El hecho le ocurrió a Santosh Halpati, un candidato independiente que decidió involucrarse en la política de su pueblo.

Vive en la aldea de Chharwala, en el distrito de Vapi, en la India. No tenía ningún tipo de esperanza de ganar. Sin embargo, su decepción fue enorme cuando descubrió que nadie en su familia lo apoyó. Al abrir las urnas solo tenía un voto, el suyo propio.

El joven solo quería ocupar el cargo del sarpanch. El término también se conoce en su comunidad como gram pradhan o mukya. Son tomadores de decisiones elegidos constitucionalmente.

El puesto solo existe en el pueblo donde vive. En la Argentina vendría a ser similar al concejal. El candidato quería empezar de abajo. De a poco pretendía ganarse un lugar en el mundo de la política. No buscaba triunfar, solo quería sentir el apoyo de su familia.

Al cierre de los comicios, los canales de televisión llegaron para entrevistar a ganadores y perdedores. Sin embargo, los periodistas se sorprendieron con la reacción de Santosh Halpati. Apenas le pusieron el micrófono, el candidato comenzó a llorar sin parar.

“Las elecciones van y vienen. Pero yo solo tengo un voto, ni mi familia me votó”, se lamentó mientras estaba en vivo para un móvil. Muchas se personas se comprometieron a votar por él.

En su casa doce personas reunían las condiciones para hacerlo. Ninguno fue y aun no descubre si no lo hicieron por desinterés o porque en el sobre metieron a otro candidato.

Las largas filas de gente en la calle con su sobre en mano listas para votar fue su mayor esperanza de que alguien lo eligiera. Si bien la traición de su familia fue lo que más le dolió a Halpati, la humillación de que nadie le diera ni un solo voto, ayudó para que no parara de llorar de la tristeza frente a la cámara.

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