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Por Diego Rodia (Crónica)

El post-Fillol fue demasiado traumático para la Selección Argentina. Encontrar un arquero fue todo un problema más allá del título mundial que vino enseguida con Nery Pumpido o el subcampeonato con los penales atajados por Sergio Goycochea, o la constancia de Sergio Chiquito Romero aún sin verse retribuida con una celebración. Pasaron muchos años y, por ende, tantas pruebas para que tengamos un arquero de verdad. Alguien que genere tranquilidad, que transmita esa imagen de imbatibilidad y que transforme en pequeñitos a jugadores de los más gigantes del mundo.

En un país que divide sus preferencias entre Diego Maradona y Lionel Messi sin poner en la balanza que afortunadamente los dos nacieron en nuestra tierra, o que ama u odia lo menottista o bilardista casi en partes iguales, se genera un enorme debate sobre el top five de futbolistas que vistieron la celeste y blanca. Los dos monstruos no están en discusión. El resto, es puro juego futbolero. En esta humilde opinión los otros tres serían Mario Alberto Kempes, Jorge Burruchaga y Luque, en ese orden. Allí sí ingresamos al terreno de la subjetividad. Preguntan si Ángel Di María no debe estar entre esos cinco y la respuesta es “puede ser”. Pero eso no implica que la posición privilegiada en la historia la traslade a la Scaloneta. Allí hay dos extraterrestres y el segundo no es precisamente Fideo. Ese otro llegado de una especie de Animal Planet es Emiliano Martínez.

Imagine un partido sin cualquiera de las individualidades que vemos generalmente. La conclusión es que casi todos son reemplazables. Hasta sin Messi se ha demostrado que se puede jugar bien aunque a sus 37 siga siendo insustituible. Lo que hoy es imposible de imaginar es un arco sin esa fiera de 1,90 metro nacida en Mar del Plata. Si se escuchara la información de que se encuentra en duda, los corazones argentinos estarían paralizados porque se instalará inevitablemente la sensación de que hay un arco vulnerable. Esto que logró él nos hace recordar a lo que sentíamos al ver a Fillol debajo de los tres palos. No hay nadie como el Dibu. Es el mejor del mundo en su puesto. Y si sacáramos a Leo Messi, sería el mejor jugador de la Selección.

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