“Iba a la verdulería caminando por José Ingenieros y me lo crucé enfrente a este chico que se me quedó mirando. No le di importancia, seguí mi camino y cuando estaba por entrar a la verdulería me mete la mano, me manosea y se me cae la bolsa”, contó la vecina que adelantó que iniciará una demanda contra el joven y presentará como evidencia las imágenes tomadas por las cámaras del comercio.

El momento del ataque

“Se me dio por insultar y cuando me di vuelta ya estaba corriendo. Salió el dueño de la verdulería con el empleado y ya estaba doblando la esquina de Oscar Smith y Ramón y Cajal“, siguió. “No supe cómo reaccionar. Me agarró de atrás y me manoseó. Justo estaba el escalón y la cortina de entrada no me dio tiempo a reaccionar”.

La esquina en donde acecha el abusador

Tal como consignó La Opinión Austral, luego de sufrir el ataque la joven decidió publicar lo sucedido en Facebook para advertir a otras mujeres e intentar encontrar al individuo .”Publiqué la foto para saber quién era esta persona. Tiene una discapacidad, pero nada justifica un abuso más allá de su condición. Varias víctimas me dijeron que tiene más de cuatro o cinco denuncias”.

 

 

Según el propio relato de Anabella, las demandas de las otras víctimas no prosperaron. “Sólo fija domicilio porque es una persona con discapacidad. Por su condición, mucho no pueden hacer tampoco”. 

 

Poco después de realizar el posteo en las redes, un familiar se comunicó con Anabella para pedirle que elimine la denuncia pública- “Me pidió por favor que borre la publicación porque fue un descuido de la familia que se le escapó. Le contesté que no la voy a borrar para que se sepa quién es. Como me pasó a mi le puede pasar a otra mujer o a una nena. Si la familia no tiene los recaudos hay que prevenir y alertar a la sociedad. No lo cuidan como corresponde. Es la quinta denuncia que tiene. Algo pasa”.

 

Ser mujer en Río Gallegos

“Como mujer camino en la calle con miedo. Miro a mi alrededor quién viene, quién se acerca. Es lo que vivimos todos los días las mujeres”, reflexionó. “Hay hombres que nos persiguen con los autos, que nos dicen cosas obscenas, que nos hacen señas o que nos manosean, como me pasó a mi. Varias chicas que vivieron lo mismo con otros degenerados se comunicaron conmigo para solidarizarse contándome que las quisieron agarrar y subir a autos”.

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