Isabel II ocupó el trono del Reino Unido durante 70 años hasta su muerte en el día de ayer, cuando tenía 96 años. Durante décadas al menos una decena de chefs pasaron por la cocina del Palacio de Buckingham, en Londres para comandar su alimentación, así como la de miembros de la realeza y distinguidos invitados que la visitaron durante su reinado.

Pese a su rol al frente de la monarquía inglesa, Isabel II era dueña de un gusto sencillo a la hora de comer. Dos de los cocineros que trabajaron para la casa real, y en particular satisfaciendo las preferencias gastronómicas de la soberana, afirmaron que sus pretensiones distaban de lo que la mayoría puede suponer.

La reina podía tener a su disposición los platos más sofisticados, sin embargo, siempre solicitó preparaciones simples, así lo reveló Darren McGrady, chef privado de la familia real británica durante más de una década.

El experto trabajó en las cocinas de los Palacios de Buckingham y Kensington y también los acompañaba durante sus viajes. En una entrevista para un medio británico, McGrady reveló que Isabel II seleccionaba personalmente el menú de cada día.

Según sus palabras, la monarca respetaba su rutina culinaria y rara vez se salía del plan. Empezaba su día con una taza de té Earl Grey acompañada de unas galletas. Pero en la mayoría de sus desayunos pedía un cuenco con cereales. De vez en cuando, cuando tenía más apetito, ordenaba que le prepararan unos huevos revueltos con salmón ahumado y trufa rallada.

A la hora del almuerzo, Isabel II le pedía a McGrady “algo simple, como pescado con verduras” y disfrutaba “comer lenguado de Dover a la parrilla con espinacas marchitas o calabacines o un simple pollo a la parrilla con ensalada”.

Otro exchef que trabajó en el palacio a principios de la década del 90, Owen Hodgson, destacó que uno de los platos favoritos de la reina para almorzar eran los sándwiches de atún, presentados en ocho cortes triangulares del mismo tamaño.

La hora del té

La reina respetaba la tradición inglesa de la hora del té. Sus meriendas solían ir acompañadas con una opción dulce: el “Penny (centavo) de mermelada”, un sandwich que comenzó a consumir de pequeña y que comió hasta los últimos días de su vida.

Según explicó McGrady, la receta es muy sencilla: Solo pan y mermelada -generalmente de frutilla- con un poco de manteca”, enumeró. La mermelada de la reina era casera y se hacía con frutillas cosechadas en los jardines del castillo de Balmoral, en Escocia, donde murió.

Entre los dulces preferidos de la reina estaban las tortas de chocolate (en especial un ejemplar cubierto por ganache de chocolate), los bizcochos de miel y crema, jengibre y fruta, y los clásicos scons ingleses.

Comida chatarra en el Palacio de Buckingham

El cocinero de la familia real confesó que, aunque ella no era fanática de la comida chatarra, sí tenía devoción por un plato: las hamburguesas. Solo había un detalle, la reina prefería comerlas sin pan.

“En Balmoral, ellos cazaban ciervos y nosotros preparábamos hamburguesas de venado, pero nunca entre panes, a la reina no le gustaba”, contó McGrady.

El chef también remarcó que a la monarca no le gustaba la pizza y que, durante sus quince años en el palacio, no le sirvió ese plato ni una sola vez. En cambio, Isabel II prefería preparaciones tradicionales de la cocina francesa.

Para el postre, la monarca repetía su solicitud casi todas las noches. “Le fascina el chocolate. Es su favorito y tiene que ser chocolate amargo. Cuanto más oscuro, mejor“, concluyó el chef.

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