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*Por Hugo Ferrer

Roberto Di Sandro le dio un cierre a su carrera periodística, después de estar acreditado más de 77 años en Casa de Gobierno. Su último recorrido,  en Crónica, tanto en el canal como en el diario, con su tradicional columna “Intimidades de Casa Rosada”, un clásico irrepetible. “Es el diario y el canal donde siempre quise trabajar. Hace 50 años que cuento las intimidades de los gobiernos. Es la voz de los más necesitados. Me siento orgulloso. Crónica es así de simple: te cuenta las cosas como son y punto. Te dice la verdad. El pueblo no se equivoca. Y eso de “Firme junto al pueblo” es muy cierto. Se palpa.”

Siguió escribiendo sus artículos en una vieja máquina de escribir. No pudo adaptarse a la computadora. “Una vez me sentaron a la fuerza y salí corriendo, no entendía nada. Me decían que el teclado era igual, pero para mí es distinto. Encima está ese ratoncito que hace que la flechita se mueva para todos lados. No es para mí y punto.  Hoy uso una Olivetti que me entregaron durante la presidencia de Frondizi. Después mi hija Silvia pasa los textos por mail a la mesa de redacción del diario.” En la Sala de periodistas de Casa de Gobierno, que lleva su nombre, está su otra máquina.

Su vida está reflejada en “A mí no me lo contaron”, el libro que editó Grupo Crónica en 2013. Y, hace unos días, se entregó la segunda edición de los premios “Decano Roberto Di Sandro”. Su nombre y trayectoria, grabados a fuego en el papel, la tevé y la radio con los gobiernos de Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi, Arturo Illia, las dictaduras, Raúl Alfonsìn, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.

Nació el 22 de noviembre de 1931 en Chacarita. En la calle Lemos 332 (dirección que hoy no existe) pasó su infancia. A una cuadra, en Guevara y Santos Dumont, hizo la escuela primaria. Pero lo que más le impactó es cuando tenía tres años y con su mamá fue a Corrientes y Jorge Newbery a ver el paso del funeral de Carlos Gardel. Se emociona. “Me llevó en brazos. Aún hoy recuerdo perfectamente la imagen: el paso del coche fúnebre y la multitud que lo acompañaba.”

Hincha de Boca “desde chiquito”. Le gustaba el fútbol con locura. Jugaba por la derecha, de inside o half derecho. Se probó en Boca.Pasé la prueba y me mandaron el telegrama, pero ya había empezado con el periodismo y no quería dejar.

Siempre le gustó leer. Hizo la secundaria en el colegio Julio Argentino Roca,  “el nacionalismo era sagrado en la escuela y la figura que más se escuchaba era la del entonces coronel Perón.”

FOTO: CAMILA FERRER POSE / LA OPINIÓN AUSTRAL

 “Su amor” por Perón

“Tuve la suerte de participar en uno de los acontecimientos políticos más importantes del siglo XX, si no el más: 17 de Octubre de 1945. Fuimos a la Plaza de Mayo con un grupo de pibes del colegio Roca a pedir por él, a ‘vivar’ su nombre. El gobierno tuvo que ceder ante la presión de miles y miles de personas que habían copado el centro de la ciudad para reclamar su liberación. Perón estaba detenido en la isla Martín García. Recuerdo que me encontré con Lorenzo Pepe, también fiel peronista de toda la vida.”

 Todo el día en Plaza de Mayo. “Queremos a Perón, queremos a Perón”.  Salió al balcón a la noche. El estallido y la euforia fueron impresionantes. Teníamos 14 años y fuimos en un camión que salió del colegio. Éramos como diez o quince, todos apretujados. Eso es el peronismo.”

En 1946, a punto de cumplir los 15, no quiso estudiar más. Le dijo al padre: “Quiero hacer lo que hacés vos, pero escribiendo”. Quería ser periodista. Ingresó en Télam cubriendo en Casa de Gobierno. Entró el 29 de octubre de 1947 y siguió hasta el día de hoy. “Cuando lo pienso, me parece increíble. Tengo 93 años y 77 en la Casa Rosada. Ahí arranqué. En Casa de Gobierno, con Perón.” Entró como aspirante a reportero. Llevaba papeles, hacía más de cadete que de periodista.  “Cobrábamos por decena: cada diez días veinte pesos.” Con “la primera plata”  que ganó, le pudo regalar un vestido a su mamá. “‘Cómprese un vestido, mamita’. Se puso tan contenta, se le iluminó el rostro. 

El debut, Perón y Evita

“Recuerdo que ese primer día llovía. Entré al mediodía muy nervioso. Yo era el benjamín, tenía 15 años. Recuerdo una conferencia de prensa informal de Perón. Éramos pocos medios. Me trataba bien el General, con cariño, por ser el más jovencito. Perón llegaba a las 6.20 y había que estar ahí, buscar la información.  No era fluido el contacto con Evita porque ella tenía su gran despacho en el Concejo Deliberante.”

Mi padre y mi tío

“Mi padre, Carmelo, y mi tío Juan, me marcaron el destino.  Mi tío Juan fue uno de los más grandes fotógrafos que tuvo la Argentina y hoy es considerado el padre del fotoperiodismo en el país. Juan inició en la profesión a mi padre, quien también comenzó a mirar a través de la lente de una cámara los vaivenes del país. Mi viejo era fotógrafo. Fue el primero que sacó fotos sin mirar la lente, de arriba, con los brazos en alto en los tumultos. Trabajó en varios medios y llegó a la Casa de Gobierno.”

La barra, los amigos, tango y boxeo

Después del trabajo se reunía con los amigos de la esquina de Jorge Newbery y Freire. “Mi querida barra con la que salíamos a disfrutar de la noche porteña.”

Su pasión por el tango, Anibal Troilo y  Osvaldo Pugliese. “Otra de nuestras salidas fijas, las noches en el Luna Park, el boxeo en su esplendor. Vimos grandes combates: las peleas de Gatica – Prada, Lausse, Merentino, Cirilo Gil, Nicolino Locche. ¡Qué boxeadores!”

“Norma, el amor de mi vida”

“Conocí a Norma en El Molino, año 1958. Salí a bailar con ella. Yo pensaba que era muy alta para mí y se lo dije. Ella se sacó los zapatos. Le di un beso y me pegó una cachetada. Y ahí se enamoró. Nos enamoramos. El 2 de marzo de 1960 nos casamos. Tuvimos dos hijas: Silvia (radióloga) y  Rosana (médica). Norma se fue hace poco. La extraño cada día más.”

Elegancia: moño, saco y corbata

Su vestimenta, un gran tema. Durante mucho tiempo usó moño. Siempre de traje y corbata, aún hoy, como en aquella época. Corbatas tengo muchas. No colecciono, me regalan. Perón me regaló cuatro. Me las mandó desde España con una foto de él y una nota que decía: ‘Para el gran peronista Roberto Di Sandro’”.

Dolor y primicias

“Me tocó vivir momentos tristes, como fue el 16 de junio de 1955, cuando bombardearon Plaza de Mayo. Llegué cuando cayó la primera bomba.”

Y en el  72 tuvo la primicia de la entrega del cuerpo de Eva a Perón en España. “Me lo contó un tipo que estaba con Lanusse. ‘Mandá esto’, me dijo. Me escondí y envié la noticia. Salía por teléfono. Mis compañeros estaban viendo la televisión en la sala. ‘Hijo de puta, traidor, te tragaste la información’, me gritaban, pero tenía la exclusiva.”

Durante la última dictadura, en Canal 11 estuvo ocho meses sin salir al aire por un fuerte cruce con Videla. “Le dije que él había echado a Isabel.”

En la guerra de Malvinas, 72 días comiendo sandwiches de lomo que le daba Rodolfo Baltiérrez, el vocero de prensa de Leopoldo Galtieri.

El adiós

Vio todo, casi todo. Siguió viendo y lo contó en Crónica. “He visto más de 30 gobiernos, pero solo un presidente: Perón.”

En su casa de Palermo, rodeado de familiares, amigos y periodistas se escribió su última página. En el living comedor (cuyas paredes están “decoradas” con cuadros, fotos, plaquetas y premios) la mesa rectangular sigue siendo lo más importante: ahí está su Olivetti. Eterna. Como su pasión y amor por el periodismo. Cuando llaman a su teléfono, escucha el ringtone clásico y se le iluminan los ojos: se escucha la marcha peronista.

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