Eran cerca de las 11.30, cuando una mujer y sus tres hijas pisaron las frías aguas congeladas de la laguna Ortíz, ubicada en el centro del velódromo, frente al barrio Procrear, en Río Gallegos.

Pese a que existe una ordenanza municipal que establece que es el municipio quien debe autorizar la actividad luego de realizar un estudio, otro adulto, junto a tres menores y un perro, imitaron la actitud de la familia y se deslizaron sobre la gélida superficie.

Minutos más tarde, mientras jugaban sobre el hielo de dudoso grosor, dos agentes bajaron de un patrullero que llegó al lugar para disuadir a los vecinos y pedirles que se retiraran por su propia seguridad.

La inconsciencia colectiva es preocupante. En una ocasión, pese a que el municipio no había autorizado la actividad, decenas de vecinos llegaron a organizar un campeonato de trineos aprovechando las bajas temperaturas que presentaban un escenario supuestamente ideal.

 

Desde hace tiempo, los especialistas recuerdan que la situación climática no es la misma que la de décadas atrás, cuando el frío extremo garantizaba la conformación de una estructura de hielo lo suficientemente segura como para practicar patinaje o cualquier otra actividad.

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