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Un trágico hallazgo sacudió el viernes a la localidad bonaerense de Florencio Varela, donde una madre de 47 años y su hijo de 6 -quien tenía trastorno del espectro autista (TEA)- fueron encontrados muertos a tiros. La conmoción se tornó mayor al corroborarse que Micaela Andrea Lator, ama de casa, asesinó al pequeño de un disparo y luego se quitó la vida.

El informe forense se conoció poco después de que surgieran sospechas en torno a Fernando Cuello, esposo de la mujer y padre del niño, como posible autor de un doble crimen. Los investigadores se enfocaron en él al detectar que el menor había permanecido con vida durante unas tres horas tras el primer disparo, un dato que en principio generó desconcierto.

Se estableció, asimismo, que Lator tenía dos heridas de bala —una en la cabeza y otra en el pecho—, a pesar de que el primer informe policial indicaba una sola. No obstante, entre sus pertenencias se hallaron dos cartas en las que intentaba explicar los motivos de su decisión. En una de ellas escribió: “Qué será de mi hijo cuando yo no esté…”.

Finalmente, los peritos descartaron la participación de terceras personas, ya que no se forzó la entrada al domicilio ni faltaban objetos de valor. También se incautaron dos armas y se ordenaron los respectivos dermotests, incluido el de Cuello, para determinar si había manipulado algún arma recientemente.

El hombre quedó en el centro de la escena luego de ratificarse las tres horas de diferencia entre la muerte de Micaela y su pequeño, Esteban Nicolás. Ese detalle no coincidía con la versión del papá del niño, quien declaró haber encontrado a sus familiares sin vida al regresar del trabajo el viernes por la tarde. Por ese motivo, el fiscal Darío Provisionato solicitó que se le realizara un dermotest.

En su declaración inicial, Cuello dijo que halló a su familia muerta en la vivienda ubicada en la calle Pehuajó al 2300 y, ante este trágico escenario, llamó al SAME, cuyos profesionales constataron la muerte de ambos. Posteriormente, personal de la UFI N°1, se acercó al lugar, incautó su teléfono celular y prendas de vestir.

Cabe destacar que los investigadores confirmaron la coartada de Fernando: estaba trabajando como tornero en Munro cuando se desató el terrible suceso. Los movimientos de su tarjeta SUBE y la declaración de su jefe resultaron clave para situarlo fuera del filicidio.

Por otra parte, según información publicada por Noticias Argentinas, allegados a las víctimas señalaron que Micaela atravesaba un cuadro depresivo, afectada por las dificultades que implicaban cuidar sola a un hijo con autismo, un trastorno en el desarrollo del cerebro, que incide en la interacción social y la comunicación.

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