Quienes habitamos suelo santacruceño, tenemos hoy la oportunidad de sumar nuestras voluntades a un engranaje clave del sistema político, no sólo porque hoy elegimos entre las precandidaturas presidenciales, en las que sabemos que la provincia no mueve demasiado el amperímetro, excepto por su dimensión simbólica, sino porque la votación es determinante para el futuro de la provincia.
Esta jornada llega no sin polémica y debates del sistema de partidos amplificado por la Ley de Lemas, entre otras cosas, porque por primera vez en Santa Cruz una elección definitiva como es la de gobernador, diputados por distrito, municipio y consejo de la Magistratura coincide con una primaria nacional.
Toda esa diatriba de baja intensidad en términos de propuestas se termina hoy cuando, después de las seis de la tarde, aparezcan los primeros resultados del conteo provisorio y se defina el destino político de los próximos cuatro años, para Santa Cruz, y se anticipe la preferencia de los argentinos y argentinas para el mes de octubre y el modelo de país.
La veda que comenzó el viernes a primera hora, trajo un manto de piedad a tanta saturación proselitista, que en disimilitud de años anteriores, tuvo su mayor despliegue en redes sociales.
No es un dato menor, porque la red es el lugar que habitamos los ciudadanos, aunque de manera intermitente, durante gran parte del día.
Sin embargo, hubo candidatos que no respetaron la veda electoral, que a diferencia de lo que muchos creen, sí tiene regulación en cuanto a las páginas oficiales de postulantes.
La veda no rige para los ciudadanos y ciudadanas de a pie, tampoco para los sitios personales de ningún candidato o candidata, pero si para aquellos que tienen fan pages oficiales, que en algunos sectores que se disputan hoy el voto popular, permanecieron activas.
No es para menos, muchos analistas que dejaron trascender sus encuestas en el último mes, mostraron que hay una interesante porción de indecisos en Santa Cruz, y se cree que por lo general, quienes atraviesan por este tipo de dudas suelen resolver su voto días previos al de la elección.
Lo ideal es que el voto llegue a la urna cargado de expectativas, esperanza o necesidad de transformación o cambio de una realidad, pero cuando eso no es así, su valor no disminuye, y su responsabilidad tampoco, por lo que el acto cívico no termina cuando abandonamos el cuarto oscuro.
Votar es un acto igualador, que pone a cada persona en la misma dimensión, provenga del estrato social que provenga y piense como piense.
Pero también la democracia se construye con ciudadanos y ciudadanas involucrados con su lugar, con el presente y con el control de sus instituciones.
Porque para decir que un sistema es antidemocrático, no solo hace falta negarle a la población la posibilidad de sufragar, sino que esto puede estar atravesado por la falta de un Estado que garantice derechos y ciudadanos que los exijan.
Formas de participación ciudadana que sirven de control de los gobiernos suceden a diario, en la conformación de juntas vecinales como las que existen en prácticamente todas las localidades santacruceñas, en la creación de espacios culturales, en integración de ONGs, de cooperativas, con la discusión sobre las decisiones que impactan de manera colectiva o en el repudio a los retrocesos sociales.
Santa Cruz es una provincia joven, apenas 60 años de institucionalidad, en los que fue asentando su semblante, su fisonomía social, pudiendo todavía tener una mayor madurez a la hora de fijarse un rumbo en el que ganadores y perdedores de la elección puedan trabajar de manera mancomunada por el bien común.
Pero los políticos no son otro diferente, son el reflejo de lo que pasa en cada casa y en cada barrio, son consecuencia de oportunidades de elegir como la de hoy, y son un error o un acierto de nuestra propia decisión.
No todos son lo mismo, por eso debemos votar con responsabilidad. Una responsabilidad continua, circular, que permanece en tanto y en cuanto tengamos derechos por defender.