Un nuevo episodio de violencia callejera sacudió las primeras horas del domingo en Río Gallegos. La esquina de 9 de Julio y Alberdi, un punto neurálgico de la vida nocturna de la capital santacruceña, se convirtió otra vez en escenario de golpes, gritos y descontrol, dejando en evidencia un problema que parece repetirse con preocupante frecuencia.
De acuerdo a la información a la que tuvo acceso La Opinión Austral, a través de fuentes consultadas, se pudo saber que eran cerca de las siete de la mañana cuando, en plena vía pública, un grupo de al menos cinco jóvenes protagonizó una pelea que rápidamente se desmadró. La escena quedó registrada en el teléfono celular de un vecino que, desde su casa, grabó la secuencia que luego se viralizó en los grupos de mensajería de la ciudad.
Las imágenes son elocuentes: cinco mujeres intercambiando golpes de puño, tirones de pelo y forcejeos. El momento de mayor tensión se da cuando una de ellas intenta golpear a otra que ya se encontraba en el suelo, un gesto que refleja la brutalidad con la que se desarrolló la disputa, además de otra que es casi arrastrada de los pelos. En el video se puede escuchar como hay diferentes gritos. Algunas mujeres tratando de “panchas” a las que se habían peleado y otras de personas pidiendo que la situación no escale a algo más grave.
La situación no terminó allí. En el mismo video se observa cómo dos hombres casi llegan también a las manos, luego de que uno de ellos interviniera en el enfrentamiento de las jóvenes. Aunque no se conocen las causas exactas que originaron la pelea, se presume que la discusión se habría iniciado en el interior de uno de los locales nocturnos de la zona, y que el conflicto se trasladó a la calle al momento de la salida.
Lo cierto es que esta esquina céntrica de la capital de Santa Cruz, donde confluyen bares y boliches, se ha transformado en un punto sensible para la convivencia urbana. A la salida de cada fin de semana largo o madrugada festiva, las disputas que se inician puertas adentro muchas veces terminan en espectáculos de violencia a cielo abierto, con la calle como escenario y los vecinos como testigos involuntarios.
Antecedente
No es la primera vez que algo así ocurre en ese lugar. El 21 de junio pasado, en la misma esquina, un hombre terminó inconsciente tras recibir un golpe en la mandíbula durante una pelea multitudinaria. En aquella ocasión, al menos cuatro personas se trenzaron a golpes y, cuando parecía que el enfrentamiento estaba bajo control, un tercero apareció de manera inesperada y lanzó un puñetazo certero que derribó a uno de los involucrados. El agredido cayó desplomado, sin conocimiento, y para peor, otro individuo se acercó y le propinó una patada en la cabeza antes de huir cobardemente de la escena.
Estos episodios, que se repiten cada tanto con inquietante similitud, plantean un debate que trasciende a la crónica policial. Más allá de la intervención de las fuerzas de seguridad o de la posterior viralización de los videos, lo que se pone en juego es la convivencia en la ciudad, la responsabilidad individual y colectiva frente al consumo de alcohol y las salidas nocturnas, y el rol del Estado en la prevención de hechos que ponen en riesgo la integridad física de vecinos y jóvenes.
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