncio de un acuerdo para poner fin a la guerra en la disputada región separatista de Nagorno Karabaj desató hoy protestas y un sentimiento de derrota en Armenia, júbilo y celebraciones en Azerbaiyán, el inicio de un despliegue de fuerzas de paz desde Rusia y un interrogante en la región: ¿Cuál será el rol de Turquía en esta nueva realidad?.

Tras seis semanas de duros combates que hicieron temer no solo una crisis humanitaria sino también una guerra de dimensiones internacionales, los líderes de Armenia, Azerbaiyán y Rusia firmaron anoche una declaración para “poner fin a la guerra” por Nagorno Karabaj, un enclave de mayoría armenia que declaró su independencia de Azerbaiyán, pero nunca logró reconocimiento internacional.

 

El anuncio desató una ola de protestas y disturbios durante la madrugada en Ereván, la capital armenia, que terminó con la sede de Gobierno saqueada, el edificio del parlamento tomado por manifestantes que piden una sesión de urgencia para revertir el acuerdo y el titular del Poder Legislativo, Ararat Mirzoyan, herido.

 

Disturbios y protestas en Armenia, donde piden la renuncia del primer ministro.

 

Durante el día, las escenas de caos desaparecieron, pero los pedidos de la oposición para que el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, renuncie continuaban, al igual que un sentimiento generalizado en la sociedad de “bronca, tristeza y pérdida”, según describió la cadena de noticias Al Jazeera.

Anoche, Pashinian reconoció que firmar el acuerdo fue “una decisión muy difícil” y supuso “un dolor indescriptible”, y explicó que su decisión se basó “en un profundo análisis de la situación militar”.

La toma de Shusha

Unas horas antes del acuerdo, Azerbaiyán, un país con recursos petroleros que en las últimas décadas mejoró sustancialmente su capacidad militar, había anunciado la toma de Shusha, una ciudad estratégica dentro de Nagorno Karabaj, a solo unos 180 kilómetros de la capital de esa región separatista, Stepanakert.

Según explicó Al Jazeera, Pashinian tiene el apoyo de la cúpula militar, pero la situación política sigue siendo incierta.

Al mismo tiempo, el clima político y social en Baku, la capital azerbaiyana, era completamente opuesto.

 

Capitulación

Tras el mensaje a la nación de anoche del presidente Ilham Aliyev, en el que calificó el acuerdo como “una capitulación” armenia, grupos de personas salieron a las calles con banderas nacionales y de Turquía -el principal aliado del país durante esta guerra-, algunos a pie y otros en autos.

Hubo cantos, bailes y escenas de celebraciones similares a las que se habían visto el día anterior, cuando el Gobierno anunció la toma de Shusha.

 

El acuerdo

La alegría se debe a que el acuerdo establece que cada parte, Armenia y Azerbaiyán, mantendrán las zonas “conquistadas”, mientras que una fuerza de paz extranjera controlará el cese de hostilidades en la línea divisoria de facto entre las zonas bajo control armenio y azerbaiyano, y entre el Nagorno Karabaj armenio y la República de Armenia.

Además, Armenia debe entregar otros distritos que eran controlados desde los años 90 por sus fuerzas: Kalbajar antes del 15 de noviembre de 2020, Agdam antes del 20 de noviembre de 2020 y Lachin antes del 1 de diciembre de 2020, según detalló la agencia de noticias AFP.

El Ministerio de Defensa ruso informó hoy que ya partieron hacia Nagorno Kabaraj 12 aviones con parte de los 1.960 soldados de paz, 90 vehículos blindados y armamento.

El acuerdo establece que esta fuerza de paz tiene un mandato de cinco años, que se prorrogará automáticamente por un período igual, a menos que Armenia o Azerbaiyán notifiquen su intención de rescindir esa cláusula.

Este es el único punto del acuerdo que generó molestias entre la sociedad azerbaiyana ya que en su mayoría desconfía de Moscú, el histórico aliado de Armenia en este conflicto que dejó al menos 1.300 muertos y miles más de heridos y desplazados.

 

Dudas sobre el rol de Turquía

El presidente azerbaiyano aseguró ayer que la misión de paz que observará el cese de hostilidades estará coordinada por Rusia y Turquía y estará compuesta por “soldados en actividad” de ambas potencias regionales.

Sin embargo, el vocero presidencial ruso, Dimitri Peskov, aseguró hoy que “el despliegue de soldados turcos en Karabaj no fue acordado”, según reprodujo la agencia de noticias TASS.

Pero poco después, el propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aclaró tras hablar por teléfono con su par ruso, Vladimir Putin: “Turquía llevará a cabo también actividades de observación y control junto con Rusia, mediante un centro conjunto que será establecido en un lugar escogido por Azerbaiyán”, según un comunicado de la Presidencia turca.

Pese a sus palabras, el rol de Turquía en la nueva realidad en Nagorno Karabaj es el único punto del acuerdo que aún no está claro.

Durante estas seis semanas de guerra, tanto Armenia como Rusia y potencias europeas como Francia denunciaron la participación activa de Turquía en los combates e, incluso, advirtieron sobre la presencia de combatientes importados desde Siria y Libia, dos países en guerra con un rol activo de Ankara.

 

Los Gobiernos de Armenia y Rusia esta vez no hicieron mención sobre el rol que tendrá Turquía en la nueva realidad de Nagorno Karabaj, pero sí lo hizo el presidente francés, Emmanuel Macron.

En un comunicado, explicó hoy que aún está estudiando cómo el acuerdo afectará los intereses armenios en la disputada región y volvió a pedir que Turquía cese sus “provocaciones en la zona”.

Irán, un vecino de Armenia y Azerbaiyán, sí celebró el acuerdo, pero también pidió que “todos los combatientes extranjeros” que estuvieron peleando en la guerra se retiren de la zona, según un comunicado de la Cancillería.

 

Leé más notas de La Opinión Austral