“La guitarra en el ropero todavía está colgada. Nadie en ella canta nada ni hace sus cuerdas vibrar”
Mi noche triste, Carlos Gardel

Javier Milei apareció en el escenario sin gritos ni estridencias. Serio, se acomodó los lentes y leyó un mensaje preparado y pensado para la nueva estrategia de campaña. Nombró una sola vez la palabra casta, y muchas veces las palabras juntos y cambio. Se dedicó a hablarle a los votantes de Patricia Bullrich y no a los propios. Como un político tradicional más, el “león” no rugió, no apeló a su sueño de una Argentina libertaria sino que apuntó a los votantes que optaron por una “montonera asesina que puso bombas en jardines de infantes”-eso, aclaró, no lo va a decir más-, para pedirle que lo acompañen para ganar en noviembre.

El león dejó la selva y se acomodó en la jaula del zoológico de la política tradicional.

Milei este domingo a la noche guardó la motosierra en el ropero.

¿Por cuánto tiempo? Ni él lo sabe. Porque está golpeado y buscó resguardo en lo seguro de la política tradicional, que es buscar apoyos -votos- en el sector que hasta ayer despreciaba de la manera más dura y ahora quiere convencerlos con una moderación impostada.

Tendrá que convertir esta moderación impensada en proyecto convincente y mantener callada y alineada a una tropa descontrolada que seguía sus pasos desaforados y que ayudó a su derrota. Y hablamos de figuras libertarias que en los últimos días lanzaron agresiones y proyectos que dieron miedo, como los Benegas Lynch -proponiendo romper relaciones con el Vaticano y que en las clases de ESI se “les pase las partes por las caras de los alumnos”-, Ramiro Marra y el festejo por el descontrol del dólar y la suba de precios, y la incalificable Lilia Lemoine y su propuesta de que los varones puedan renunciar a la paternidad. Párrafo aparte, otro acercamiento de los libertarios a la casta política, perder y echar culpas: “Claro, no fue la alianza con Barrionuevo, ni cortar relaciones con el Vaticano… o hablar de vender niños y órganos… La culpa es mía”, fue el descargo de Lemoine en las redes cuando le reprocharon sus declaraciones.

Javier Milei ahora decidió tomar la posta que deja Bullrich y encarara el balotaje como una guerra contra el kirchnerismo.

Un primer problema que aparece en esta estrategia es que primero la sociedad tiene que ver en Sergio Massa a un puro representante del kirchnerismo. Y esto no es así.

Massa se ha encargado de dejar en claro que es Massa, no es Alberto Fernández ni Cristina Kirchner, ni La Cámpora.

“Son los amigos de Venezuela y de Hamas”, dijo Milei en su discurso. Otro error, Sergio Massa está mucho más cerca de Estados Unidos y del estado de Israel que de Venezuela y el terrorismo islámico.

Milei enfrenta una pelea con un enemigo que parece irreal. Porque Massa se ha convertido en un nuevo líder del peronismo amplio y no del kirchnerismo. Y así se le volverá difícil el combate que acompañe su relato antikirchnerista.

La pelea por la Presidencia en el balotaje está abierta. Por el lado de Milei, la encara como un “candidato nuevo” que habla de acuerdos.

La motosierra dio miedo en muchos votantes. Por eso por ahora la guardó. ¿Por qué la reemplazará? El “nuevo” Milei tiene cuatro semanas para intentar un cambio exitoso.

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