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El encuentro entre Cristina Kirchner y Lula da Silva tuvo lugar este jueves en la residencia de la exmandataria, donde cumple prisión domiciliaria en el marco de causas judiciales abiertas. Lejos de tratarse de una reunión protocolar, el cónclave fue presentado por la propia Fernández de Kirchner como un acto de “solidaridad política” entre dos líderes que —según su relato— fueron víctimas de la persecución judicial conocida como lawfare.
“Lula también fue perseguido, también lo metieron preso y quisieron silenciarlo. No pudieron. Hoy volvió con el voto del pueblo brasileño y la frente en alto”, expresó la exjefa de Estado, estableciendo un paralelo con su propia situación judicial y apuntando nuevamente al “partido judicial”, un término con el que hace años caracteriza a sectores del Poder Judicial que, según denuncia, responden a intereses económicos y políticos.
Durante su discurso, Cristina Kirchner fue aún más allá al definir el contexto actual como una “auténtica deriva autoritaria” conducida por el Gobierno de Javier Milei, al que tildó de aplicar un “terrorismo de Estado de baja intensidad”. En esta línea, mencionó como ejemplo reciente la detención de militantes durante manifestaciones opositoras, hechos que, sostuvo, configuran una práctica sistemática de hostigamiento estatal.
“Nos costó demasiado construir esta democracia como para permitir que ahora la vayan vaciando desde adentro. Este Gobierno se presenta como libertario, pero la única libertad que garantiza es la de los más ricos”, lanzó con tono encendido. En sus palabras resonó la preocupación de sectores sociales y políticos que vienen denunciando un incremento de la represión a la protesta social y una creciente criminalización de la disidencia.
Uno de los pasajes más duros de su intervención estuvo dedicado a la situación de la prensa. Citando un informe de Reporteros Sin Fronteras, Fernández de Kirchner recordó que la Argentina cayó 47 posiciones en el índice global de libertad de prensa desde la llegada de Milei a la Casa Rosada. También aludió al caso del reportero gráfico Pablo Grillo, quien —según denunció— fue brutalmente agredido mientras documentaba una movilización de jubilados.
Además, la líder opositora denunció la existencia de un “plan de inteligencia nacional secreto” que habilitaría el espionaje interno bajo la excusa de prevenir la erosión de la “confianza pública”. “¿Y quién decide qué erosiona la confianza? ¿Caputo? ¿Karina? ¿Conan?”, ironizó, en referencia al ministro de Economía, a la secretaria general de la Presidencia y al ya célebre perro del presidente.
También expresó su alarma ante la intención del Ministerio de Seguridad de permitir a la Policía Federal vigilar redes sociales sin orden judicial y detener personas preventivamente por expresiones públicas. “¿Te quejás del Gobierno en Twitter? ¿Te burlás de Milei en Facebook? Entonces, capaz te cae la policía a la puerta”, advirtió.
Fernández de Kirchner ubicó estos elementos dentro de un “experimento continental” que, afirmó, busca replicar en Argentina el modelo neoliberal que aplicó la dictadura chilena de Pinochet con el respaldo de los Chicago Boys. “Hoy, nuestro país es el banco de pruebas de Milei y los Caputo Boys: salarios de hambre, privatización total, entrega absoluta al Fondo Monetario Internacional”, disparó.
La expresidenta también criticó el silencio de los grandes medios, que, a su juicio, operan “bajo cuerda” por miedo o por presión económica. Y denunció que a los líderes opositores se les pretende incluso “impedir salir al balcón de su casa”, en referencia a las restricciones que pesan sobre ella debido a su situación judicial.
Mirando hacia el futuro, anticipó un escenario de conflictividad social a partir de octubre, cuando —según dijo— el Gobierno avanzará con las “verdaderas reformas estructurales”: reforma previsional, laboral y fiscal. “Pero no les va a salir bien. Si el pueblo se organiza y se defiende, no van a poder”, dijo en alusión a la masiva marcha del 18 de junio pasado.
En un tono más esperanzado, Fernández de Kirchner destacó la fortaleza del “nosotros”, ese sentido de comunidad que —según afirmó— ha sabido resistir históricamente a los embates del poder. “Tenemos algo que ellos jamás van a tener: un nosotros. Y un nosotros del tamaño y la historia del pueblo argentino… ni se calla ni se detiene. Este nosotros siempre vuelve. Lula lo demostró en Brasil, y nosotros también lo haremos”, cerró.
Finalmente, no dejó pasar la oportunidad de cuestionar las recientes subas en las tarifas de servicios públicos, que definió como un golpe directo al bolsillo de los sectores populares en medio de una ola polar. “Tarifas por las nubes, estufas apagadas, vos hablando de que hiciste buen trabajo en Mercosur… ¿Y dejaste Mar del Plata sin gas? Dale hermano… seguí vendiendo humo… lástima que no calienta”, disparó con sarcasmo, en directa alusión al presidente Milei.
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