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El gobernador Claudio Vidal pasó la escoba. A los cambios que ya se venían analizando hace varias semanas atrás se le sumó uno de último momento: el ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Julio Gutiérrez, quien había quedado envuelto en un escándalo cuando el domingo pasado personas armadas, luego de un choque, ingresaron a su domicilio de Río Gallegos y fueron posteriormente detenidas.

Desde que asumió el 10 de diciembre de 2023Vidal ya debió modificar casi la mitad de su Gabinete.

A la prematura salida de Daniel Busquet del Consejo Provincial de Educación, aparentemente por razones personales, se sumó la renuncia de la ministra de Desarrollo Social, Jazmín Macchiavelli, en medio de otra denuncia: la venta en al menos dos comercios de esta capital de alimentos del programa “Crecer con Sabor” que debían estar bajo su cuidado.

El cuarto ministro que dejó el Gabinete fue Ariel Varela, en la siempre complicada cartera de Salud. Pero también quedaron en el camino el presidente de la Caja de Previsión Social, Marcial Cané; el gerente provincial de Servicios Públicos, Miguel Arroyo; el secretario de Estado de Turismo, Mario Markic; el de Comunicación y Medios, Carlos Marcel, y el secretario de Estado de Ambiente de Santa Cruz, Sebastián Georgión. Antes ya había sido reemplazado de su cargo el responsable de Vialidad Provincial, Ariel Ricón.

Demasiados para poco más de 9 meses de gestión.

A esta altura, nadie desconocía que Vidal no estaba conforme con la manera en la que estaban funcionando algunos ministerios y carteras provinciales. De hecho, a la hora del “recorte” no se salvaron ni los funcionarios más “puros“, aquellos que vienen acompañándolo hace varios años, como Macchiavelli o Gutiérrez. Otros estaban prácticamente a prueba desde que arrancaron y los menos eran parte de los acuerdos políticos con los partidos de la coalición que ganaron las elecciones.

La gestión no termina de arrancar y cada vez se escuchan más voces que repiten que lo que funcionaba dejó de funcionar y lo que no funcionaba, sigue sin hacerlo.

Los cambios muchas veces sirven para oxigenar un gobierno o hasta incluso para dar un golpe de timón. Y los que están en política, excepto aquellos que fueron elegidos por la gente, saben que la designación de un cargo no es para siempre y que su renuncia siempre tiene que estar arriba de la mesa. Pero en cuanto a gestión pública, no siempre alcanza con reemplazar una figura por otra. Hay veces que con la capacidad y la impronta alcanza. Pero aún en esos casos se necesita una directriz, un norte, un ·hacia allá vamos“. Ese es el principal desafío de un gobierno.

Tampoco son tiempos fáciles ni cómodos para el Gobierno de Claudio Vidal. Le debe encontrar solución a varios problemas: la creciente desocupación, la pobreza en alza, la paralización de las represas, la situación en YCRT y la incertidumbre por lo que ocurre con YPF, entre tantos otros.

Habrá que esperar si en los próximos meses los cambios redundan en una mejor gestión, si alcanzan para enderezar el barco. Corregir a tiempo no está mal, pero cambiar muy seguidotampoco, y se acercan los meses en los que la gente comenzará a evaluar con ojos más críticos la gestión y a sus intérpretes.

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