El 11 de mayo de 1813 la Asamblea del Año XIII sancionó como Himno Nacional Argentino la canción compuesta con versos de Vicente López y Planes y música de Blas Parera.

Fue el 11 de mayo de 1813 cuando la Asamblea del Año XIII decidió aprobar como Himno Nacional la canción patriótica compuesta con versos de Vicente López y Planes y música de Blas Parera. Originalmente, la canción se denominó “Marcha patriótica”, luego “Canción patriótica nacional”, y posteriormente “Canción patriótica”.

Recién en 1847 una publicación la denominó “Himno Nacional Argentino” y se interpretó por primera vez en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, quien entonó los primeros acordes. Además, la primera versión duraba 20 minutos, y recién en 1924 fue abreviada a 3 minutos 30 segundos.

El 24 de abril de 1944 quedó establecida la letra oficial tal como se la conoce hoy. Esta letra corresponde a la versión original del Himno: oficialmente, se interpreta sólo la primera cuarteta de la primera estrofa, los últimos cuatro versos de la novena y el coro final.

I

¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:

¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!

Oíd el ruido de rotas cadenas

ved en trono a la noble igualdad.

Se levanta a la faz de la Tierra

una nueva y gloriosa Nación

coronada su sien de laureles

y a sus plantas rendido un león.

II

De los nuevos campeones los rostros

Marte mismo parece animar

la grandeza se anida en sus pechos

a su marcha todo hacen temblar.

Se conmueven del Inca las tumbas

y en sus huesos revive el ardor

lo que ve renovando a sus hijos

de la Patria el antiguo esplendor.

III

Pero sierras y muros se sienten

retumbar con horrible fragor

todo el país se conturba por gritos

de venganza, de guerra y furor.

En los fieros tiranos la envidia

escupió su pestífera hiel.

Su estandarte sangriento levantan

provocando a la lid más cruel.

IV

¿No los veis sobre Méjico y Quito

arrojarse con saña tenaz,

y cuál lloran bañados en sangre

Potosí, Cochabamba y La Paz?

¿No los veis sobre el triste Caracas

luto y llanto y muerte esparcir?

¿No los veis devorando cual fieras

todo pueblo que logran rendir?

V

A vosotros se atreve, argentinos

el orgullo del vil invasor.

Vuestros campos ya pisa contando

tantas glorias hollar vencedor.

Mas los bravos que unidos juraron

su feliz libertad sostener,

a estos tigres sedientos de sangre

fuertes pechos sabrán oponer.

VI

El valiente argentino a las armas

corre ardiendo con brío y valor,

el clarín de la guerra, cual trueno,

en los campos del Sud resonó.

Buenos Aires se pone a la frente

de los pueblos de la ínclita Unión,

y con brazos robustos desgarran

al ibérico altivo león.

VII

San José, San Lorenzo, Suipacha.

Ambas Piedras, Salta y Tucumán,

la colonia y las mismas murallas

del tirano en la Banda Oriental,

son letreros eternos que dicen:

aquí el brazo argentino triunfó,

aquí el fiero opresor de la Patria

su cerviz orgullosa dobló.

VIII

La victoria al guerrero argentino

con sus alas brillantes cubrió,

y azorado a su vista el tirano

con infamia a la fuga se dio;

sus banderas, sus armas se rinden

por trofeos a la Libertad,

y sobre alas de gloria alza el Pueblo

trono digno a su gran Majestad.

IX

Desde un polo hasta el otro resuena

de la fama el sonoro clarín,

y de América el nombre enseñando

les repite: ¡Mortales, oíd!

Ya su trono dignísimo abrieron

las Provincias Unidas del Sud!

Y los libres del mundo responden:

¡Al gran Pueblo Argentino, salud!

Coro:

Sean eternos los laureles

que supimos conseguir:

coronados de gloria vivamos,

o juremos con gloria morir.

(originalmente, al final de cada estrofa)

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