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La industria pesquera argentina enfrenta un escenario crítico a raíz del conflicto en la zafra nacional del langostino. La flota congeladora permanece inmovilizada por una disputa salarial, mientras que la flota fresquera, a pesar de tener luz verde para operar, lo hace a una capacidad mínima. Raúl Cereseto, empresario pesquero y referente de la Cámara de la Flota Amarilla de Chubut, dialogó con LU12 AM680 Radio Río Gallegos, ofreciendo un panorama desolador de la situación que afecta a miles de trabajadores y la economía regional.

El corazón del conflicto radica en la flota tangonera congeladora, compuesta por 113 buques, que permanece paralizada. Como ya informó La Opinión Austral, dos de los tres gremios marítimos ya aceptaron una reducción del 22% en el ítem producción de los salarios, una medida impulsada por las cámaras empresarias. Sin embargo, el SOMU (Sindicato Obreros Marítimos Unidos) se niega rotundamente a esta rebaja, manteniendo las negociaciones estancadas. Cereseto sugirió que la cercanía de las elecciones internas en el SOMU podría influir en esta postura.

Raúl “Tato” Cereseto, presidente de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera.

Sin actividad

La situación de la flota fresquera, que agrupa a más de 60 barcos que traen el producto para procesamiento en tierra, es igual de preocupante. Aunque se destrabaron las negociaciones con este sector, la actividad es mínima. “De los 60 barcos, solo están operando ocho o nueve“, lamentó el empresario en sus declaraciones, añadiendo que la mayoría de estas operaciones de desembarque se concentran en Caleta Olivia, Santa Cruz, y en el puerto de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires. La razón es simple: la pesca de langostino ya no es rentable en un mercado global saturado.

Un gobierno “ausente”

Al ser consultado sobre la “ausencia” del Gobierno nacional en la mediación del conflicto con el objetivo de encarrilar la zafra, la respuesta fue crítica e hizo la salvedad que en las últimas audiencias inició el camino que le corresponde según su rol.

Recién tras casi cuatro meses de parálisis, desde el 18 de marzo, el gobierno comenzó a tener una participación más activa. La única concesión por parte de las cámaras (un 8% de reducción salarial) se logró gracias a beneficios impositivos ofrecidos por la administración central.

La principal causa de esta crisis, explicó Cereseto, es la inundación del mercado internacional con “banamei“, un langostino de criadero que ha desplomado los precios. “Hoy pescar es más caro que vender”, sentenció, dejando a muchos armadores sin incentivos para salir a ultra mar. La falta de un acuerdo sobre la totalidad de la rebaja salarial (el 22% reclamado por las empresas) sigue siendo el principal escollo.

Tapa de La Opinión Austral del miércoles 4 de junio.

Impacto en puestos de trabajo y economías regionales

Con apenas 50 días de pesca restantes en la zafra, el panorama es desolador. La crisis no solo amenaza los mercados internacionales, donde grandes corporaciones ya ofrecen langostino de Ecuador, sino que golpea directamente a los 50.000 trabajadores del sector. Muchos de ellos, con contratos eventuales o salarios básicos insuficientes, “la están pasando muy pero muy mal“.

Cereseto destacó el efecto dominó en las economías regionales. En Chubut, la falta de actividad ha provocado un “enfriamiento de la economía muy importante“, afectando a restaurantes, comercios y estaciones de servicio.

En este sombrío escenario, Santa Cruz emerge como un punto de resiliencia. Cereseto valoró la capacidad de la provincia para haber optimizado sus estructuras pesqueras, particularmente en la pesca de merluza, lo que le ha permitido mantener costos logísticos más económicos que otras provincias. Por ello, los pocos barcos que salen a pescar en las zonas cercanas a Comodoro y Camarones prefieren descargar en Caleta Olivia, reconocida por su buen servicio portuario y precios competitivos. Esta localidad, junto con Mar del Plata, se convierte en uno de los pocos polos de actividad pesquera en el país.

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