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Por Matías Resano, Diario Crónica
En condiciones infrahumanas y expuestos a enfermedades respiratorias y oncológicas viven más de la mitad de los pobladores de Florencio Varela. Un panorama alarmante que los propios vecinos le adjudican a la escasez de servicios esenciales como la red de cloacas y de agua potable, razón por la que deben consumir la que extraen del pozo, que suele estar contaminada.
Tampoco disponen de una atención medica de calidad, por el mal estado de las calles y un limitado servicio en los centros médicos de primeros auxilios.
Sin embargo, el intendente Andrés Watson y el resto de las funcionarios municipales no responden a los requerimientos vecinales. Un relevamiento realizado por el Indec, en el segundo semestre de 2022, arrojó que el 60% de los habitantes varelenses no tienen cloacas, sino que deben cavar pozos en sus propiedades para depositar sus desechos.
En este sentido, Rubén, vecino del barrio Santa Rosa, señaló que “los pozos se llenan más rápido y tenés que recurrir a camiones atmosféricos contratados, que cuestan 16.000 pesos, porque los del municipio no dan abasto. Entonces lo que hacemos en mi casa es cargar lo menos posible el pozo, hasta el día que cobre“.
No obstante, Diego, quien reside en Ingeniero Allan, remarcó que “la gente construye dos pozos en sus casas, uno para extraer agua y el otro como cloaca”. El testimonio da cuenta de otro faltante: agua potable. Más de la mitad de la población del distrito se abastece de la que saca del pozo, que en muchos puntos del municipio suele no ser apta para consumo. Al respecto, Rubén aseguró que “el causal de la contaminación del agua es la superpoblación. Nosotros en el barrio Santa Rosa aconsejamos no beberla“.
Tampoco lo hacen quienes residen en el barrio La Rotonda, escenario de reclamos y denuncias por parte de sus moradores, por motivo de la contaminación que ocasionan una curtiembre y de un depósito de baterías. En este sentido, Marcela reveló que “veíamos o nos enterábamos de más casos de vecinos que contraían diferentes enfermedades, como personas con cáncer, o con alto nivel de plomo en la sangre, o frecuencia de abortos espontáneos, y de afecciones respiratorias“. La mujer padeció por experiencia propia la polución que afecta a su barrio, a través de su hijo, a quien, en sus primeros meses de vida, le detectaron un nivel de 23,5 de plomo en sangre.
A partir de entonces encabezó un sinfín de manifestaciones y denuncias, que derivaron en una orden de cierre de uno de los establecimientos fabriles, en marzo pasado. El Juzgado en lo Contencioso y Administrativo N°1 de La Plata ratificó que el incremento de enfermedades en la zona es desencadenante de la emanación de plomo del complejo industrial. Además, determinó que el Municipio de Florencio Varela omitió controlar la ubicación del depósito. No obstante, la municipalidad y la compañía apelaron el fallo, y los vecinos aguardan por la resolución de la Cámara de Apelaciones.
Resultan cada vez más frecuentes los malestares vecinales por la atención en los centros de atención primaria de la salud, como sucede en el barrio Los Tronquitos. Allí sus residentes se asientan en el acceso principal del CAPS desde las primeras horas de cada madrugada, en pos de obtener uno de los nueve turnos que se entregan. Ana, vecina del lugar, preciso que “no hay dentistas, ni traumatólogos, ni oftalmólogos. El pediatra concurre una vez al mes“.
A su vez, tampoco disponen de servicio de emergencia porque las ambulancias no logran ingresar a la zona, por el avanzado deterioro de los accesos. Ana reconoció que “hay calles como la 17, que no se pueden transitar, te quedás encajado con el auto y no salís. Para que pudiéramos desplazarnos por esos caminos, compramos y juntamos cascotes entre los vecinos, para rellenar los pozos. Lo venimos haciendo hace años“. Un trayecto dificultoso que se torna aún más con la escasez de la iluminaria pública, razón por la que muchos habitantes se alumbran con su propio teléfono celular en el regreso a sus viviendas.
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