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El testimonio de la ex primera dama Fabiola Yañez sobre la violencia -tanto física como psicológica- que ejercía sobre ella el ex presidente Alberto Fernández y su posterior denuncia judicial produjo, merecidamente, un terremoto en la política nacional.

Las fotos y los videos que se hicieron públicos, la advertencia de que aparecerán más y el reportaje que brindó Yañez en las últimas horas, agiganta una situación terrible en la que Fernández aparece como un violento. Un presidente de la Nación golpeando a su esposa en la Quinta de Olivos. Es un espanto, es un hecho histórico y una vergüenza para la sociedad.

Sin duda la justicia debe actuar con celeridad y caerle con todo el peso a Alberto de comprobarse esta violencia. Lo merece la víctima y lo merece el país.

Dicho esto, aparecen situaciones y especulaciones políticas que aprovechan la gravísima denuncia de Yañez con otras intenciones que ya no tienen que ver con la justicia para la víctima de violencia de género. Es la utilización de la tormenta Alberto.

Y este es un peligro en el que la sociedad debe evitar caer.

Uno de ellos es el aprovechamiento de algunos sectores, incluido el oficialismo y el propio presidente Javier Milei, para, a partir de esta tragedia, denigrar y caerle al feminismo, a las políticas de género y a todo intento que provenga del Estado para ayudar a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Si algo demuestra este caso es que ninguna mujer, en ningún ámbito, está a salvo de esta violencia y por eso se debe trabajar con mayor profundidad.

Que Alberto Fernández haya tenido un discurso en público y un comportamiento distinto en privado habla de su hipocresía y de su calidad humana, no de la existencia del problema.

La denuncia contra el ex presidente ocupa la tapa de los diarios y gran parte de la cobertura de los programas de televisión y radio.
Claro que este escándalo merece un gran despliegue, pero cuidado con olvidar otros temas que los argentinos sufren a diario. Estos son la crisis económica, los aumentos, la falta de dólares, la visita de legisladores oficialistas a represores condenados y el intento por liberarlos, entre otros. Ya casi no se habla de la situación en Venezuela con la polémica y dudosa reelección de Nicolás Maduro. También muchos medios ya dejaron de lado -no es el caso de Crónica-, que no hay respuesta sobre la desaparición del pequeño Loan cuando ya pasaron dos meses del hecho.

La violencia ejercida por Alberto contra su ex esposa también es utilizado para desprestigiar a la política en general, especialmente al peronismo y con mucho énfasis al kirchnerismo. Se le intenta dar un golpe final, como lo dejó en claro la propia vicepresidenta Victoria Villarruel.

La “tormenta Alberto” ha generado una conmoción política histórica. Pero el mundo sigue andando. Y esto el Gobierno lo sabe bien.

Una reciente encuesta de Hugo Haime muestra que el declive de Javier Milei empieza a ser pronunciado y más de la mitad de los argentinos afirman que el presidente está llevando al país en dirección equivocada. Dos de cada tres argentinos dicen que él tiene malas ideas o que las ideas no son malas, pero no sabe gobernar. Cada vez los números son peores.

Cuando aparece una tormenta hay que guardar la calma, en lo posible, y tener en claro lo principal y lo secundario.

Hoy, la justicia debe actuar con rapidez e imparcialidad, ayudar a la víctima y caer con toda la dureza de la ley sobre el responsable.

Hoy y hacia adelante hay que evitar la utilización política de este hecho trágico. Parece difícil, pero hay que señalarlo.

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