Por Juan I. Martínez Dodda

Después de tanto remar (consensuar y dialogar), hubiera sido una pena (para algunos, una tragedia) hundirse cerca de la orilla. Luego de tres años desde que se empezó a negociar el armado de la renovación de la Ley Ovina (se hace cada 10 años desde 2001), el pasado martes, en el marco de una sesión maratónica, la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en ley la prórroga y el sector ovejero de todo el país respira.

La prórroga de la Ley Ovina beneficia a todo el sector, pero en especial a los pequeños productores.

“Se trabajó mucho, no es sólo una nueva renovación, sino que esta vez hay cuestiones de fondo que se incorporaron que le dan otro carácter”, esgrimió el coordinador de la Mesa Ovina Nacional (MON), Marcos Williams Prim, en diálogo con Santa Cruz Produce.

“No es sólo una renovación, hay cambios de fondo”

Recordó que “venimos trabajando desde 2018 para este momento, pero ahora, con la aprobación, tenemos que hacer operativa la ley, que es, en realidad, cuando las leyes cobran vida y llegan a las personas, por eso, queda mucho por trabajar aún”.

Claro, hasta ahora, el “Régimen para la Promoción, Desarrollo y Consolidación de la Ganadería Ovina y de Llamas” (conocido comúnmente como Ley Ovina), tenía un renglón en el presupuesto nacional. Ahora, al mismo, hay que completarlo con la reglamentación y los montos.

“Para poner en marcha esto, creo que sería interesante adoptar el mismo mecanismo a partir del cual se armó la ley, con todos los sectores en la discusión y los productores adentro”, sostuvo el dirigente.

“Es un ejemplo de cómo se construye política pública entre el sector privado y el sector público a través de legisladores y el Ministerio, para poder llegar a un documento consensuado que, es cierto, es susceptible de mejorar según nuestra visión, pero que es lo que se pudo lograr”, confesó Williams Prim, para quien “sin una Ley Ovina, los últimos 20 años hubieran sido muy difíciles para el sector”.

Antecedentes y montos

Los primeros borradores de un proyecto de ley ovina se redactaron en 1999 pero recién en 2001 se sancionó la ley 25.422 que tenía 10 años para ejecutarse. ¿Se acuerdan de Argentina en 2001? Así las cosas, a los pocos meses de aprobada, los 20 millones de pesos/dólares (época de la convertibilidad) perdieron un cuarto de su valor con la devaluación. En 2011 se hizo la renovación por otros diez años la cual venció el pasado 5 de abril de 2021.

En este contexto (altamente inflacionario, ayer, hoy y mañana), la propuesta presupuestaria comportaba tres caminos para actualizar el aporte del Tesoro Nacional, que hasta ahora era de 100 millones de pesos/año.

“Creímos que para que siga teniendo fuerza debía aumentar ese monto, por eso propusimos tres opciones”, explicó el titular de MON. La primera fue elevar el fondo que crea la ley, a unos 1.800 a 2.000 millones de pesos anuales. “De este modo se mantendría el equivalente a un 5% del valor anual de la producción, como es la idea original”, señaló Williams Prim.

Los cambios en la ley comenzarán a regir a partir del 1 de enero de 2022

La segunda propuesta que elevaron desde la Mesa Ovina, fue plantear una actualización por tramos. “Es decir, que arranque en 1.400 millones de pesos/año el primer trienio, a .1800 el segundo y a 2.000 los últimos 4 años”.

Finalmente, la tercera propuesta elevada en la mesa de debate con el Ministerio fue partir de una base de “1.200 o 1.400 millones e ir actualizándolo a partir del índice de precios agropecuarios del INDEC“, resumió Williams Prim.

Pero, las limitaciones presupuestarias generales primaron, y la norma que salió desde el Senado con la primera aprobación y ratificó la Cámara de Diputados para su sanción definitiva, estableció un fondo de $ 850 millones de pesos al año, por un lapso de diez años y que regirá a partir del 1 de enero del 2022. Al igual que la norma original, no se establece un mecanismo de actualización de dicho fondo.

Buenas noticias

“A quienes más beneficia la ley ovina es a los pequeños y medianos productores, y durante todo este tiempo, ha sido un caso exitoso de una ley federal que permite el desarrollo productivo de Jujuy hasta Tierra del Fuego”, opinó Williams Prim.

Sin importar el tamaño del establecimiento o productor, la Ley Ovina financia distintas actividades en pesos y sin interés a mediano plazo con dos años de gracia y cinco más para pagarlo.

Los fondos son utilizados para pagar la aplicación de protocolos o certificaciones, arreglar corrales e infraestructuras (alambres, molinos, bombas solares), hacer obras de riego, comprar vientres y reproductores y/o aplicar programas de inseminación.

También a través de este programa, se han financiado programas de sanidad y ayudas en las emergencias. Además, hay fondos para contratistas de esquila que quieren mejorar su equipamiento, su movilidad, y poder ofrecer mejores servicios y más profesionalizados.

Otro de los aspectos interesantes tiene que ver con la incorporación de normativas y procedimientos respecto de la aplicación de buenas prácticas ganaderas, de bienestar animal, y ambientales, cada vez más utilizados, como los pastoreos holísticos y ganadería regenerativa, entre otras herramientas.

El fondo de la ley es esencial para la retención de madres y recuperación de majadas.

“Quienes quieran acceder a fondos de la ley tendrán que tratar de ser más sustentables”, todo un mensaje aggiornado a los tiempos que corren.

Para Williams Prim también es importante que en esta renovación se incluyó el financiamiento de dos programas importantes para el sector: el PROLANA, que actualmente cuenta con fondos de la ley, pero no de manera obligatoria, y ahora sí lo sería. Y el otro es el Programa Nacional de Carne Ovina, que se tiene que crear.

El futuro ovino nacional data de cientos de años. De familias que se instalaron en territorios inhóspitos, inmigrantes, trabajadores, que soñaron con producir lo suyo. Hoy, la producción ovina argentina tiene enormes oportunidades y desafíos vinculados con la producción sustentable y certificada. La ley ovina es una herramienta fundamental para seguir por este camino.

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