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“¿Qué es lo que más valorás de la educación que recibiste?”.
Esa fue una de las tantas preguntas que estaban en los “papelitos” que cada invitado recibió antes de entrar a El Central en La Rural.
La Fundación Cimientos hace 27 años tiene un rol a favor de la equidad. Así, comenzó en 1997 a trabajar por una mejor educación para que los estudiantes no abandonaran la secundaria y egresaran. Su alcance es de más de 7.000 jóvenes y 667 docentes y directivos, 305 escuelas y 30 universidades de todo el país.
A las 19:30 fue la cita. Puntualidad. Aluvión de personajes. Saludos, fotos, cocteles. Hubo reencuentros varios. Y mucho agradecimiento.
A las 20:40 sonó el timbre. Parecía que estábamos en la escuela. Luego comenzó a sonar la canción “A la bandera”.
No era un aula.
En la cena solidaria anual casi 500 personas comenzaron a movilizarse. Dejaron el coctel y pasaron al salón. Las 50 mesas decoradas. Los invitados se acomodaron en los lugares asignados. Así, estuvieron la canciller Diana Mondino, los diputados José Luis Espert, Silvia Lospennato, Sabrina Ajmechet, Danya Tavela, Juan Manuel López y Facundo Manes, el exdiputado Mario Negri, el exjefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el vicepresidente de la Corte Suprema Carlos Rosenkrantz (su esposa Agustina Cavanagh es colaboradora de la fundación), el secretario de Educación Carlos Torrendell, el secretario de Trabajo Julio Cordero y ministros y secretarios de educación de 12 provincias, empresarios, académicos, diplomáticos y periodistas.
Lucía “Luli” Fernández y Joaquín Rodrigo “Pollo” Álvarez fueron los conductores. Sobrios, con las palabras justas. Así, destacaron que “la problemática educativa refleja que 1 de cada 2 jóvenes no logra terminar la escuela secundaria común y en las poblaciones vulnerables este dato asciende a 7 de cada 10”.
Claudia Villafañe organizó el evento. Impecable. Al lado del escenario, supervisó cada paso del guion.
María Julia Tramutola, presidente de Cimientos, presentó el lema de la noche: La educación como potencia. Emocionada al recordar a su padre, Carlos Tramutola (fallecido hace casi tres semanas y quien fuera el alma mater de Cimientos), puso en valor el trabajo del equipo: “Buscamos que desde la educación, y con el trabajo metodológico que proponemos, los jóvenes puedan potenciar el proyecto de vida que ellos elijan. En todos los programas nuestro diferencial es la cercanía, la excelencia y la mejora continua. Los resultados de Cimientos indican que los estudiantes que transitan nuestros programas tienen un 47% más de posibilidades de lograr el egreso efectivo de la secundaria a término, que el 75% de ellos continúa estudiando y/o trabajando y que el 88% de los casos avanzó más rápido en la carrera universitaria”.
Así, llegó el momento emotivo: el homenaje a Carlos Tramutola, quien fundó la organización con “la visión de que todos los jóvenes accedan a oportunidades para construir un futuro mejor a través de la educación”. Su labor se refleja en los 16.950 estudiantes que Cimientos ya acompañó durante su paso por la escuela secundaria. El escenario se colmó con todo el Consejo de Administración. De fondo, en la pantalla, sus fotos, su mirada y siempre rodeado de amigos, provocaron un aplauso general “por su legado y compromiso con la educación”.
Y hubo más sorpresas y emoción. La directora ejecutiva Mercedes Méndez Ribas destacó que “en Cimientos creemos en la educación como la herramienta por excelencia para alcanzar la inclusión y equidad en Argentina. Se necesita pasión, compromiso y recursos para sostener nuestra visión. Si todos los jóvenes acceden a oportunidades y nosotros como individuos nos comprometemos colectivamente, podemos construir comunidades más fuertes, saludables, plurales y justas“.
Luego presentó la historia de Héctor Palavecino: fue contactado por la fundación cuando tenía 13 años. Hoy, a los 26, recordó que logró egresar de la escuela secundaria e ingresar a un primer empleo formal; así pudo apadrinar a Celeste, estudiante secundaria también acompañada por la fundación. Desde el escenario, Héctor se emocionó después de verse en la pantalla. Habló desde el corazón: “En ese video está resumida mi vida“.
El evento tuvo el apoyo de Vista, fundación para la promoción de la educación Alfredo Peralta, Aeropuertos Argentina, Axion Energy, Pan American Energy, Pinamar SA, BBVA, Delta Asset Management, Duty Free Shop, Grupo Techint, Tenaris, Ternium, Techint Ingeniería y Construcción, Tecpetrol e YPF.
Como si fuese la previa de un carnaval carioca, asistentes con una bolsa de tela negra en la mano se acercaron a las mesas: entregaron a cada persona dos palitos “de batería”. Y se armó el show. El grupo Círculo de Tambores, dirigido por Bianca Lerner, hizo vibrar el salón. Todos hicieron sonar el instrumento, mientras desde el escenario se derramaba toda la energía. Los asistentes, en un juego rítmico, “ofrecieron la analogía de que el trabajo articulado y mancomunado, indispensable para el desarrollo educativo, es posible”.
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