Bariloche, al igual que otros puntos, se ve en la obligación de administrar los recursos sanitarios con los que cuenta. Un grupo de especialistas dieron de talles de cómo atienden cada caso particular cuando llega una mujer lista para el alumbramiento.

Diego Llorente del diario El Cordillerano dialogó con tres especialistas de larga trayectoria y reconocimiento en la materia: las licenciadas en Obstetricia Adriana Casas y Olga Vivero y la ginecóloga y obstetra, Soledad Ratto, quienes brindaron sus opiniones, sensaciones y recientes experiencias al respecto.

 

Adriana Casas y Olga Vivero y la ginecóloga y obstetra, Soledad Ratto.

 

¿Cómo se atienden los partos?

 

Soledad Ratto, explicó: “Tratamos de trabajar con la mayor normalidad posible, sin llegar a trasladarle al paciente la angustia que uno siente. Es muy angustiante llegar al sanatorio y no tener una cama”.

A lo que acotó: “Para una como médica, la responsabilidad es tremenda. Es una línea muy delgada, una cornisa, donde si bien uno sabe que en un parto sale todo bien, si se complica por alguna razón, vas a necesitar una cama de Terapia y hoy por hoy no la tenés. Por otro lado, uno trata de hacer los partos lo más normal posible, como si no hubiese pandemia”.

Comentó que el papá pasa a la sala de parto, se da la misma contención, porque: “La paciente viene muy angustiada y si uno además le pone la carga de la pandemia, es demasiado. Aunque no se permiten pasar visitas, eso es más riguroso”.

 

Las razones de la angustia

Sobre el tema en particular Ratto dijo: “Por la pandemia en sí. Uno en este contexto tiene que darles el doble de la contención psíquica porque ya están angustiadas, no saben qué les va a pasar, si se van a enfermar, hay pacientes a los que se les han muerto familiares cercanos, otras familias porque tienen menos trabajo, es una cuestión social que les afecta”.

Sostuvo que ante todo están más vulnerables que antes, no solo por estar embarazadas, por la situación de parir y no saber dónde. “Es un combo explosivo”.

 

Por su parte, Olga Vivero manifestó: “Atrás está la familia, porque siempre hay una enorme expectativa por el bebé que viene, por eso a nosotros el lado humano nos sale solo desde adentro, la contención. Hoy, las embarazadas y su núcleo familiar, están solos desde el inicio del embarazo, porque no pueden ser visitadas y tener contención familiar”.

Al llevar más de un año conviviendo con la pandemia, Adriana Casas considera que se han tenido que acomodar a esta nueva normalidad. “Hay que entender que esta es una crisis sanitaria, social y emocional. No solo sanitaria. Pero hay padres que pese a esto, están atravesando el mejor año de su vida, porque están trayendo a su hijo al mundo”, aseguró.

 

 

Y agrega: “Nosotras estamos acostumbradas a cuidar, pero no tenemos quién nos cuide a nosotras por contener a ellos. Entonces, también llegamos a un momento donde la angustia nos sobrepasa, porque nos metemos en la historia de cada paciente”.

“La pandemia te deja muy solo”, reconoció: “Hay chicas que quedaron embarazadas y sus madres no pudieron verlas. Y las mujeres cuando parimos, queremos mostrarle al universo nuestros hijos, y eso no se puede ahora. Antes se daba que muchas mujeres se quejaban de la invasión de sus familias en las habitaciones, hoy daríamos cualquier cosa porque eso pasara, pero ya no se puede”.

Las tres profesionales ya se han enfrentado a momentos donde no hubo camas disponibles en Bariloche. Al consultarlas sobre ¿cómo se resuelve esta contingencia?, declararon:  “Hay que encontrar una cama como sea. Se trasladan pacientes de una habitación a otra, se agregan camas en habitaciones para poder hacer espacio para el parto. O también se dan altas tempranas, en vez de dejar 36 horas como hicimos siempre, se da 12 horas, pero solo en casos de mamás con más hijos, que ya pasaron por esa situación. Entonces se deja el lugar para que otra mamá pueda tener a su bebé. Es todo muy dinámico y angustiante”, describió Ratto.

 

Soledad Ratto.

 

 

En este marco, la labor del personal de salud es sumamente dedicada. En esto hace hincapié Olga Vivero: “La predisposición de todo el personal es magnífica. Desde la guardia, a quien recibe y toma la temperatura, mantenimiento. Las camas están siempre impecables. Y hay que decir que el personal también se cansa, o a veces están de licencia por aislamiento y otras tienen que hacer doble turno. Es todo un andamiaje que se ordena para poder atender a la mamá que está por parir”.

 

Partos en la guardia

Adriana Casas habló de los momentos en los que la sala de guardia debió prepararse para el alumbramiento: “Hace poco llegó una paciente que iba a tener una nena, Delfina, le pusieron. Y ahí en la Guardia se armó todo un clima de respeto, mágico, increíble. Salieron todos, nos quedamos nosotros. Y no hubo tiempo para llevarla a la sala de parto, empezó a pujar y justo llegó su hermana para darle fuerzas y apoyarla”.

Al relato acotó: “Éramos todas mujeres ahí adentro y fue un momento muy emocionante. Cuando Delfina nació, se la pusimos en el pecho y el silencio era absoluto, pero de repente explotó un aplauso de toda la Guardia, que fue estremecedor. Todas nos largamos a llorar. Por más que uno lleva muchos años en esto, es imposible no seguir emocionándose. Y el personal de Guardia nos agradeció por ese parto, porque han pasado por tanta angustia, tantas muertes, que sentir vida, fue un regalo de Dios. Y eso en el día a día, no se visibiliza”.

La mucama que limpia, el camillero, el chico de mantenimiento, es gente que no se tiene en cuenta, ni la historia detrás de cada persona. “A nosotros nos favorece que tenemos mucho vínculo con nuestras pacientes desde antes que nazca el bebé. Eso ayuda un montón porque hay una entrega que ayuda mucho”.

 

Respeto por la vida

 

Para Ratto, el trabajo en la Guardia “es espectacular” y relata que cuando no hay camas disponibles, las mujeres entran en trabajo de parto allí, en una silla de ruedas. “En la guardias se hace un silencio tremendo, de mucho respeto y una entra en acción”.

Consultadas al respecto, sostienen que se han dado muy pocos casos de mujeres embarazadas con coronavirus y esto tiene como respuesta el máximo cuidado de ellas y de su proceso de gestación. Pareciera ser, porque todavía todo es reciente, que el COVID-19 les da mayor inmunidad, las protege.

De igual forma, aclaran que el contagio durante el embarazo es leve y no revista gravedad, pero cuando la criatura nace, la enfermedad puede complicar a la madre, como a cualquier otra persona.

 

Partos de mujeres con COVID-19

 

Soledad Ratto, habló sobre la situación particular de atender pacientes con coronavirus y cómo actúan en estos casos: “Con la mayor normalidad posible. Hacemos lo mismo que si no lo tuvieran. Tuvimos una paciente con síntomas y con su nena de 3 años positiva. Su marido estaba aislado y ella estaba sola. Cuando llegó el momento de tener al bebé, le dejamos sacarse el barbijo, porque nosotras estábamos todas bien protegidas y a ella se le complicaba pujar”.

Sola, sin su familia y pariendo con COVID, era demasiado. “Por suerte tuvo bien a su bebé y lo tuvo normal, lo pusimos en su pecho y no hubo inconvenientes. Ella se quedó con el bebé, se lo consideró positivo, pero no pasó nada. Se tomaron todas las medidas preventivas del caso”.

Olga Vivero contó que: “Es una experiencia muy movilizadora”, ya que el recién nacido es llevado a la habitación con su madre que tiene que alimentarlo y quedan aislados. La madre se queda con barbijo y no se la separa de su hija o hijo, aunque la mamá sea positiva”.

 

Olga Vivero.

 

“Lo que pasa que todo es muy nuevo también y esto lleva tiempo, ver cómo reaccionan los casos, los procedimientos, aún es prueba y error. Si bien el protocolo dice que la paciente tiene que parir con barbijo, es muy complejo. Entonces tomamos todas las medidas para que pueda hacerlo sin ponérselo y sin riesgos. Hay cosas insólitas que nos suceden a diario, como el papá conociendo a su hijo y que le tenga que dar un beso con barbijo. Ahí nosotras le decimos que se lo saque para besarlo, sino es una locura”, consideró Casas.

Esta es la historia que se asemeja en cada rincón del país donde las personas llegan por ayuda y, la reciben.

 

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