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Los obispos de las diócesis de Corrientes, atentos al reciente debate y aprobación de la Ley de Narcomenudeo en la provincia, emitieron un comunicado con cinco puntos clave, en el que destacaron: “Queremos dirigirnos a toda la sociedad correntina con una palabra que brota de la fe en Jesucristo y de nuestra responsabilidad como pastores de este pueblo”.
En el escrito, titulado “La droga es una herida“, señalaron como primer aspecto que son testigos del sufrimiento de tantas familias golpeadas por las adicciones, especialmente de los más jóvenes que, en su vulnerabilidad, quedan atrapados en el consumo de sustancias que destruyen la vida, la esperanza y los vínculos más profundos.
“El Papa Francisco ha dicho con fuerza: ‘La droga es una herida en nuestra sociedad que atrapa a muchos y hiere a familias enteras’. Esta herida abierta en todo el mundo, también está presente en nuestra provincia de Corrientes”, remarcaron los obispos. En segundo lugar, afirmaron que se trata de una normativa que interpela: “Con mucho entusiasmo hemos recibido la noticia de la reciente sanción de la Ley de Narcomenudeo. Su promulgación abre un nuevo escenario y nuevos desafíos. La comercialización de la droga no se trata sólo de un tema judicial o policial. Es un problema social que nos involucra a todos”.
“Un fenómeno que no puede reducirse a la lucha contra el narcotráfico o el narcomenudeo”
En ese sentido, subrayaron que “la ley recientemente sancionada, necesita no sólo de la voluntad positiva de quienes son los responsables de su ejecución, sino también de una inversión económica y la creación de estructuras que hagan posible su cumplimiento” y se preguntaron: “¿Se contará con recursos y estructuras suficientes para atender en forma integral a las personas con problemas de consumo, siendo que hoy constatamos que son insuficientes? ¿Podrá la justicia correntina responder con celeridad y transparencia, evitando cualquier tipo de manejo espurio, de corrupción o de miedo?”.
Por otra parte, se refirieron al desafío de la prevención y la inclusión: “La pelea contra las adicciones es un fenómeno complejo que no puede reducirse a la lucha contra el narcotráfico o el narcomenudeo. Es indispensable un abordaje más amplio y un compromiso integral”, enfatizaron.
Para ello -indicaron- se requiere prevención desde la infancia y la adolescencia, mediante educación, deporte, cultura y proyectos de vida; centros de tratamiento y recuperación accesibles, con acompañamiento humano, terapéutico y espiritual; oportunidades laborales y sociales que devuelvan dignidad a quienes hoy sienten que no tienen futuro; y asistencia cercana a las familias que sufren, primera red de contención que muchas veces se encuentra sola frente a este dolor.
Asimismo, aludieron a la conciencia social, al recalcar que “no podemos ser indiferentes. El narcotráfico no es sólo un problema de ‘los otros’: hiere el corazón mismo de nuestro pueblo, genera violencia, destruye nuestras instituciones y vulnera gravemente la paz social”. Y cuestionaron: “¿Qué lugar damos a los jóvenes en nuestras instituciones y comunidades? ¿Qué testimonio de vida ofrecemos los adultos frente a la cultura imperante? ¿Estamos dispuestos a priorizar la vida de nuestros niños, adolescentes y jóvenes por sobre cualquier tipo de interés económico, partidario o político?”.
Como quinto punto, la misiva —firmada por Mons. José A. Larregain Ofm., arzobispo de Corrientes; Mons. Adolfo Canecin, obispo de Goya; y Mons. Gustavo Montini, obispo de Santo Tomé— sostuvo que “en Cristo y María, nace una nueva esperanza“. A propósito, se destacó: “En medio de un tiempo inquietante, seguimos creyendo en la fuerza de la vida, de la fe y de la esperanza. Sabemos que la vida de cada joven vale mucho y que nadie está perdido para siempre“.
Los obispos concluyeron que “en el corazón de Nuestra Señora de Itatí, ponemos la vida de nuestro pueblo (…) Que su amor de Madre nos enseñe a cuidar la vida más vulnerable y nos dé la valentía para comprometernos en la construcción de una provincia libre de todo aquello que pueda hacernos daño. Con corazón de pastores, invitamos a todos —gobernantes, legisladores, jueces, fuerzas de seguridad, educadores, instituciones intermedias, comunidades cristianas, organizaciones sociales y familias— a un gran pacto por la vida y por la dignidad de nuestra gente”.
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