En Funes 1120 hay un taller metalúrgico que les ha cambiado la vida a muchos, empezando por los que allí trabajan. “Soy de Río Gallegos, pero medio postizo. De chico me trajeron sin papeles para acá y quedó como que era chileno. En realidad nací en una estancia de Río Grande”, cuenta Juan Carlos González Paredes (58), más conocido como “Pocholo”.

El menor de seis y único hijo varón fue a la Escuela Primaria N° 10, la llamada escuela “Vial”, y continuó los estudios secundarios en la ENET N°1. Luego llegaría su primer trabajo en Gotti. Siempre se desempeñó en la metalurgia.

FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

En el Belgrano, el barrio de su infancia, comenzó a trabajar en juntas vecinales “con Javier ÁguilaEstela Maris GarcíaMarcelo Cepernic. En una oportunidad fui a Comodoro con ‘Pajarito’ Peréz Rasetti a comprar los caños para hacer el gas de la calle 7 a la 14. Siempre estando cerca del vecino”, comenta a La Opinión Austral.

“Contá conmigo”

“Un día estaba en el merendero de Susana Alvarado y me dijo: ‘Vos podrías hacer esto’. Ella es enfermera jubilada del hospital y me dijo que la necesidad era grande porque la enfermedad más jodida era la diabetes y siempre había amputaciones. Le dije: ‘Vos contá conmigo’”. Así comenzó todo.

Las historias me las guardo para mí, son dolorosas, jodidas

De aquella primera silla de ruedas que reparó sin costo pasaron cerca de cuatro años. El dato circuló y de a poco comenzaron a llegaron vecinos para pedirle ayuda y también para colaborar.

Lo que para una persona que no lo necesita podría parecer irrelevante, para quienes utilizan la silla de ruedas es esencial, para su vida cotidiana y su autonomía.

Son muchas las historias que “Pocholo” ha conocido y se las reserva. “Me las guardo para mí, son historias dolorosas, jodidas. Ver a un ser humano que le falta una parte del cuerpo cambia totalmente el sentido de las cosas”, expone.

El metalúrgico no se toma fotografías con los vecinos con los que colabora, salvo en pocas excepciones. “No entra en mí que tenga que estar mostrando la circunstancia de la persona o cómo se encuentra, entrego la silla y listo, cualquier cosa que necesiten, que cuenten conmigo y ahí estoy”, dice.

FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

En su taller se reúne diariamente con Miguel Barrientos (44)Oscar Daniel “Monoco” Niman (44) y Héctor “Lengua” Andrades. Juntos trabajan para tener el sustento de cada día, pero también los ha “contagiado” de su gesto solidario.

La acción es siempre bien recibida por quienes salen del taller con una silla en condiciones. “Se alegran mucho, te traen facturas, un pan elaborado por ellos, sándwiches, yerba, lo que encuentran para agradecerte. Yo no quiero que me den nada, pero ellos quieren de alguna forma agradecer la gauchada que les hiciste“, cuenta.

“Monoco” Niman, Miguel Barrientos y “Pocholo” González. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

Las sillas que llegan al taller de “Pocholo” son donaciones de vecinos y en algunas oportunidades de entes, pero no todos las ceden. “Sé que no las dan porque las tienen que tirar, es la política de ellos. Capaz ven que si les falta un tornillo no tiene solución, te da bronca”, señala al referirse a las notas presentadas al Ministerio de Desarrollo Social que no han tenido curso.

“Una vez vino un amigo al que le di una silla de ruedas para su mamá y me dijo: ‘En el basural hay unas 20’. Las trajimos y ahí fuimos haciendo stock. Larcade me dio las de PAMI que estaba todas rotas. Así se va acrecentando y se va haciendo más grande. Siempre hay una a disposición lista para salir, para el que lo necesite, ya está esa destinada“, expone.

En una oportunidad rescataron 20 sillas que estaban en el Vaciadero Municipal

Semanalmente en el taller reparan de tres a cuatro sillas. “Tiene cosas especiales, no es llegar y poner un bulón, tiene rodamientos, cada uno sale 200 pesos el más chiquitito, es todo un costo. Nosotros vamos sacando, limpiando, arreglando y compensando para ir dejando las sillas como corresponde”.

“Me ayuda la tapicería José Díaz, ellos donan la cuerina para que les haga el asiento nuevo, no se entrega el asiento roto, a lo mucho desteñido o que le ha pegado mucho el sol, pero siempre en buena calidad. Nosotros no las necesitamos, pero quienes sí las necesitan no pueden andar como nosotros, precisan la seguridad de que la silla sea perfecta como debe ser”, sostiene y agrega que “lo hago con todo el amor del mundo”.

Sobre qué le gustaría decirles a los vecinos, manifiesta que “por ahí soy muy reiterativo en decirles que no tiren las sillas, que hay una persona que la está necesitando. Yo las arreglo, las dejo en condiciones, pero dónenlas. Me han traído muletas, andadores, mucha gente me trae pañales para donarles a los abuelos que necesitan”.

Los gestos de agradecimiento emocionan a “Pocholo”. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

“Pocholo” sostiene que “quien tiene, viene y da, es el común de la gente la que lleva adelante esto, no un empresario”.

Hace algunos días, una publicación en Facebook volvió visibilizar la acción solidaria que “Pocholo” junto a “Monoco”, Miguel y “Lenguas” llevan adelante.

Sobre los mensajes recibidos, dice que “es emocionante. Que uno haga una cosa que le sirva a la gente es realmente gratificante, saber que como ser humano estás sirviendo a la comunidad con una labor. Pucha, mirá lo que se puede hacer con tan poquito. No es que gastamos 2, 3 millones de pesos, es la voluntad de poder hacerlo y saber hacerloMis compañeros se van contagiando cada vez más, venimos de hacer changas y se quedan hasta las 23:00, 00:00, 01:00, arreglando, reparando y así. Es lindo. Uno se siente muy emocionado al hacer algo para gente que lo necesita”.

Quienes se hayan contagiado de la solidaridad y quieran colaborar, pueden acercarse al taller o comunicarse al 2966-15744419.

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