La ecología parece ser el puntapié para aquellos que deciden optar por alternativas sustentables o para quienes buscan su camino en el emprendimiento. La Opinión Austral dialogó con Giselle, quien lleva adelante un emprendimiento de toallas higiénicas y productos reutilizables. ¿Por qué cada vez son más mujeres las que buscan otras opciones más económicas y ecológicas? ¿Qué otras alternativas existen?
Desde adolescentes hasta adultas, cada vez más mujeres se animan a recurrir a productos reutilizables. La oferta va desde toallitas y discos desmaquillantes hasta protectores de lactancia y pañales de tela. Tanto desde el punto de vista del ahorro económico hasta la concientización por el medio ambiente, las opciones parecen ser acertadas para quienes buscan disminuir sus gastos y también el impacto ambiental.
Giselle lleva adelante “Luna Nueva”, una propuesta destinada a mujeres que fabrica productos artesanales femeninos. La misma apunta a dejar de lado las clásicas toallas femeninas utilizadas durante el periodo menstrual. Las hacen de tela y se pueden volver a usar, por lo que el ciclo de vida del producto es extenso. Se suelen comparar con las toallitas higiénicas clásicas que terminan por desecharse de manera automática, generando plástico y basura de forma constante.
“La idea surgió viendo en Internet las toallitas que me llamaron la atención y como manejo la máquina de coser, pensé en hacerlas. Hice las primeras y las usé, me funcionaron y empecé a comentarles la idea y vendérselas a amigas”, relató.
En cuanto a la experiencia, Giselle indicó que “la sensación fue de comodidad, que no manchaban y no generaban alergia ni irritaciones. El año pasado participé de la semana del reciclado en el Complejo Cultural, preparé el stock y las vendí todas”.
Sobre la vida útil y su uso, detalló: “una toallita reutilizable tiene una vida útil de entre 3 y 4 años, quizás un poco más, según el cuidado que se le dé. Se usan igual que las descartables, cada 4 horas aproximadamente hay que cambiarlas y comenzar el ciclo de lavado de inmediato, así la sangre no se seca, ya que cuesta más sacarla después. Por lo que para andar bien el stock debería ser de 6 toallitas más o menos, que varía según el ciclo de cada mujer”.
“Por el momento sólo estoy haciendo toallitas formato ‘normal’. Miden 24 centímetros de largo aproximadamente y 6 de ancho. Tienen alitas que se sujetan con broches tipo snap plásticos. Llevan una capa de tela impermeable respirable, 4 de franela de algodón y la capa superficial también es de algodón, pero con diseños diversos. Los protectores diarios son en formato normal o colaless, no tienen capa impermeable y llevan 2 capas de absorbente”, explicó sobre las mismas.
Comparativa en números: una mujer menstrúa durante unos 40 años de su vida y puede llegar a gastar hasta 12.000 toallas y tampones descartables. La copa menstrual tiene un ciclo de uso que puede durar hasta los 10 años, por su parte, las toallas de tela pueden durar hasta tres, dependiendo del uso que se les otorgue.
Como punto a favor, los precios de los productos femeninos reutilizables no son excesivos y, si se compara el gasto que se genera con el tiempo al adquirir productos desechables, la balanza se inclina a favor de lo sustentable.
Otras alternativas: la copa menstrual y las esponjas marinas
La copa menstrual es una de las más populares entre las usuarias. Se trata de una copa de silicona con agujeros o una marca en la parte superior que indica el tope de llenado. Tiene además una arandela para poder tirar de ella y sacarla.
Para su uso, sugieren hervirla en agua durante unos minutos, una vez hecho esto se dobla y se introduce en la vagina. Su característica reutilizable hace que el costo que genera adquirir toallitas mes a mes se vea ampliamente reducido. En la ciudad son revendedoras quienes se encargan de traerlas para las demandantes, dado que no existe fabricación local.
Al igual que la opción anterior, las esponjas marinas también son reutilizables. Poco conocidas por las mujeres, pero con similar mecanismo al de la copa. Previo a su uso, de deben mojar en agua tibia, exprimirlas y colocarlas. La esponja se expande y se adapta a la forma de la vagina. Durante el ciclo menstrual, sólo hay que retirarla y lavarla con agua para volver a utilizarla.
Sus defensoras destacan su origen natural, por lo que no contienen dioxinas ni fibras sintéticas. Las esponjas destinadas a este uso pasan por un proceso de limpieza, desinfección y secado.