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En la Casa Rosada todo es euforia. Se diría que la actualidad le sonríe. La inflación bajó de los tres puntos, su gran promesa de campaña. El blanqueo de capitales fue un éxito, el riesgo país bajó a niveles históricos y los distintos tipos de dólares aparecen tranquilos y “domados”. Los encuestadores advierten que Javier Milei comenzó a mejorar en los estudios de opinión. Hay sectores de la economía que marcan “el fin de la recesión”. En el plano político, los gobernadores peronistas negocian y los legisladores radicales ayudan, así que el Congreso aparece “dominado”. Y, para descorchar champagne, Donald Trump se impuso claramente en las elecciones de Estados Unidos y ya hay “un amigo” en la Casa Blanca que ayudará a arreglar las cuentas con el FMI y a que lleguen dólares al país.
Muchos motivos para celebrar y encarar el año electoral con buenas expectativas. Por eso llama la atención algunas advertencias que llegan desde círculos amigables.
Un dato inquietante llega desde la Fundación Mediterránea. En un informe en el que se reconoce la mejora en la actividad económica, se advierte que “la producción se recompone principalmente en sectores de bajo aporte al empleo”.
Señala que de los 14 principales sectores de actividad, apenas 5 están por encima del nivel de actividad de 2023 y tienen una recuperación, pero 9 aún se encuentran por debajo del nivel de actividad de 2023 y tienen una caída promedio ponderada de 5,1%.
Y atención: “Lo que resalta de esta situación es que los sectores que se encuentran en terreno positivo representan apenas 15% del empleo privado(según datos del año 2023), mientras que los sectores que aún están en zona negativa explican el 85% restante de los puestos de trabajo del sector privado”, dice el informe.
“Esta dualidad en el desempeño de los sectores productivos señaliza las dificultades que también comienzan a aflorar en el mercado laboral (y que podrían profundizarse), y apoya la idea que la recuperación económica seguirá siendo lenta, debido a que está centrada en sectores con menores impactos en la masa salarial y posterga el crecimiento de actividades económicas vinculadas al consumo masivo”, concluye.
Es decir, la recuperación que aparece no se traslada por ahora al empleo.
En el mismo sentido, el economista “amigo” Juan Carlos De Pablo destacó el dato del índice de inflación de octubre, pero advirtió: “Lo que me preocupa es el aumento del costo en dólares de la producción”. Son riesgos estructurales que podrían comprometer cualquier mejora a largo plazo y que neutralizarían las ganancias obtenidas por la desaceleración inflacionaria.
Para el economista, uno de los principales desafíos que enfrenta el país en este momento es el aumento de la inflación en dólares. “Cualquiera se da cuenta de esto; por eso ya no hay más uruguayos acá en la Ciudad de Buenos Aires”, ejemplificó De Pablo.
También bajó la euforia sobre lo que producirá para la Argentina el triunfo de Trump. “No exageremos. Trump tiene una agenda de trabajo en la cual Argentina, como ítem específico, aparece recién en el número 800.000″, dijo.
Para colmo, la decisión del Gobierno de ampliar el límite de envíos vía courier y, además, bajar los aranceles para las importaciones de artículos de uso personal, no cayó bien entre fabricantes y comerciantes locales. Advierten que esta medida golpeará aún más sus ventas y aumentará la competencia desleal, porque a nivel local se pagan más impuestos que en los países de origen de los importados.
Los empresarios textiles son los que están más alarmados. “No tener precios de referencia es un absurdo ya que se pueden importar prendas a cualquier valor, incluso menor al costo, porque son sobrantes que han pasado varios procesos de liquidación y no se venden. Son directamente precios de descarte, ridículos. Las empresas usan países periféricos para vender prendas inservibles, que les molestan en los depósitos, a precio vil. Entonces ocupan un espacio en el mercado con precios irreales que no corresponden”, señaló al diario La Nación Claudio Drescher, presidente de la Cámara Argentina de Indumentaria.
Rubro juguetería, otros fabricantes preocupados. “Cerrarán las pymes, como cerraron en los ‘90 las 180 fábricas de juguetes que había”, enfatizó un empresario.
El economista Carlos Melconian, también un “amigo”, también advirtió sobre la posible lluvia de importados. “De fondo -señaló-, hay un problema que me preocupa mucho que es el de la competitividad. Es muy temprano para someter a esta economía a este grado de competitividad. El tema de la competitividad me mata”, dijo Melconian.
La Argentina se ha vuelto cara en dólares. Eso no solo afecta a los fabricantes de los más diversos productos, sino que se avecina un verano complicado en materia turística. El vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo, Aldo Elías, reconoció que “el panorama no es alentador para la plaza local y las reservas se concretan lentamente. Hay muchos pedidos de cotizaciones para viajes al exterior”.
De hecho, los alojamientos y las comidas son más accesibles en Brasil y algunos lugares del Caribe que en la costa atlántica argentina.
Son advertencias sobre el presente y el futuro cercano que se producen en medio de la euforia oficialista. Y, entre tanto festejo, sería bueno que le presten atención.
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