Your browser doesn’t support HTML5 audio
En una tarde de dientes apretados y pocas licencias, UPP se quedó con una definición dramática ante Bancruz y dio el paso que le faltaba: ganó por penales, después del 1–1 en los 90, y se aseguró el cruce decisivo frente a Independiente de San Julián. El partido tuvo más fricción que juego y se resolvió en la tanda con una postal inolvidable: el defensor Cristian Cárcamo caminó hacia el punto del penal y selló la clasificación.
El desarrollo explicó el desenlace. UPP pegó primero y Bancruz lo igualó pocos minutos después. Los dos goles llegaron por errores propios, detalle que expuso el carácter táctico del trámite: líneas juntas, partido ancho, pelota discutida en la mitad, escasas llegadas claras. Bancruz buscó progresar por abajo para abrir pasillos, pero UPP —con oficio para jugar este tipo de instancias— enfrió y aceleró cuando lo necesitó, llevó el ritmo a su terreno y estiró la definición hasta los doce pasos.
La tanda fue un curso intensivo de tensión. El registro lo dice todo: Bancruz convirtió, falló, volvió a convertir tres seguidos y luego marró dos (G, X, G, G, G, X, X). UPP, por su parte, anotó sus dos primeros, convirtió el tercero, sumó otro, falló dos al hilo y recién en el séptimo disparo cerró la historia (G, G, G, G, X, X, G). Tuvo tres puntos de partido y recién aprovechó el tercero. Del otro lado del arco, Gibrel Fussey —el arquero de UPP— sostuvo la serie con atajadas y manejo del tiempo.
Con la clasificación consumada, los protagonistas hablaron con La Opinión Austral. “En este momento, mucha emoción. La peleamos mucho, hubo sacrificio y muchas horas entregadas al club. Fue un partido muy cerrado, los goles fueron errores propio. Por suerte, en los penales ‘Chupe’ volvió a demostrar su grandeza y logramos esta gran final”, dijo Sebastián Luna, entrenador de UPP. Sobre la montaña rusa de la definición, agregó: “Muchas cosas se me pasaron por la cabeza, porque les dimos tres chances y, en estos partidos de detalles, cuando regalás tanto se te puede venir en contra, pero por suerte no pasó”.
El autor del penal que definió la serie puso su propia foto del momento. “Muy contento, alegre. Hace mucho tiempo no jugaba en cancha grande; me dio la oportunidad la comisión, este club hermoso. Agradecido de que me permitieron volver a competir y feliz de poder darle este paso al club, que se lo merece“, expresó Cristian Cárcamo. Y, entre risas, describió el instante previo a la ejecución: “Pensé que me iba a acalambrar yendo a patear, pero no. Fue mucha presión, pero tenía la obligación de venir a patear por la confianza que ellos depositaron en mí”. ¿Había elegido el palo? “No, no… se dio ahí en el momento“.
El horizonte inmediato no admite mucho festejo. “Es paso a paso. Lo queremos trabajar y vamos a ver qué pasa más adelante. Ahora quiero disfrutar estos días y después empezar a trabajar de nuevo”, cerró Luna, ya con la cabeza en el partido que definirá al representante de la zona ante Independiente de San Julián.
La lectura final deja una enseñanza que excede el marcador: en noches cerradas, la calma y el oficio pesan tanto como una gambeta. UPP lo entendió, administró la espera y, aun perdonando dos “match points”, no dejó pasar el tercero. La recompensa es doble: un triunfo que fortalece convicciones y una nueva final por delante. En el fútbol del sur, cuando los márgenes son finitos, la diferencia suele estar en la serenidad para decidir. UPP decidió mejor.







Leé más notas de Nicolás Farias
Compartir esta noticia

